El Colegio El Pinar, en Alhaurín de la Torre, como todos los centros educativos, ha tenido que adaptarse respecto al año pasado por la irrupción de la pandemia. Incluso algunas materias se han amoldado, como es el caso de la asignatura de Programación y Robótica, que se imparte desde los cinco años hasta cuarto de la ESO de manera obligatoria en este centro.

Ignacio Arias, titular del departamento de Robótica, ha reorientado la asignatura de modo que sus alumnos de tercero y cuarto de ESO están realizando diferentes proyectos frente a la Covid, en consonancia con las normas de seguridad e higiene que ha impuesto la 'nueva normalidad'.

Los alumnos de El Pinar, ya en el confinamiento, comenzaron a trabajar en base a programación, realizando diferentes aplicaciones en relación a la Covid. Ignacio Arias explica que estas apps les permitían «dar información al ciudadano sobre qué hecho le compete de la Covid, números de teléfono de interés, hubo algunos equipos que intentaron también hacer un radar para detectar un poco a las personas que estaban con Covid...». Es definitiva, los estudiantes tenían como objetivo el diseño de aplicaciones que informaran y trataran datos relacionados con el virus.

En total realizaron 264 aplicaciones móviles con pautas de comportamiento para prevenir la infección, medidas de higiene en lugares concurridos, tutoriales específicos para el lavado de manos, radiografías a tiempo real sobre el mapa de contagios en España, premisas para la fabricación de mascarillas y multitud de aspectos de servicio público para ayudar a la población en la lucha contra la Covid.

Los alumnos trabajaban de forma individual y según comenta el titular de la asignatura, «algunos cogían un target, un cliente objetivo de más edad y otros de menos, por lo que toda la estética, que también la diseñan ellos, estaba enfocada a ese tipo de personas».

Ahora, en el nuevo curso presencial, han podido comenzar a hacer actividades con robótica. En estos dos meses, los educandos han ejecutado diseños y desarrollado dispositivos con accionadores que evitan el toque de superficies como el botón que permite la descarga del inodoro, brazos motóricos que se convierten en pulsadores de los grifos del baño, sistemas de medición de temperatura construidos con placas electrónicas de Ardurio o, lo que más ha gustado a los escolares, dos pequeños robots dispensadores de gel hidroalcohólico que ya están en funcionamiento en la institución. Todos estos proyectos ayudan a reducir el riesgo de contagio, puesto que reducen el tener que tocar diversos elementos en el colegio, facilitando el mantenimiento de la higiene en el centro.

Ignacio Arias revela que el robot dispensador surgió con la idea de uno de los alumnos. «Un niño dijo que en el Mercadona u otro sitio había uno automático y que podíamos hacer uno de Lego», expone el profesor, a lo que añade que los alumnos tienen conocimientos de sobra para realizarlo y «la idea es que ellos vean que todo es factible».

El docente explica cómo es el proceso de elaboración del robot dispensador: «Se plantea qué bote de hidrogel vamos a utilizar y qué necesitamos. Primero, una palanca que gire arriba y presione, entonces la hacen y se dan cuenta de que no tiene la fuerza suficiente, por lo que se ponen a hacer una palanca que tenga más fuerza y ahí se aplican las reductoras, que ya las conocen. Entonces, pones un engranaje más grande y tiene mucha más fuerza. Después empezamos a montar todos el armazón, lo que soporta el motor y el bote. Por último, la programación, que es super sencilla. Tienes un sensor de ultrasonido y cuando acercas la mano a menos de diez centímetros, se activa el motor y sale el gel». Arias declara que «la idea es que todo el conocimiento que tengan de robótica lo puedan aplicar en el día a día».

En cuanto a la reorientación de la asignatura, el titular manifiesta que siempre está abierto a las propuestas de los alumnos, ya que el «temario de robótica es un poco abierto» y lo puede dar «de muchas maneras». Asimismo, expresa que le gusta que los alumnos sean creativos. De hecho, señala que la dinámica de funcionamiento que marcaron con el comienzo del curso fue tirar de la creatividad de los escolares, planteando problemas de la vida real que puedan ser resueltos a través del pensamiento computacional y de la fabricación de soluciones mecánicas que impliquen el diseño, desarrollo y construcción de robots o dispositivos que permitan resolver estas situaciones.

«Diría que el 95% de las clases o incluso más, están super motivados», cuenta Arias, agregando que como también «trabajan en parejas, siempre hay uno que se le da mejor la programación, a otro se le da mejor la construcción? entonces se compaginan bien». Para sus trabajos usan elementos como ruedas, engranajes, sensores y correas que ensamblan en piezas de Lego, que luego deben responder a los objetivos para los que fueron diseñadas. En el segundo trimestre cambian y comienzan a trabajar con piezas 3D.

Así es como viven la nueva normalidad en el Colegio El Pinar, donde el alumnado de Secundaria diseña múltiples proyectos y aplicaciones móviles para conseguir una mayor seguridad e higiene en la institución, a la vez que aprenden sobre programación y robótica.