El acoso en las aulas es una realidad, las secuelas físicas y psicológicas que sufren los afectados han situado esta problemática en el punto de mira de los centros educativos y ya se trabaja en la prevención desde diferentes ángulos. En este contexto, la Oficina de Atención a la Diversidad UMA Convive, dependiente del Vicerrectorado de Estudiantes y Deporte, ha organizado las Jornadas Virtuales 'Bullying y Diversidad Funcional', que se celebran este jueves.

María Jesús Martínez Silvente, vicerrectora adjunta de Estudiantes, resalta la importancia de conectar el 'bullying' con la diversidad funcional, ya que según la ONU (2012), «los estudiantes con diversidad funcional sufren casi 4 veces más casos de acoso agravando éste sus limitaciones».

Las jornadas, que se celebran en horario de 17.00 a 19.30 horas, pueden seguirse a través de la plataforma Microsoft Teams de manera gratuita y previa inscripción hasta mañana mismo. Contarán con dos expertos en la materia como son Francisco Javier Fernández Baena, graduado en Psicología, profesor titular del Departamento de Psicología Evolutiva y de la Educación de la UMA, y Carmen Cabestany, presidenta de la asociación NACE ( No al Acoso Escolar), a los que se le sumarán los testimonios de Nieves Sot y Aitor González, ambos con diversidad funcional.

La vicerrectora adjunta de Estudiantes de la UMA señala que «el objetivo de estas jornadas virtuales es sensibilizar y concienciar a la sociedad sobre el problema que supone el bullying». Según el informe 'Acoso y ciberacoso escolar en alumnado con discapacidad 2019' de la Fundación ONCE, «ser 'diferente' o tener diversidad funcional es la principal causa para sufrir acoso en España».

Carmen Cabestany asegura que «los niños Asperger sufren 'bullying' en más de un 90% de los casos y los autistas entre un 60-70%». Durante su ponencia expondrá un decálogo con soluciones para prevenir y tratar los casos de acoso en los centros. Entre las propuestas de su asociación se encuentra «dar a los niños una educación emocional para que sepan relacionarse respetando a los demás». Con esto se evitarían casos como el de Nieves Sot: «No aprendía al mismo ritmo que los demás y me aislaba porque mis compañeros no me entendían, prefería estar sola», recuerda esta antigua alumna y actual docente del Diploma de Extensión Universitaria 'Técnico Auxiliar en Entornos Culturales' de la UMA.

El informe de la Fundación ONCE asegura que «el acoso escolar entre el alumnado con diversidad funcional se sitúa en mayor medida en los últimos cursos de Primaria y a lo largo de toda la Secundaria, 2º de la ESO es el periodo de mayor prevalencia». El calvario no se reduce a un curso escolar. El 58% de los encuestados víctima de acoso aseguran que «lo han sufrido durante años». Aitor González, alumno del Título 'Experto Universitario en Competencias Sociolaborales' de la Universidad Camilo José Cela de Madrid, explica que en su infancia «lo pasé muy mal, me pegaban muchas palizas. El acoso era diario, en Primaria fue más algo físico, pero en Secundaria se convirtió en psicológico».

La presidenta de la asociación NACE reclama «campañas amplias de sensibilización y una implicación de todos los agentes sociales». Igualmente, considera que el acoso no atañe solo a los profesores y a los padres. «A veces un pediatra puede detectar un caso de 'bullying», destaca.

Visibilizar el acoso escolar

En esta línea, se encuentran los objetivos por los que se realizan estas jornadas virtuales. Según la vicerrectora de Estudiantes de la UMA, se persigue visibilizar el acoso escolar para sensibilizar y concienciar a la comunidad universitaria y a la sociedad.

La presidenta de la Asociación NACE concreta que esta sensibilización requiere de transparencia. «No se tienen estudios hechos recientemente en profundidad sobre el acoso escolar». Carmen Cabestany denuncia así que no se sabe cuántos niños se suicidan por acoso ni cuántos protocolos por 'bullying' se abren y se cierran al año.

«Los centros deben abordar los casos de acoso escolar por su nombre», puntualiza Cabestany. «Muchas veces los colegios no quieren que se sepa que hay problemas en sus instalaciones porque pierden el prestigio o pueden acabar judicializados». Para solucionar esto, propone la intervención de agentes externos que apliquen los protocolos necesarios.