Sin luces, el vehículo circulaba minutos antes de la medianoche de un jueves de otoño por la avenida Washington, en uno de los extremos del polígono El Viso, y se incorporó a la rotonda de la gasolinera Galp sin ceder el paso que exigían las señales horizontales y verticales. Más que suficiente para que una patrulla de la Policía Local de Málaga que presenció la escena decidiera interceptarlo. Sin embargo, esta acción se retrasó unos minutos. El conductor, en lugar de enfilar la avenida Jenofonte que lleva al barrio de El Cónsul, aceleró la marcha para incorporarse a la A-359 en dirección Campanillas.

Los agentes observaron entonces que la conducción era errática. El coche zigzagueaba saliéndose repetidamente de su carril, por lo que se pusieron a su altura, encendieron las señales luminosas y pidieron al conductor varias veces que detuviera la marcha a través de la megafonía del radiopatrulla. Lo hizo a la altura del Centro de Transportes de Mercancías y los policías comprobaron que el conductor presentaba clarísimos síntomas de embriaguez. Preguntado por si había bebido antes de ponerse al volante, el joven respondió: «Me he hinchado».

Lo que de primeras parecía una actitud colaboradora se fue torciendo a medida que pasaron los minutos. Tras acceder a ser trasladado a las dependencias del Grupo de Investigación de Accidentes y Atestados (GIAA) para ser sometido a las pruebas de alcoholemia, el joven, español de 29 años, se fue enfureciendo durante el recorrido hasta que empezó a golpear la mampara del radiopatrulla con los puños mientras insultaba y amenazaba a los agentes. Cuando llegaron, se negó a bajar del coche y llegó a dar una patada en la mano a uno de los agentes. Tras resistirse, fue detenido por resistencia grave a la autoridad y amenazas. Posteriormente, el joven, con antecedentes por conducir sin carné por la pérdida de vigencia de todos los puntos, se negó a someterse a la prueba de alcoholemia, por lo que los agentes le atribuyeron un delito por negarse al test y otro por conducir bajo la influencia del alcohol en la conducción. Una vez en el calabozo, se golpeó intencionadamente en la cabeza, por lo que se solicitó una ambulancia para que fuera atendido por los sanitarios.