A finales de 2019, el Hospital Regional de Málaga acogió la primera de las dos unidades dedicadas a la atención de Trastornos de Conductas Alimentarias (TCA) que se inauguraron como referentes para toda la población andaluza. La otra se instaló, más tarde, en el Hospital Universitario Virgen de las Nieves, en Granada.

Todo un logro para Patricia Cervera, una granadina que lleva casi una década luchando por la salud de su hija, diagnosticada de anorexia nerviosa desde los 13 años, así como por la implantación de servicios de atención específica para este tipo de trastornos en la sanidad pública.

«A lo largo de todos estos años hemos llamado a todas las puertas del sistema sanitario público y ha sido un auténtico peregrinaje por médicos, hospitales, consultas… sin encontrar ningún sitio donde hubiera profesionales especializados para tratar estos problemas de alimentación», explica Cervera, presidenta de la Asociación TCA Andalucía y creadora de una masiva campaña de recogida de firmas que arrancó el compromiso al Ejecutivo andaluz de activar dos unidades referentes de TCA para la comunidad. «Pensé que no tenía nada que perder porque lo más importante ya lo estaba perdiendo. Y lo di todo».

Sin embargo, casi un año después, Patricia habla de «pseudoinauguración» de estas unidades ya que ninguna de ellas ofrece la posibilidad de hospitalización a los pacientes sino solo hospital de día y consultas externas en el caso de Málaga, y solo consultas externas en la unidad de Granada.

«No es una unidad de referencia para Andalucía porque nadie se puede desplazar todos los días para un hospital de día si vive en Huelva. Eso es inviable y no ha terminado de salir adelante», critica Patricia, que asegura que los casos graves que requieren hospitalización ingresan en otras áreas asistenciales no especializadas.

«Cuando hay un cuadro grave necesitan una hospitalización en un sitio específico porque requieren una serie de talleres, sobre todo una exposición a la comida en un comedor… lógicamente un hospital general no tiene nada de esto. Además es una enfermedad de tipo mental muy relacionada con la falta de nutrientes, con lo cual las ingresan en endocrinología pero ahí no se aborda la parte mental», explica la presidenta de TCA Andalucía.

La hija de Patricia llegó a ingresar en la unidad de TCA de Málaga poco después de su inauguración a finales de 2019, según cuenta, para «hacer presión» y conseguir que se habilitase una zona residencial para los pacientes. «Conseguí que [destinaran] una de las plantas que había, que estaba en desuso y que solo se usaba cuando había una necesidad como cuando llegaba la gripe…de hecho pusieron la placa». Pero llegó la pandemia y el miedo a que su hija, en un estado de debilidad extrema, se contagiase le hizo pedir el alta voluntaria y volver a Granada.

En los meses siguientes, Patricia atravesó un confinamiento «terrible», siendo enfermera 24 horas. «Mi hija se vino con una sonda nasogástrica porque estaba en un situación «crítica» Yo sabía que necesitaba esa máquina para que no se muriera».

Y sobre su breve paso por la unidad de TCA en Málaga, interrumpido por la Covid-19: «Aquello era un inicio que se desmanteló completamente». Patricia, que sostiene que no se ha vuelto a retomar desde entonces. «Está paralizado». En este sentido, fuentes del Hospital Regional aseguran a este periódico que el proyecto «continúa en proceso de obras para completar la unidad de hospitalización que se sumará a las consultas así como al hospital de día». Y añaden: «Mientras esta unidad concluye, todas las usuarias que precisen ser ingresadas reciben esta asistencia en el centro y son atendidas por una unidad multidisciplinar».

Cartas a la Junta

Con este camino recorrido, el objetivo de Cervera ahora es que antes de que acabe 2020, el director general de Cuidados Sociosanitarios de la Junta, José Repiso, «cumpla su compromiso con los TCA» y garantice la posibilidad residencial en estas dos unidades.

Y la forma de hacerlo es mediante correo postal. A través de su petición en la plataforma Change.org/TratemosLaAnorexia, en la que han firmado más de 380.000 ciudadanos, Patricia propone ahora inundar los buzones de la Junta con misivas en las que sea la propia ciudadanía andaluza la que recoja el testigo. En menos de 24 horas, ya había decenas de cartas rumbo a la Consejería de Salud y Familias. «Pensamos que no podemos cambiar las cosas y, sin embargo, me doy cuenta de que, a un precio muy alto, sí que es posible introducirlo en la agenda y que se tome conciencia».

Para los interesados en mandar una carta -o un correo electrónico- a la Junta de Andalucía, pueden consultarse los pasos a seguir en Change.org.