Hace menos de una semana, el Magreb saltó de lleno a la palestra mediática por la reavivación de un conflicto que, 45 años después de iniciarse, sigue muy lejos de su extinción.

El Sáhara Occidental, ocupado por Marruecos desde 1975, ha vuelto a ser el escenario de una escalada de enfrentamientos entre las fuerzas marroquíes y el Frente Polisario -movimiento por la República Árabe Saharaui Democrática- que ha acabado por romper el alto el fuego auspiciado por las Naciones Unidas y firmado por ambas facciones en 1991.

Y mientras transcurre una década tras otra, con una mediación internacional estéril e infructuosa, una parte del pueblo saharaui vive exiliado en asentamientos nómadas y campos de refugiados en el desierto argelino, en la localidad de Tinduf, cerca del muro que les separa del Sáhara Occidental. Según calcula Acnur, en estos campos residen más de 173.600 refugiados, que dependen de la ayuda humanitaria.

Entre las entidades volcadas con esta causa se encuentra la Asociación malagueña de Amigos del Pueblo Saharaui, creada en Torremolinos en 1988, una entidad que ha sido testigo de la hibernación y el despertar de un conflicto latente desde su propia fundación.

Isabel González está al frente de la presidencia:«En todos estos años lo que ha ocurrido es el abandono total al pueblo saharaui, un engaño, una incapacidad de las Naciones Unidas, del Minurso -Misión de las Naciones Unidas para el Referéndum del Sáhara Occidental-», exclama Isabel, que recuerda la promesa incumplida de celebrar un referéndum de independencia en el Sáhara Occidental, un territorio no autónomo y pendiente de descolonización, tal y como lo define la ONU, y que sigue siendo dependiente de España como potencia administradora.

«Después de tantos años, el pueblo saharaui está muy harto de esperar y de vivir en esa situación. Es un pueblo que ha demostrado ser pacífico, dividido encima; una parte en la zona ocupada, masacrado por el Gobierno marroquí, y la otra parte, en lo que son los campos de refugiados, con todas las carencias», denuncia Isabel González.

Jóvenes al frente

Sin embargo, los niños que nacieron en el exilio ahora son jóvenes que reclaman un cambio en el devenir de su pueblo aunque eso suponga sumirse en una guerra.

«Era algo que nos temíamos. Esto se esperaba desde que los grupos civiles de saharauis empezaron a manifestarse allí, en el paso de Guerguerat», lamenta González, quien además no duda en tildar de «provocación» el envío de militares marroquíes para sofocar las protestas y los bloqueos del tráfico de mercancías por activistas saharauis en Guerguerat, un paso fronterizo al sur del Sáhara Occidental ubicado en una zona denominada como de «no intervención», convertida en los últimos días en el epicentro de las tensiones entre el Frente Polisario y Marruecos.

Años atrás, muchos de esos niños saharauis pasaron un verano en Málaga, lejos de las tierras áridas de Argelia, de los campamentos y de su condición de refugiados, a través de «Vacaciones en Paz», un proyecto de estancia temporal para menores por razones humanitarias.

Tras la declaración del estado de guerra por el Frente Polisario, las familias de acogida malagueñas ven cómo los niños que recibieron en su día durante los meses estivales, son ahora jóvenes voluntarios que van camino del muro que separa el Sáhara Occidental, Marruecos y Mauritania del desierto argelino, camino de una guerra. «Como hace tantísimos años que se hace, las familias empezaron a llamar preocupadas», añade Isabel, que recalca que el programa de Vacaciones en Paz lleva casi tres décadas funcionando en Málaga.

«Esto nos ha sobrecogido a todos y a todas, que llevamos tantos años luchando por una causa justa», añade la presidenta de la Asociación malagueña de Amigos del Pueblo Saharaui, que insta a la comunidad internacional a que intervenga decididamente.

«Todo este tiempo hemos denunciado reiteradamente el comportamiento de las Naciones Unidas, de la comunidad internacional, de los gobiernos democráticos de España que no han asumido la responsabilidad que tienen, porque siguen siendo potencia administradora del Sáhara, que es un territorio no autónomo».

En la última semana, se han sucedido manifestaciones y protestas en solidaridad con el pueblo saharaui, por ejemplo, en Madrid, Valencia y Mallorca.

En el caso de Málaga, Amigos del Pueblo Saharaui ha encontrado serias dificultades para organizar actos debido al cierre perimetral de todos los municipios y se mantiene a la espera. Aún así, ya se le ha comunicado la intención por otras entidades sociales de coordinar ciertos actos.

De momento, las reivindicaciones se limitan a las redes sociales y a comunicarse directamente con las instituciones y las administraciones públicas demandando su apoyo a los saharauis.