«Si pasamos esto será un milagro, pero también será la prueba de que funciona», confesaba ayer Daniel España, de 34 años.

La lucha de este hostelero malagueño por su negocio, la cafetería 'Tu sitio', en la calle Nuzas, 22, cerca de la Laguna de la Barrera, ha alcanzado grados que nunca imaginó cuando en 2018 la mancomunidad de vecinos le autorizó instalar una terraza.

La autorización municipal no llegó hasta el 12 de junio de este año, en pleno confinamiento, pero dos semanas más tarde, la Policía Local le ordenaba retirarla, después de que la mancomunidad se echara atrás.

Por este motivo, en septiembre inició una huelga de hambre que duró diez días, y que finalizó el 24 de septiembre, cuando una nueva reunión de la mancomunidad le autorizó por unanimidad a reabrir la terraza. Como explicó a La Opinión, en esos días se alimentó únicamente de líquidos y perdió cuatro kilos.

Daniel España consiguió su objetivo y como ayer destacaba a este periódico, al día siguiente se incorporó a su negocio. Fue entonces cuando sintió el apoyo de muchos clientes, vecinos y personas que habían conocido su caso por los medios y las redes sociales, hasta el punto de que tuvo que aumentar el personal.

«Éramos cuatro pero hemos llegado a ser siete trabajando», destaca. Daniel habla en pasado porque a raíz de la última medida de la Junta de Andalucía, a causa de la pandemia, que ordena cerrar los servicios no esenciales a las 6 de la tarde, ha tenido que prescindir de estos tres trabajadores.

«Nos han vuelto a poner la zancadilla porque esto es una cafetería, no estamos especializados en comida y nos han quitado la merienda, que era lo más fuerte que teníamos, por eso he tenido que cortar», destaca.

Con el anterior toque de queda, que comenzaba a las 11 de la noche sin restricción a la hostelería antes de esa hora, explica que se defendía porque los clientes acudían antes «y hemos estado dando cenas de 8 de la tarde a 1o de la noche».

Ahora, con esta nueva medida, en vigor en principio hasta el 23 de noviembre, calcula que los beneficios caerán un 70 por ciento, «y tengo el cien por cien de los gastos».

Por este motivo, cruza los dedos y se ha adaptado al adelanto del cierre con el traslado de la carta de cenas al almuerzo, algo que antes nunca servían. «Vamos a hacer comidas por si quieren venir a comer y si podemos facturar algo, pues mira, porque la verdad es que nos va a faltar por todos lados», reconoce.

Tras una huelga de hambre de diez días, el joven hostelero tiene claro que no tirará la toalla ante esta nueva restricción, entre otras cosas porque su familia vive de este negocio y tiene una niña de dos años y medio que mantener.

«Esto hay que intentar salvarlo, hasta la última bala la tengo que gastar», recalca y añade que «ahora no es el momento de tirar la toalla sino el de sobrevivir y ya el día de mañana, si se puede trabajar y ganar un poco... pues bien».

En cualquier caso, Daniel España subraya que se queda con toda la gente que le ha estado apoyando en un año tan duro, «porque si no hubiera sido por ellos, no lo hubiera conseguido». Gracias a ellos, también ahora seguirá adelante.