Cáritas Diocesana de Málaga se encuentra al frente de un compromiso en el que asisten a aquellos que se encuentran en la pobreza o en exclusión. Con la pandemia, las personas que necesitan de su ayuda han aumentado considerablemente, pero sigue habiendo una gran cantidad de voluntarios dispuestos a ayudar a los más desfavorecidos.

Pepa Gámez, voluntaria y miembro del equipo del área de formación y voluntariado de Cáritas Diocesana, explica que en esta última crisis ha habido mucha gente voluntaria, «posiblemente 60 o 70 personas desde marzo». «Algunas personas se ofrecían para días concretos de confinamiento, después ha habido otra gente que se ha apuntado para atender a otros asuntos que no eran tan urgentes y, bueno, mucha gente se ha ofrecido para cuando pase la pandemia», explica. A lo que añade que «ha habido de todo», pero confiesa que ahora conlleva una mayor dificultad colocar a los voluntarios al no poder acceder a algunos centros sociosanitarios, donde se encuentran personas mayores o personas enfermas.

Según cuenta, todo aquel que quiera ser voluntario en Cáritas puede hacerlo, siempre que haya respeto mutuo. «Nosotros respetamos su manera de pensar y ser, y ellos tienen que respetar también la acción de Cáritas, o sea que no pueden ser contrarios a los principios de Cáritas, pero no se les exige ser cristiano ni practicante», expresa.

Gámez divide a los voluntarios en dos grupos, los que llegan a Cáritas con un punto de vista humanitario y los que lo hacen desde un punto de vista cristiano. «Normalmente los que vienen tienen una inquietud social grande, uno es una preocupación altruista de ser más humano y, otros, que por su mismo ser cristiano consideran que tienen que trabajar por el prójimo», declara. Además, añade que la función de Cáritas no es solo atender necesidades si hay una persona que está pasando hambre o se encuentra sin hogar, sino también «preocuparse por la persona, cómo está, cómo está llevando su proceso».

Cada uno de los voluntarios «aporta la hora y el día que puede hacer el voluntariado y nosotros lo acoplados a distintos lugares», explica esta integrante del área de formación de Cáritas. Con esta época Covid, «se ha ofrecido mucha gente más joven, a lo mejor en otro momento había personas más mayores que jóvenes», confiesa, a la vez que manifiesta que «la gente cuando hay un problema serio se vuelve sensible y quiere colaborar».

Pepa Gámez es la responsable de recibir a estos voluntarios, con los que mantiene una conversación «de vis a vis» y les cuenta todos los aspectos de esta institución. «Qué es Cáritas, dónde trabajamos, cuáles son nuestros propósitos fundamentales, cuál es nuestra misión», explica.

Antes del verano, siendo parte del confinamiento, Cáritas de Málaga atendió en dos meses a un 120% más de personas que durante todo el año 2019. En los últimos tres años, tal y como informa la institución, el número de familias atendidas ha ido descendiendo hasta un 15%. Durante el año pasado, el 5,1% de las personas atendidas logró mejorar su situación, pero el 37,2% llevaba más de tres años necesitando ayuda, lo que pone de manifiesto «la cronicidad de la pobreza en buena parte de las familias». Por otro lado, el 29,6% recurre a Cáritas por primera vez en ese año.

En cuanto al género, las mujeres componen el 77% de las personas que acuden a la institución, siendo, de estas, el 48% de nacionalidad española. Un total de 8.856 personas fueron acompañadas en 2019 y 22.823 obtuvieron algún tipo de ayuda por parte de Cáritas.

En cuanto a los proyectos y programas que esta institución ofrece, los ámbitos en los que se mueven son la educación, formación para el empleo, talleres ocupacionales, habilidades y organización para el hogar. También están los pisos de inserción sociolaboral para inmigrantes, pisos de acogida para estudiantes de la provincia sin recursos, oficina Puerta Única para la atención de personas sin hogar, Casa de acogida Nazaret para familias con niños hospitalizados y, servicio de orientación jurídica. En el año 2019, participaron un total de 5.271 personas, siendo el 63,6% inmigrantes.

La labor de acogida es una en la que Cáritas está haciendo más hincapié en estos tiempos, puesto que desde el inicio de la pandemia, cada vez han sido más las personas que han precisado un lugar donde vivir. Petra Peloche es una de las voluntarias responsables de los pisos de acogida para inmigrantes de la institución desde este verano, pero desde que se jubiló, comenzó a ser voluntaria en Cáritas. «Me jubilé hace tres años y desde entonces, me ofrecieron ser voluntaria para un servicio de acompañamiento al personal de última incorporación en los centros que tiene la Fundación Diocesana en toda la provincia, entonces lo acogí con mucho gusto, porque la educación para mí siempre ha sido especial», cuenta Petra, que se ha dedicado toda su vida a ser maestra de escuelas rurales.

Peloche resalta el valor del voluntariado, expresando que «es un papel muy necesario en este momento que nos está tocando vivir, sobre todo con la pandemia», agregando que «existe mucha soledad que hay que acompañar como sea y, en nuestro tiempo, nos jubilamos laboralmente, pero vitalmente es imposible jubilarnos, siendo esto lo que me ha llevado a ser voluntaria».

Esta mujer se desvive por todos aquellos que pueden necesitar su ayuda. Cuenta que cuando le ofrecieron ser responsable de este servicio de acogida, tuvo que empezar a «hacer un curso acelerado», porque se encontraba sola con «multitud de urgencias que surgían».

Cáritas cuenta con dos pisos de acogida, con una capacidad de seis a siete plazas en cada uno de ellos, donde se acogen a cinco o seis varones a partir de 21 años y una unidad familiar, normalmente estructurada con una madre y uno o dos hijos menores. La función de los responsables y voluntarios de la acogida es «enseñarles un idioma, para que lo antes posible se sientan integrados, acompañarlos a una cita médica, a una tramitación de documentos, que se sientan acompañados para poder dialogar, comentar situaciones que se les presentan», explica Petra.

«Se sienten muy solos», destaca. «No podemos dar respuesta a tanto, se te encoge el corazón, el estómago, el alma, la vida€ porque no puedes dar respuesta, ojalá pudiéramos», sentencia Peloche.

El fin de este programa es que estas personas se inicien sociolaboralmente y, aquellos inmigrantes que no tienen ningún tipo de documentación, puedan conseguirla. «Durante la estancia, uno de los objetivos es fomentar las capacidades que tienen estas personas para orientarlos en ese proceso de iniciación laboral», destaca.

El plazo de acogida suele ser entre un año y año y medio, pero por la dificultad de conseguir algunos papeles y documentación, el plazo se alarga. «Hoy en día, con el confinamiento, cuesta mucho intentar arreglar todo el tema de papeleos y siempre se alarga un poco más la estancia», explica.

Petra Peloche comenta que una diferencia muy grande con respecto a otros años es «la paralización de cualquier trámite que quieras hacer con ellos». «Hay personas que están esperando a tener un número de expediente para poder tramitar el siguiente paso y está a lo mejor desde 2018 paralizado, pero ahora se ha agudizado más», confiesa.

Por otro lado, están las Cáritas parroquiales. Hablamos con Eva Peláez, directora de la Cáritas parroquial de la Iglesia de San José, en Vélez-Málaga. «El inicio de mi voluntariado en la parroquia me lleva una motivación interna, esa necesidad de ver el mundo que hay y poder mejorarlo, aparte de que como feligresa de la parroquia, sentía que ahí había una llamada muy importante que me hacía compartir y darme a los demás», manifiesta. A su vez, explica que su labor como directora es «coordinar la acción de las distintas áreas que podamos tener en nuestra cáritas».

Peláez declara que los voluntarios también tienen que formarse y da gracias porque la diócesis de Málaga «tiene hoy en día escuela y centro de formación en los que nos podemos formar para dar servicio a nuestras parroquias». Además, destaca el programa de acogida entre sus actividades, que «ahora con la pandemia, se hace como pilar importante y fundamental de cualquier cáritas parroquial». «Creo que ahora mismo estamos en una situación que es un desafío y las cáritas parroquiales tienen todos los esfuerzos volcados para atender y acoger a toda persona necesitada que se acerca a la parroquia», añade. La directora de la Cáritas parroquial de la Iglesia de San José, explica que con el Covid, «es el momento de tener una mayor presencia y esta situación nos reclama una mayor asistencia y así lo hemos hecho, entonces Cáritas sigue trabajando en su misma línea».

El confinamiento en Cáritas

Desde el 15 de marzo al 15 de mayo, Cáritas ha atendido a 4.508 personas más que durante todo el año 2019. 27.331 personas fueron atendidas durante estos dos meses de confinamiento, un 120% más que en todo el año anterior.

Antes de la pandemia se acompañaban a 6.175, número que subió a 9.593 durante el confinamiento, suponiendo un aumento del 55%. Por otro lado, el 44% de los demandantes acudieron a la institución por primera vez durante esos meses.

El perfil de los demandantes más abundantes responde a personas de mediana edad, entre 35 y 65 años, afectados por el desempleo, un ERTE o trabajo de economía sumergida, tal y como ha informado Cáritas Diocesana de Málaga a este periódico.

La institución manifiesta que la demanda generalizada ha sido de alimentos, seguida «de lejos» por productos de higiene. Por su parte, las demandas en concepto de vivienda, suministros, derivación a ayudas públicas y apoyo afectivo han sido recibidas de manera igualitaria.