El Caleta Palace, luego Sanatorio 18 de julio, fue, hablando en plata, el primer hotel de Málaga, y no porque antes no hubiera habido hoteles en la capital, sino que «fue el primero que se realizó exclusivamente como hotel», aclara Antonio González Villena.

Este escritor malagueño es el autor del libro '100 años de una historia viva. Edificio La Caleta. Sede actual de la Subdelegación del Gobierno de Málaga', que ha editado el Ministerio de Política Territorial y Función Pública con motivo del centenario del edificio. Ya se encuentra a la venta en las librerías, con una portada dibujada por Gerardo García, 'Caco'.

La obra, explica el autor, surgió como sus 16 anteriores sin un plan preestablecido: «Cuando estoy en los archivos no busco nada en concreto, voy buscando cosas curiosas dentro de la Historia, hasta que doy con un expediente que me llama la atención y me obliga a centrarme en este asunto».

En este caso, la evolución de este precioso edificio -desde 2007 sede de la Subdelegación del Gobierno central- del que se cumple un siglo de su puesta en servicio, aunque el autor precisa que pudo estar abierto un año antes, en 1919, porque ya entonces había anuncios del Hotel Caleta Palace.

El libro, cuenta Antonio González, contó con el apoyo desde el comienzo de la anterior subdelegada del Gobierno, María Gámez, que fue quien alentó la publicación. Pero los cien años del Caleta Palace no son su único marco temporal, porque también se detiene en los antecedentes del inmueble, el primero de ellos el conocido como Ventorrillo de Cayetano, junto al arroyo de La Caleta, que a finales del XIX era parada de arrieros.

En la última década del siglo el ventorrillo, que disponía de casa y huerto, dio paso al Restaurant Café Inglés Hernán Cortés, propiedad de Adelina Moreno Chavarría. Este inmueble, del que quedan varias fotografías, especialmente postales, fue creciendo sin un programa determinado, a medida que iba mejorando el negocio: «Ahora hago un pabellón más grande, le pongo cuatro habitaciones más o agrando el comedor... hasta que se convirtió en el Hotel Hernán Cortés», explica el investigador, que destaca que comenzó a funcionar a inicios del siglo XX y anunciaba, entre sus atractivos, «su cercanía al mar, las vistas al monte, sus hermosos jardines y sus amplias y cómodas habitaciones a precios módicos», señala en la obra.

El hotel atrajo la atención de la burguesía malagueña por sus elegantes salones y jardines. En cuanto a sus visitantes, personajes como el actor Buster Keaton, la cantante Imperio Argentina o Federico García Lorca, que pasó varios veranos en Málaga en su juventud. A este respecto, el libro recupera una carta, con membrete del Hernán Cortés, escrita por el poeta para su amigo Manuel de Falla que está encabezada por esta copla: «Viva Málaga, señores/ viva el puente de Tetuán/ el Cristo de los Claveles y el barrio de la Trinidad».

En 1918 se constituye la Sociedad Anónima Caleta Palace, con un capital social de 250.000 pesetas que luego aumentó hasta los dos millones. Un año más tarde adquiere el Hernán Cortés y el gerente de la sociedad, José Simón, pide licencia municipal para ampliarlo, concedida con tal de no abrir puertas ni salidas a la vía por la que pasaba el ferrocarril junto al mar.

El proyecto fue del arquitecto Fernando Guerrero Strachan y su ejecución no estuvo falta de polémica, no por el arquitecto, sino por la parte administrativa. Como escribe Antonio González, «todo el proyecto hotelero comenzó años antes, todas las gestiones se llevaron a efecto de forma arcaica, edificaciones sin proyectos previos, trabajos sin permisos y cuando estos se solicitaban, posiblemente se hacía a consecuencia de denuncias previas».

Y es que, para empezar, no se trató de ninguna reforma del Hernán Cortés sino de una progresiva demolición de todas las construcciones dispersas por los terrenos del hotel, excepto una parte del edificio principal que daba al Paseo de Sancha.

A este respecto, el investigador destaca que «se hizo el hotel entero, pero mientras estuvo funcionando el Hernán Cortés». A partir de 1925, por cierto, se llamará Hotel Caleta Palace.

Sin inauguración

En todo caso, como la obra sólo constó como una mera remodelación del Hernán Cortés, «no se hizo ninguna inauguración», destaca el escritor.

Además, una de las historias que desmiente el libro es que durante la Guerra Civil fuera hospital de sangre.

«Lo que sí sirvió, en la primera fase de la contienda, es para que muchos malagueños de derechas se hospedaran allí y por la noche los recogían en barca para salir de Málaga», señala Antonio González. Por otro lado, destaca que cuando cambiaron las tornas y la ciudad fue ocupada por las tropas de Franco, el Caleta Palace sirvió para alojar «a republicanos comprometidos» con vistas a que también pudieran escapar de la ciudad.

El cambio de uso, señala el investigador, se produjo en 1943 cuando la sociedad que lo gestiona vende el hotel al Estado por un millón y medio de pesetas y se transforma en el Sanatorio Francisco Franco, de la Obra Sindical 18 de julio.

Precisamente en julio de 2019, en esta misma sección 'Mirando atrás', José Antonio Díaz, promotor de un colectivo que agrupa a todos los nacidos en el sanatorio, explicaba que había podido localizar al primer niño nacido en el hospital. Se trató de Rafael Moreno Aranda, nacido el 14 de marzo de 1943, y al que la Sección Femenina le regaló un ajuar, mientras que la Delegación Provincial de Sindicatos le obsequió con una libreta de seguro infantil. La madre se llamaba Amalia Aranda Galacho.

«Lo curioso es que nace allí por casualidad porque la partera de La Araña estaba mala y la madre decidió dar a la luz en el hospital», contaba José Antonio Díaz a esta sección.

El nuevo centro hospitalario tenía salas de radiología, odontología, obstetricia, 70 camas (con capacidad de ampliar el número) y una capilla. De los servicios auxiliares se harían cargo las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul.

En 1950 se remodeló bajo la dirección del arquitecto Enrique Atencia y la dirección pasó a los padres paúles.

En 1994 cerró sus puertas después de haber albergado en su última etapa el centro de salud de El Limonar. Como en su día adelantó La Opinión, el inmueble fue elegido para sustituir a la Aduana como sede de la Subdelegación del Gobierno, después de que se descartase el antiguo convento de San Agustín.

Antonio González está convencido de que este libro, cargado de historias, documentos y fotografías, gustará a los aficionados a la Historia de Málaga, por la novedad de una investigación sobre el centenario y memorable Caleta Palace.