Encajamos el encuentro en mitad de una jornada frenética durante su primera visita a Alicante como máxima responsable de la Guardia Civil. Por la mañana, pase de revista en la Comandancia, donde le rindieron honores como marca el protocolo del Instituto Armado. Por la tarde, una conferencia sobre el desafío del Cuerpo ante el terrorismo machista. Y en medio, apenas media hora de charla en la que esta malagueña de adopción resolutiva y pizpireta no oculta el orgullo que siente por ser desde hace diez meses la primera mujer al frente de la Benemérita en sus 176 años de historia. No esconde eso ni su pasión por lo que hace.

¿En qué se nota que la dirección de la Guardia Civil tiene nombre de mujer?

No se tiene que notar. Un hombre o una mujer pueden desempeñar sus funciones igual de bien o de mal. Lo que significa mi nombramiento es que se ha introducido la normalidad, a la que ha costado llegar 176 años. Aunque hasta cierto punto es entendible tratándose de un Cuerpo tan militarizado como este. El único cambio es que a partir de ahora al frente de la Guardia Civil puede estar una mujer o un hombre.

Usted es de Málaga, vive en Madrid, tiene tres hijos... ¿concilia?

Lo curioso es que esta pregunta no se le haga a directores hombres. La conciliación no hay que atribuírsela en exclusiva a las mujeres, aunque tradicionalmente la hayamos ejercido y la sigamos haciéndolo con más peso que los hombres, lo que no es más que una desigualdad. Quitando el sesgo de la pregunta, la conciliación la llevo con dificultad porque en los puestos de mucha responsabilidad no se concilia, se sacrifica a la familia.

¿Eso se puede aplicar al resto de mujeres que forman parte del Cuerpo?

En la Guardia Civil las mujeres y los hombres tienen las mismas facilidades y las mismas dificultades para conciliar, pero probablemente ellas lo necesitan más porque siguen arrastrando más tareas respecto del hogar o del cuidado de hijos y mayores. Por eso existen instrumentos de conciliación dentro del Cuerpo: hemos editado una guía que permite conocer todos los recursos para conciliar aunque no digo con eso que sea fácil porque aquí se requieren disponibilidades, turnos y servicios muy sacrificados y complicados para hacer fácil la vida familiar.

¿Cuál es el porcentaje de mujeres respecto al total de efectivos?

En torno al 8%, una proporción muy pequeña para lo preparadas que están. Pero va a ir aumentando porque en la oferta de empleo público cada vez están entrando más mujeres. Lo que ocurre es que se diluyen en una masa de casi 80.000 efectivos. Hay que esperar para que se note.

¿Y para su presencia en puestos de responsabilidad?

Pues también, porque en este Cuerpo los ascensos requieren de experiencia, del paso del tiempo... Si están entrando ahora, más tarde llegarán a las escalas superiores. Esta semana se ha publicado en el Boletín de la Guardia Civil que una mujer va a ser la primera jefa en España de una Comandancia, la de Teruel. Y para ello ha hecho falta un recorrido muy largo.

¿Esta es su primera relación con el Instituto Armado?

No, porque fui subdelegada del Gobierno en Málaga y conviví con los dos Cuerpos, también con la Policía Nacional, cuando se cayó el pequeño Julen al pozo de Totalán . Fueron unas circunstancias muy excepcionales en las que vi las capacidades de la Guardia Civil en su conjunto: Geas (Grupo Especial de Actividades Subacuáticas), Seguridad Ciudadana, helicópteros... Nunca, ni ahora, he visto tantas unidades juntas. tener algo visible el próximo año.

¿Va a continuar con la política de concentración de efectivos que está provocando una merma de la presencia de la Guardia Civil en pequeños pueblos donde antes había cuarteles que ahora están cerrados?

No es una concentración, es una pérdida de efectivos que llevamos arrastrando desde hace muchos años. No se han cubierto retiros y jubilaciones de la Guardia Civil como tampoco de la Policía Nacional. No había capacidad económica y la oferta pública era muy pequeña, lo que ha hecho disminuir nuestro potencial. Pero desde hace ya dos/ tres años estamos reponiendo por encima del cien por cien y recuperando lo perdido.

¿Eso supondría la reapertura de cuarteles?

En la medida que se pueda sí, pero lo primero es prestar el servicio donde lo tenemos con efectividad.

A los efectivos que hay los tiene encendidos con el borrador de las nuevas directrices para el reparto de la productividad que supondrá, según denuncian, una pérdida de unos 600 euros al año.

No sé si hay malestar entre los efectivos o en alguna asociación profesional, a la que respeto. El 90% de esa cuantía de productividad va destinada a guardias y cabos, es decir, a la escala más numerosa y más baja del Cuerpo. Y no le voy a dar más trascendencia a esas críticas porque estamos hablando de un borrador.

¿Que podría modificarse?

Hasta que se aprueba puede modificarse, pero insisto en que esa cuantía va destinada a cabos y guardias.

Su llegada a la dirección general se produjo poco antes del decreto del estado de alarma. ¿Qué balance hace de este año complicado?

Como toda organización que tenía que ser parte de la solución estos meses han sido un revulsivo y una necesidad de adaptación inmediata que afortunadamente se ha conseguido. Hemos tenido más patrullas en la calle que nunca en un periodo con mucho estrés, pero lo hemos sabido manejar con templanza y con proporcionalidad sin noticias de que se hayan producido excesos de autoridad. Hemos sido percibidos como la mano que ayudaba, no la que sancionaba. Es todo un logro. Para mí personalmente ha sido una experiencia complicada pero estoy orgullosa de ver lo que la organización ha sido capaz de dar.

¿Qué incidencia está teniendo el Covid en la plantilla?

En la misma proporción que el resto de la población. Pero conscientes de que éramos un servicio esencial, la Guardia Civil fue pionera en la realización de test propios. De hecho tenemos testados al 80% de los 80.000 efectivos que componen el Cuerpo. Y no se ha resentido el servicio a pesar de que en algunos momentos hemos tenido a muchas personas aisladas. ¿Lo más doloroso? Los once fallecidos.

¿Cree que puede influir la visión femenina para que haya mejor sintonía entre la Guardia Civil y el Cuerpo Nacional del Policía?

Trabajamos de forma coordinada y tenemos muchas operaciones conjuntas, además de compartir términos municipales. No podemos convivir más y mejor con independencia de que puntualmente haya algún roce.

Roces y piques.

Yo los llamaría de otra forma: es básicamente el ánimo de ser los mejores.

Usted llegó a la dirección general de la Guardia Civil en enero de este año y en mayo participó activamente en el cese del coronel Diego Pérez de los Cobos al frente de la Comandancia de la Guardia Civil en Madrid. ¿Era un aviso para navegantes?

Es una cuestión de elegir equipos de confianza.

«Para evitar la salida de pateras tenemos setenta efectivos desplegados en los países de origen»

¿Con qué herramientas se cuenta para detener la inmigración masiva como la que está llegando a las costas de Alicante, Murcia o Canarias?

La Guardia Civil tiene muchos instrumentos. A través del Ministerio del Interior se relaciona con los países de origen para evitar la salidas de pateras. Disponemos de embarcaciones, helicópteros y más de 70 personas desplegadas entre Mauritania, Senegal, Gambia o Guinea Bissau, entre otros, que trabajan con las autoridades de allí para impedir el éxodo. Eso además de vigilar nuestras costas para adelantarnos a ese momento y, en caso de que seamos conscientes de que el rescate es competencia de otro país, advertírselo. Es un sistema de vigilancia que se hace a través de la Guardia Civil, de un centro de control que se llama Cecorvigmar, que es el que coordina toda la vigilancia marítima.

La AUGC ha denunciado que el aumento de llegadas de pateras está provocando que el tiempo de respuesta en otros servicios sea mayor o que ni siquiera se puedan atender por falta personal.

No se ha resentido el servicio porque la Guardia Civil no es competente en todo el abanico de la gestión de la inmigración. Lo que nosotros hacemos, y eso no nos está restando potencial, es tratar de evitar o disminuir las llegadas y poner a los inmigrantes en manos de Salvamento Marítimo cuando llegan para que les atiendan.