El mercado de la vivienda turística, como cualquier tipo de alojamiento u hospedaje, lo está pasando mal con la crisis económica derivada de la pandemia del coronavirus. La Asociación de Viviendas Turísticas de Andalucía (AVVA), en palabras de su presidente, Carlos Pérez-Lanzac, cree que la situación es «desastrosa», sobre todo después del nuevo toque de queda y de que otro confinamiento se esté perfilando con mucha nitidez en el horizonte: «No se espera más de un 10% de ocupación de aquí a final de año, y la previsión era ya de un 20%. Con la perspectiva del confinamiento, las próximas dos o tres semanas van a ser terroríficas». ¿Qué están haciendo los propietarios de estas casas que optaron, en su día, por alquilarlas por cortos periodos de tiempo a turistas? Pues refugiarse, aún más que antes, en el alquiler de larga temporada. El dato que da Pérez-Lanzac es que un 25% de las viviendas turísticas en Andalucía lo han hecho, es decir, una de cada cuatro, una proporción similar a las que se da a nivel nacional o provincial.

El arrendamiento de larga temporada es más seguro pero lleva aparejado, claro, un menor beneficio. «Es más que evidente que el turismo en España no es sólo el 15% del PIB, sino que tenemos una dependencia muy importante de él. Hablamos de turismo y de movilidad», dice, en el sentido de que ahora, con el teletrabajo, hay una gran movilidad. De hecho, muchos clientes nacionales e, incluso, extranjeros, están viviendo a Málaga para pasar aquí el invierno y los confinamientos o restricciones que puedan darse a lo largo de las próximas semanas. Son profesionales que pueden teletrabajar, claro, y prefieren hacerlo desde aquí en casas, subraya Pérez-Lanzac, por ejemplo, con terrazas amplias y otros equipamientos, así como en una zona con un tiempo muy benigno en invierno. «El cliente viene estos días de trabajo y eso se nota; hasta ahora habíamos recibido clientes internacionales, pero ahora vienen también nacionales, personas de entre 30 y 40 años, con capacidad de poderse desplazar y hacer teletrabajo desde aquí».

Pero, indica, mucha gente «se está protegiendo y se pasa a la larga temporada, en torno a un 25% se ha ido a esa modalidad» (datos de la comunidad autónoma). En Andalucía, explica el presidente de AVVA, este sector genera 15.100 empleos directos, 9.500 indirectos y 8.400 personas se autoemplean, es decir, gestionan ellos mismos los pisos vacacionales limpiándolos, llevando el calendario o recibiendo a los clientes.

Actualmente, hay en Andalucía 70.305 viviendas turísticas que suman 367.292 plazas; en Málaga son más de 39.500 las viviendas turísticas, es decir, 208.382 plazas, más de la mitad de las existentes en la comunidad, según los datos de la asociación, de forma que el 47,10% de las plazas de alojamiento turístico en la región, expone Carlos Pérez-Lanzac, las proporcionan viviendas privadas (bien se trate de viviendas con fines turísticos o viviendas turísticas rurales). Es decir, del total de 967.516 plazas de alojamiento turístico existentes en Andalucía 455.750 son viviendas privadas. El resto, claro, se trata de hoteles, pensiones, hostales, apartamentos turísticos, etcétera.

De cualquier forma, todo lo que está sucediendo está propiciando que en el mercado se queden operativas, que sobrevivan como viviendas turísticas, aquellas que presentan más servicios, las que más comodidades tienen, las más competitivas: por ejemplo, las mejor ubicadas, las que tienen terrazas más amplias o servicios como piscinas o zonas comunes extensas, vistas al mar. El piso medio habitual se ha reconvertido en vivienda de arrendamiento de larga temporada. «Un piso medio tiene el perfil natural de alojamiento residencial de larga temporada», recalca el presidente de AVVA. Por cierto, asegura este profesional que la demanda (medida en búsquedas digitales) ha crecido en determinadas plataformas de alquiler hasta un 40%, por la sensación de seguridad, ya que «las viviendas turísticas tienen su protocolo anticovid al día y el sello de Andalucía Segura», de forma que muchos, reseña, «quieren pasar aquí los rigores de esta época de confinamiento, tienen la sensación de que el entorno es seguro, no hay trasiego de clientes». También hay mucha demanda de viviendas en entornos rurales, donde los clientes pueden teletrabajar y no se encuentran con otras personas.