El plasma de pacientes que hayan superado la Covid-19 se ha convertido en oro líquido para aquellas personas que no consiguen desarrollar anticuerpos contra el virus. Las técnicas de transfusión de plasma llevan años siendo utilizadas. Ya en 1890, cuando enfermedades como la difteria o el tétanos se convirtieron en una plaga para la población, se observó cómo inyectando la toxina de estas enfermedades a caballos, estos desarrollaban unos anticuerpos que curaban a los humanos tratados con estas antitoxinas. Desde entonces, lo que se conoce como plasma de convalecientes se ha utilizado para tratar casos de pacientes contagiados por SARS CoV 1 o MERS CoV, ambos de la familia de los coronavirus.

Con este bagaje a las espaldas de la medicina, Marcial Delgado -especialista en Medicina Interna del Servicio de Enfermedades Infecciosas- no dudó un segundo cuando un joven malagueño ingresó por segunda vez en el Hospital Regional a causa del Covid-19. El paciente sufría de un déficit genético que le impedía generar anticuerpos y linfocitos B, de manera que los tratamientos aplicados en su primer ingreso no surtieron efecto. «Si no tienen linfocitos B, que son las células que elaboran los anticuerpos, no son capaces de producir una buena respuesta de anticuerpos hacia ese patógeno», explica Delgado. Por ello, cuando ingresó por segunda vez se procedió a tratarlo con plasma de convalecientes.

«Cuando le realizamos la transfusión de plasma, el chico se curó, negativizó la PCR en cuatro días y fue dado de alta», relata este especialista. Como él, un hombre que padecía un tumor ganglionar. Parte del tratamiento que se aplica para combatir este tipo de tumores -tratamiento con Rituximab- destruye estos linfocitos, por lo que no son capaces de combatir con anticuerpos contra el Covid-19. Tras suministrarle un primer tratamiento contra el virus, el paciente volvió a ingresar con síntomas que no remitían. Fue entonces cuando se decidió suministrarle plasma de convalecientes. En cuestión de pocos días, el paciente experimentó una mejoría radiológica y clínica que permitió su alta.

El tercer paciente tratado con este tipo de plasma -también con un tratamiento con Rituximab- llevaba más de 50 días dando positivo en las pruebas PCR. Al ser ingresado se aplicó inmediatamente este tratamiento. En 48 horas ya había vuelto a casa y en una semana negativizó la PCR. A estos tres primeros pacientes les han seguido cerca de una docena de personas, asegura Marcial Delgado: «Cuando ingrese alguien que no genere anticuerpos o que esté bajo algún tratamiento que destruya los linfocitos B van a estar en las mismas, no van a poder curarse. Serán candidatos a ser tratados con plasma de convalecientes».

El escenario clínico con el que trabajan a día de hoy en el Hospital Regional es el de estos pacientes que no generan anticuerpos. Sin embargo, las miras de estos profesionales de la salud están puestas más allá. Las personas trasplantadas del riñón o del hígado; aquellos pacientes con diversas enfermedades hematológicas o aquellos sometidos a diálisis son algunos de los muchos pacientes que producen anticuerpos de forma insuficiente o tardía. Es por ello que también se comenzaría a aplicar este tratamiento en este tipo de casos. Además, el plasma de convalecientes también podría ser utilizado en personas que, pese a poseer un buen sistema inmunológico, ingresen muy sintomáticos y no les haya dado tiempo a producir anticuerpos. «En el caso de pacientes graves, transfundirles plasma a tiempo va a acortar el proceso infeccioso», argumenta Delgado.

Este tipo de tratamiento consta de una transfusión de plasma de pacientes convalecientes que ya hayan superado la Covid-19. El procedimiento dura en torno a las tres o cuatro horas y en él se suministran 300 mililitros. Suministrando plasma del mismo grupo sanguíneo del paciente, este tratamiento no presenta apenas reacciones adversas. Según Delgado, se han observado un 0,7% de reacciones transfusionales.