¿Es la zona azul, el temido SARE, un instrumento que mejora la falta de aparcamiento en determinados barrios, sobre todos en aquellos que tienen un gran foco hostelero y comercial? ¿Ha funcionado realmente la zona azul en El Palo y La Trinidad, como defiende el equipo de gobierno? ¿Por qué se recupera ahora la zona azul para la Cruz de Humilladero y se implanta en Huelin? Son preguntas a la que este analista no puede responder pero es lícito hacérselas y, lejos de dirigir su opinión al respecto, reflexionar juntos sobre lo que está ocurriendo, porque lo cierto es que esta semana ha habido noticias de alcance al respecto.

El regidor, Francisco de la Torre, reconoció el miércoles, en las ruedas de prensa previas al pleno del jueves, que su intención era recuperar la zona azul en Cruz de Humilladero. En septiembre de 2019 ya lo intentó y aquello acabó con los vecinos y algunos comerciantes en la calle protestando y el PSOE y Adelante Málaga oponiéndose a los planes municipales. Ahora, después de pedirlo Mahos, se iba a implantar también en Huelin, en el entorno de Tomás de Echeverría. El PSOE llevó una moción al pleno del jueves en la que pedía a Movilidad no implantar el SARE en Huelin, convocar una consulta popular para cualquier otro barrio y que se convocase una mesa sobre estacionamiento en Cruz de Humilladero.

Fueron rechazados todos los puntos y, en medio de un debate duro, bronco, hosco, el alcalde insistió en que en ambas zonas se iban a hacer pruebas de seis meses y, si no funcionan, se quitarán. De la Torre anunció además que se está estudiando la fórmula jurídica para que los residentes en Huelin no paguen los cuatro euros mensuales que deberían abonar en condiciones de normalidad, además de estudiarse también por el equipo que dirige José del Río, edil de Movilidad, establecer un bono para que los dependientes y los trabajadores de los negocios hosteleros paguen menos por aparcar. En el Pleno, intervinieron asociaciones vecinales de Huelin que dejaron claro su rechazo a la medida, y una asociación de Cruz de Humilladero quiso recordar al alcalde su compromiso de convocar una mesa que analizase el asunto en profundidad.

Luego llegó un episodio que podría calificarse de política espectáculo, con Daniel Pérez, portavoz socialista, y su homólogo en Adelante, Eduardo Zorrilla, acusando al equipo de gobierno de meter la mano en los bolsillos de los obreros malagueños, porque siempre son barrios obreros los que acogen la zona azul; Del Río, habitualmente un tipo moderado, acusó al PSOE de coaccionar vecinos para que se opusieran a la zona azul en Huelin y habló incluso Juan Cassá, edil no adscrito que parece perdido tras abandonar Ciudadanos, para criticar que se pida una consulta popular por parte del PSOE cuando en las elecciones municipales no vota ni el 50% del electorado. Eduardo Zorrilla, un día después de su cumpleaños, se preguntó si Cassá hablaba para justificar sus emolumentos y luego tachó al asturiano de «constitucionalista de charanga y pandereta», un calificativo que le afeó el alcalde, por cierto, quien también tuvo que poner orden en el debate en varias ocasiones. Noelia Losada, portavoz de Cs, pidió menos crispación y afeó la redacción socialista de la moción, donde se hablaba incluso de traición.

Analizado el estado de la cuestión, surgen muchas más preguntas, sobre todo porque la oposición dibujó una ecuación endiablada: vinieron a decir al equipo de gobierno que, si tan seguro estaba de que había consenso en ambas zonas para poner la zona azul, hicieran una consulta ciudadana y el alcalde contestó que no hay mejor consulta que una prueba. La situación es tan retorcida que nadie sabe bien quién apoya qué y cuáles son las fuerzas que chocan en este punto de la refriega municipal. Lo cierto es que esto, como otros asuntos del cariz del Astoria o Repsol, podían haberse resuelto con una búsqueda real del consenso y sin sobreactuaciones. Habría que transitar, por ejemplo, el sendero de convocar mecanismos de participación ciudadana existentes en las juntas de distrito y asegurarse de que la representatividad vecinal, empresarial y comercial es justa en esos órganos.

Y si no se pueden convocar los existentes, crear mesas al efecto que analicen el problema para tomar luego una decisión. Lo ideal, en este como en otros asuntos, es preguntarle a la gente, porque si el jaleo mediático no miente, es claro que hay división al respecto y nadie sabe bien quién tiene la razón, aunque en esto, como en todo, tal vez todos tengan algo que decir. Igual falta pedagogía y recordar, a ver si es verdad, que los residentes no van a pagar, ni tampoco quienes allí trabajan, y hacer llegar al ciudadano estudios sobre el SARE en otras zonas de similar naturaleza y trama urbana como El Palo o La Trinidad donde, según dice el equipo de gobierno, esto ha funcionado. Esta polémica volverá a crecer en las próximas semanas y se convertirá, de nuevo, en un pulso entre Daniel Pérez y el alcalde de la ciudad. La consulta ciudadana, un camino inexplorado, sigue siendo una utopía en esta ciudad. No sé para qué se aprobó si a nadie le gusta.