La misión de salvar la Navidad parece cada día más complicada. La sombra de la incertidumbre se cierne sobre una de las épocas más esperadas del año mientras que la soledad no deseada no para de aumentar. Más de 60.000 mayores viven solos en la provincia -según los últimos datos del Observatorio del Mayor- y la idea de un segundo confinamiento ha hecho saltar las alarmas de los expertos, que temen cómo podría afectar a este colectivo el hecho de no poder pasar estas fiestas con sus familiares.

Las numerosas restricciones adoptadas para frenar la propagación del Covid hacen presagiar que estas navidades nada tendrán que ver con cualquiera de las vividas con anterioridad. Su celebración continúa en el aire mientras la idea de un segundo encierro suena cada día con más fuerza. El simple hecho de barajar esta posibilidad ya pone en alerta a los profesionales de la salud mental, que advierten del preocupante aumento de síntomas ansioso-depresivos que se observaron durante estos meses. Los cuadros de estrés y ansiedad fueron los protagonistas entonces y los psicólogos informan de que estos podrían agravarse si se llegase a producir un nuevo confinamiento.

Una vez más, el colectivo de las personas mayores se sitúa en el punto de mira por ser uno de los más vulnerables. ¿Cómo vivirán estas Navidades si las normas impuestas impiden que lo puedan hacer rodeados de sus familiares? Con solo plantear la pregunta, un nudo en la garganta de Elena Sánchez precede a un silencio: «No concibo pasar unas fiestas sin mis nietos». Para esta paleña de 81 años, la Navidad no es más que una excusa para poder reunir a su familia. Pretexto que podría peligrar, simplemente, de continuar vigente el toque de queda o la restricción de las reuniones a un máximo de seis personas para estos días.

Para los mayores, explica el psicólogo Rubén Camacho, el poder rodearse de sus seres queridos y poder relacionarse socialmente les otorga la herramienta más valiosa para hacer frente a situaciones como las que atraviesa la sociedad hoy en día. Echar en falta el acompañamiento de sus familiares, más en fechas tan emocionales como la Navidad, podría perjudicar la salud mental de nuestros mayores. «Tenemos que tener en cuenta que es muy probable que se agraven las repercusiones que, tanto a nivel físico como cognitivo, han ido experimentando algunas personas. Más teniendo en cuenta que son fechas en las que suelen experimentar cierta tristeza», argumenta Carina Cinalli, miembro de la Asociación Española de Psicogerontología.

El continuo bombardeo informativo al que este colectivo está expuesto «está agravando mucho más los síntomas», alerta Camacho. Tanto es así que mayores como Elena confiesan vivir constantemente con miedo al contagio. Este temor se acentúa de cara a pensar en un confinamiento navideño. «Yo no creo que vaya a ser mi última Navidad pero sí lo será para muchas otras personas y es muy injusto que no las puedan pasar con su gente», argumenta Elena.

Resiliencia

Desde el comienzo de la pandemia, las personas mayores han demostrado una gran capacidad de resistencia y adaptación al cambio. Elena explica cómo, allá por el mes de marzo, únicamente utilizaba su móvil para responder llamadas. «No sabía casi ni llamar yo pero me pasé la cuarentena haciendo videollamadas con mis hijas», relata.

Cinalli destaca la resiliencia de este colectivo, que ha demostrado una capacidad de aprendizaje ejemplar: «Esto es fundamental en época de cambio porque es lo que permite mantener el el bienestar a pesar de lo que se está viviendo». Esta profesional acentúa el esfuerzo que han realizado nuestros mayores para desarrollar actividades tan cotidianas a nuestros ojos como conectarse a internet. «El otro día una señora de 80 años me dijo que fue a una clase de zumba online, cuando antes de la pandemia no tenía ningún manejo de la tecnología», expone Cinalli.

No cabe duda de que este colectivo hará frente a cualquier decisión adoptada por las autoridades competentes y lo hará de la mejor de las maneras. Llegados a este punto, esta experta considera fundamental encontrar el equilibrio entre la necesidad de contacto y cercanía de estas personas y el cumplimiento de las medidas de seguridad. La búsqueda de soluciones alternativas y la toma de decisiones conjuntas deberán ser la tónica de cara a un confinamiento en estas fechas. En este sentido, la actitud de los familiares se antoja fundamental, ya que serán ellos los que deberán dar ejemplo con una actitud tranquilizadora que consiga que las personas mayores lidien con esta soledad no elegida de la mejor manera posible.