Juanma Moreno, presidente de la Junta de Andalucía, hizo saltar las alarmas ayer, domingo, a mediodía, cuando indicó las nuevas medidas que se comenzarán a adoptar en Andalucía a partir de esta noche de lunes a martes, durante al menos dos semanas, hasta el próximo 23 de noviembre. Los establecimientos más castigados durante esta pandemia, hostelería y tiendas de ropa, no se encuentran entre ese grupo de trabajos esenciales, por lo que tendrán que cerrar a las 18.00 horas.

En algunos negocios ya han asumido que habrá recorte de personal, en otros tratan de reestructurar horarios y ajustar la actividad para salvar parte de la clientela y los ingresos. La Opinión de Málaga hace un recorrido por tiendas de ropa, cafeterías y bares del primer distrito de la ciudad, el más afectado en lo que va de pandemia.

"No hay gente, aunque tú tengas abierto más horario o menos, la gente es inexistente. Nosotros tenemos que seguir pagando y no vendemos, estamos agonizando todo el Centro Histórico", cuenta Lucía López, dueña de LOLA&CO, en la Plaza Carmen Thyssen.

Por su parte, Ramón Yébenes, encargado de Dolores Promesas, manifiesta que están facturando en torno al 40% de lo que facturaban antes, pero intentan remodelarse hacia un modelo de negocio que se acerque al cliente sin la necesidad de que vayan por su propio pie a comprar. "Estamos afrontando la situación poniéndoselo fácil al cliente. Trabajando mucho las redes sociales, la venta online, por teléfono... uso un contacto mucho más directo del que había antes con las clientas, mandándoles todas las posibilidades que tienen, las novedades... poniéndoselo todo más fácil", explica. A su vez, comenta que probablemente una de las medidas que adoptaran ante las nuevas normas, será realizar un turno seguido, de 10.00 a 18.00 horas.

Mientras tanto, Gisela Romero, dueña de la tienda deportiva AUDAZ, manifiesta que "por lo menos no nos han hecho cerrar definitivamente", a lo que añade que "aunque haya poco movimiento, por lo menos estar abiertos es un respiro".

En cuanto a la hostelería, los bares podrán mantener el almuerzo y las cafeterías, el desayuno y parte de la merienda. Muchos reducirán jornadas, cambiarán horarios, pero, sobre todo, tanto los establecimientos como los trabajadores, sufrirán consecuencias graves.

Diego Millán, encargado de GORKI, explica que tendrá que reducir el horario y a los empleados, "lo que conlleva también la reducción de caja". "Ahora mismo solo puedo reestructurar la plantilla, recortar la plantilla", expone. Por su parte, entre los trabajadores de los bares hay mucha incertidumbre. Carolina Gómez, trabajadora en Casa Lola de Calle Strachan, y junto a su compañera Mirta Ledesma, comenta que están en una situación complicada, porque "no sabes qué va a pasar, no sabes qué vas a hacer". "Es muy difícil tanto para nosotros como trabajadores, como para los jefes, porque tampoco nos pueden mantener a todos. Aquí somos muchos y seguro que no vamos a estar todos a partir de ahora", declara Gómez.

También, Patricio Martín, trabajador en Los Gatos, manifiesta que, en su opinión, "es un poco sin sentido el hecho de que a las seis de la tarde se cierre las hostelería y queden muchos negocios abiertos hasta las diez de la noche, lo que incita el consumo en otros lugares, donde no van a controlar aforos y donde el contagio puede ser mayor". Además, cuenta que los trabajadores como él no van a poder tener "un contrato de jornada completa, sino que seguramente nos tengan que cortar a media jornada, lo que conlleva recorte de sueldo y, para una persona que está casada y mantiene una familia es un golpe duro".

En las cafeterías ocurre más de lo mismo. María Rosa, trabajadora de la cafetería Baires, confiesa que se trata de su último día de trabajo y más de la mitad de los trabajadores "nos vamos a la calle", agregando que "hay un montón de gente yendo al paro, pérdidas por todos lados, deudas por todos lados y tampoco hay muchas más opciones, hay que aguantar lo que viene".

Café Central, situado en la Plaza de la Constitución, plantea un cambio de horario de cara a las próximas semanas, tal y como ha informado a este periódico Daniel Fernández, trabajador del local. "Son dos horas menos, dos horas que son fuertes en Málaga por el tema de las meriendas, entonces mientras más recortes tengamos, más complicado va a ser todo. Según como se piensen los dueños que van a hacer a partir del martes, puede ser que se abra antes, sobre las 7.30-8.00", explica Fernández.

Asimismo, Antonio José Llorente, gerente de La Malagueña, comenta que quizá tenga que "cortar a media jornada o prolongar la mañana", aunque confiesa que todavía no lo tiene claro. En cuanto a una forma de remodelar el negocio, Llorente declara que no se puede salir mucho de su formato, "porque al final yo me dedico a dar desayunos y a dar meriendas, entonces mi clientela está acostumbrada a tenerme de esta forma", a lo que añade que tendrá que ajustarse dependiendo de las medidas. María Rosa, trabajadora de Baires, expresa también que "no se puede inventar un nuevo negocio para dos semanas o un mes, al final hay que adaptarse con lo que hay".

La incertidumbre es lo que más abunda en estos tiempos de coronavirus y los establecimientos de hostelería y tiendas no pueden afrontarlo de ningún modo. Hasta el 23 de noviembre se mantendrán estas nuevas medidas, después, está por verse. Lo que sí es evidente es que las tiendas no venden, porque la gente no sale, y los hosteleros se ven obligados a reducir plantillas y reducir su jornada. Para intentar salvarse, algunos modifican sus horarios, pero poco pueden hacer más. Soluciones no hay, los dueños y trabajadores lo dicen, solo se pueden adaptar a la nueva situación. Mientras tanto, toca esperar.