Con las primeras lluvias, es común observar más hormigas voladoras, conocidas sobre todo en Andalucía como alúas, que vuelven a encontrarse en otoño con sus típicos vuelos nupciales para el cortejo con la pareja y en busca de un nido en el que pondrán sus huevos. Estas hormigas son fértiles y alzan el vuelo con las primeras precipitaciones de la temporada otoñal y, posteriormente, con las últimas lluvias de la primavera o principios de verano. El invierno no es favorable para ellas. Este insecto tiene alas para poder desplazarse más lejos, en busca de un hueco para hacer su nido, de donde saldrán una vez que la tierra esté reblandecida por las lluvias y, también, para poder encontrar una pareja con el fin de conseguir reproducirse.

«Muchas veces los agricultores están pendientes, porque cuando ven las alúas se dan cuenta que es buen momento para sembrar, porque está la tierra más reblandecida», explica Juan Jesús Martín, biólogo marino y coordinador del Aula del Mar de Málaga.

Este tipo de hormigas, hembras y machos, cuando la tierra está reblandecida por la lluvia, comienzan sus cortejos, en busca de la fecundación.

Una vez realizado el proceso, el macho muere y, la hembra, vuelve a su nido para poner los huevos. «Una vez que han entrado en el nido y han puesto los huevos, han cumplido su función, que es la reproducción, y pierden las alas, porque debajo de la tierra no les sirven para nada, no van a volar debajo de la tierra», comenta el biólogo.

Además, explica que «ellas ya no se reproducen más, solamente una vez», por lo que no tienen que volar más para el cortejo. «Pierden la fertilidad, se podría decir», añade Martín. A su vez, cuando son fecundadas, ponen los huevos y pierden las alas, se convierten en nuevas reinas.

De estas hormigas con alas hembras, también llamadas ginas, nacen todo tipo de hormigas: obreras y soldados, ambas estériles, sin alas y hembras, y machos y ginas (hembras), fértiles y con alas. «La mayoría van a ser obreras y solo unas poquitas serán hormigas fértiles, que son las que tienen alas», explica el biólogo. Por otro lado, Martín expone que «no ha sido algo excepcional» que estos insectos estén saliendo en esta época, puesto que «es una cosa normal». «Ahora, claro, a finales de otoño, como estamos más metidos dentro de las casas y no fuera, las notamos menos», añade.