Los comercios en Málaga intentan aguantar la situación a la que tienen que enfrentarse por la pandemia, pero algunos están a punto de precipitarse no se sabe a dónde. Negocios que llevan abiertos casi 20 años o más y algunos que hace muy poco que comenzaron su aventura, todos se enfrentan a la misma situación. Además, las últimas restricciones adoptadas para la comunidad autónoma han hecho que estos comercios dejen de remontar, así lo manifiestan. Algunos de ellos iban progresando, pero tener que cerrar a las 18.00 de la tarde cuando todo el mundo acaba de trabajar a esa hora, no les beneficia. Sin ayudas, tirando de ahorros y préstamos, el alquiler no baja... una odisea.

En el centro de Málaga, los comerciantes se ven desolados. Muchas calles se encuentran vacías, a veces no te encuentras ni a una persona en algunas calles. En otras, como Puerta del Mar o la calle Nueva no ocurre esto. Día tras día hay un constante tráfico que te impide caminar y en ocasiones tienes que estar esquivando personas u obras.

La calle Nueva se encuentra repleta de principio a fin con diversos negocios y por su puerta pasan cada día muchísimas personas. Pero solo pasan, no entran. Uno de los comercios que se encuentra en esta calle es Calzados Vía Nueva. Salvador Portillo abrió esa tienda de zapatos hace 17 años y tiene otra en el barrio de Huelin, pero la va a cerrar en enero «porque no se puede tirar».

Portillo manifiesta que «esto es una crisis nunca vista». Lo que le está suponiendo vender el 80% menos. «Esto es que no baja nadie al Centro, ni aunque pongamos rebajas ni aunque no pongamos, es que no baja nadie al centro», señala. El dueño de este local denuncia que las personas compran por internet en vez de ir a los pequeños comercios. «Encima hacen una encuesta y dicen que el 85% va a comprar por Internet, pues entonces qué es lo que hacemos los pequeños comerciantes», expresa, a lo que añade: «Cerramos y nos vamos, ¿no? O ponemos todos una tienda online y vendemos todos por la tienda online». «Eso es lo que vamos a tener que hacer, porque esto no es normal», sentencia.

Calzados Vía Nueva no está recibiendo ninguna ayuda. «Cero, nada, al revés, nos están pisoteando con el tema de que nos quieran sacar más dinero de la cuenta. La Seguridad Social y todo lo que hay», explica.

Salvador Portillo sustenta su negocio a base de préstamos ICO y le han hecho una pequeña rebaja del alquiler, «pero no es acorde con lo que estamos vendiendo». «Es una pena, los ingresos están siendo mínimos y los gastos superan a los ingresos», declara Portillo, agregando que no puede «estar pidiendo cada dos por tres un préstamo ICO para poder solventar dos o tres meses y después otro. No se puede, al final tenemos que cerrar todo, porque no hay quien lo aguante».

El dueño de este local es el único trabajando actualmente, puesto que por la situación tiene a un trabajador en ERTE. Este malagueño comenta que la situación está llegando incluso al planteamiento de cerrar. «Si yo no tuviera que pagar préstamos, cerraba y me iba a mi casa, yo no sufría con esto, porque esto es un sufrimiento», aclara. «Esto es llegar a casa, no tener ganas de comer, darle vueltas a la cabeza, levantarte por la mañana sin haber podido dormir en toda la noche... pero esto solamente lo sabemos los pequeños empresarios, los comerciantes, que no tenemos ayudas».

Tan solo piden ayudas, que según recalcan es lo único que necesitan, «para que puedan pagar los alquileres, las letras... para que puedan salir de todo esto», destaca. En cuanto a las restricciones establecidas por la Junta de Andalucía desde el pasado 10 de noviembre, Portillo explica que el horario idóneo para que ellos saquen más beneficios sería poder abrir de 17.00 a 20.30 horas, porque «desde las 14.00 hasta las 18.00 no se vende nada». «Por lo menos que por las tardes a las personas les dé tiempo a terminar sus cosas en su casa y poder salir, lo que no puede ser es este horario, que está la calle vacía, muerta, y nosotros tenemos que seguir pagando impuestos, vendamos o no vendamos», declara el dueño de Calzados Vía Nueva.

En los entornos del Museo Thyssen, la tienda de ropa Anita BER BER Atelier en la calle Mártires lleva un año abierta. Verónica Campos, dueña del local, vivía en Berlín y tenía un trabajo fijo, pero quería crear su proyecto en el Centro de Málaga y no duda ni un segundo en seguir peleando por mantenerlo vivo. «Por ahora voy a luchar hasta que vea que ya no tenga ninguna oportunidad, que vea que no puedo más, y entonces me plantearé cerrar, pero por ahora, no», declara.

Con la necesidad de generar ingresos y «sobrevivir», Campos hizo una serie de ofertas para el Black Friday, 30% en algunas marcas de diseñadores y un 20% en algunos productos de su línea de pendientes. Con ello busca equiparar los gastos con los ingresos, ya que ahora se encuentra vendiendo un 35-40% menos que antes de la pandemia, teniendo anteriormente sobre un 90% de ventas. «Estando al lado del Museo Thyssen se ha notado una barbaridad», expresa.

Verónica no cuenta con ninguna ayuda, ha solicitado una de alquiler, puesto que «la rebaja de alquiler ha sido simbólica, muy pequeñita, prácticamente lo mismo» y otra por la que le darían 1.000€, pero «por ahora no me han dado nada». La comerciante ha tenido que tirar de ahorros y de otras alternativas. «Soy diseñadora y he estado haciendo mascarillas para la Policía Local, Nacional, para empresas...», cuenta.

De cara a la Navidad, Campos expresa que quiere que «la gente se conciencie y compre en comercio local, que ahora para los regalitos se compre con conciencia, no compremos por comprar cualquier cosa. Mejor comprar en un comercio local donde te van a asesorar, que vas a comprar productos de calidad». Asimismo, explica que necesitan el «apoyo de la gente, que se conciencie y nos ayude, que el comercio local en el centro de Málaga es muy importante, porque es cultura».

La Panadería Confitería Nuestra Señora del Socorro en la calle Sagasta es un lugar por donde transita mucha gente diariamente al encontrarse al lado del mercado de Atarazanas, pero esto sigue sin ser sinónimo de buena recaudación, a pesar de tener uno de los alimentos que probablemente se encuentre en casi todas las mesas a la hora de comer.

Este lugar lleva abierto más de 20 años. Recientemente ha cambiado de dueño y se encuentran evaluando la situación, «porque no ven que saquen mucho beneficio», revela Laura García, trabajadora del local, por lo que podrían verse en la tesitura de cerrar. Se encuentran sin ayudas, sin bajada de alquiler y tirando de ahorros. Por otro lado, «beneficios aquí ahora mismo pocos, están al límite los ingresos con los gastos», expone García.

Por suerte, las restricciones horarias no les afectan, porque solo abren por la mañana, pero Laura expresa que «antes de las nuevas restricciones teníamos el 80% de ventas, pero ahora han vuelto a bajar porque hay gente que no puede venir de los pueblos». La dependienta cuenta que se ha reducido el número de clientes al no poder ir a la ciudad, sobre todo los fines de semana, la clientela de Torremolinos, Fuengirola y otras localidades.

Laura García, junto a su hermana Paola, ambas trabajadoras del establecimiento, se ocupan del negocio todas las mañanas. Las hermanas se lamentan ante las nuevas restricciones, porque «ahora estábamos remontando, pero al volver las restricciones, vamos otra vez para atrás».

Las papelerías tampoco están de suerte, Govez Málaga en la calle Puerta del Mar no cuenta con ningún tipo de ayuda. Además, tienen menos de la mitad de clientes que antes de la pandemia y han tenido que establecer una jornada continua desde las 9.15 horas hasta las 18.00 horas. «En el Centro estamos notando que hay muy poca gente, el tema de los horarios y la afluencia está siendo muy baja», expone Laura Cobos, encargada del establecimiento, a lo que añade que «la zona del Centro se está viendo muy afectada, porque aquí vienen muchos turistas y no están viviendo, también el tema de las limitaciones, que no pueda venir la gente de Torremolinos, de Rincón€ que viene mucha gente a comprar por el mercado y por ello se está viendo bastante afectado».

Ahora, llega la Navidad, época de regalos, pero lo que deparará sigue siendo una incógnita. «La Navidad trae mucha gente al Centro y veremos a ver cómo escapamos», señala.La pandemia ha derivado en la cancelación de muchos eventos y además, con las restricciones horarias, apenas se sale a tomar algo, por lo que los ingresos de las peluquerías están cayendo cada vez más rápido, ya que no se demanda una necesidad que antes muchas personas sí tenían.

Julies Retro Salón, en la calle San Juan, pronto hará seis años desde su apertura. En este local se han visto obligados a dejar personal fuera y abrir en jornada continua. Juan Álex, trabajador del establecimiento, cuenta que de forma habitual trabajan «entre cinco y seis personas en turno partido y ahora solo estamos tres en jornada continua». Su horario solía ser de lunes a sábado de 9.00 a 21.00 horas, pero con las restricciones horarias, tienen que cerrar obligatoriamente a las 18.00 horas. «Han bajado mucho las ventas y los clientes por el horario que nos han puesto. Dentro y fuera del centro trabajamos con el mismo horario, entonces claro, cuando ellos tienen tiempo a las 18.00, nosotros estamos cerrados», manifiesta.

Por su parte, tienen que estar sacando ahorros y pidiendo préstamos, porque «los ingresos son muy bajos». «Hay días que estamos facturando entre 50 y 100 € y los gastos son los mismos, por lo que hemos tenido que prescindir de muchas cosas», explica este trabajador. Antes de darse esta situación, entre semana solían facturar entre 400 y 500 € y los fines de semana entre 800 y 1.000 €, por lo que las pérdidas son bastante considerables.