Era una persona buena y con mucho sentido del humor, un niño de la guerra y sobre todo de la posguerra, con la sabiduría popular de quien casi todo lo había aprendido en el campo, donde era más feliz.

El pasado jueves 26 fallecía a los 85 años Enrique Aguilar Rivas, el antiguo guarda del Acueducto de San Telmo, un trabajo vinculado a su familia desde hacía casi un siglo, pues fue el 11 de septiembre de 1922 cuando su padre, Juan Aguilar Rojas, natural de Alozaina, juraba el cargo de guarda ante el alcalde de Málaga, Narciso Briales.

El puesto de guarda pasó en 1960, a su hijo Enrique, que lo tuvo que dejar en 1987, al jubilarse por enfermedad, aunque no hubo día en que este malagueño no dejara de vigilar esta obra hidráulica del XVIII.

Cuando estaba en activo lo hacía con su uniforme de guarda, escopeta al hombro y sin miedo a las alturas, algo que le venía de familia: Enrique contaba cómo su madre, María Rivas, que vivía junto a la presa, en el nacimiento del acueducto, Guadalmedina arriba, se levantaba todos los domingos a las 3 de la mañana para ir andando a misa a la Catedral y pasaba por la veintena de puentes de la obra promovida por Molina Lario.

En 2001 tuvo la alegría de ver cómo su hijo pequeño, Javier Aguilar Leal, cogía el testigo y se convertía en guarda del acueducto. Sin embargo, la vida golpeó con extrema dureza a Enrique y Trini Leal, su mujer, con la prematura muerte de Javier en 2015. La familia ya había perdido a otro hijo, Enrique, años antes.

Ahora, con el fallecimiento de este querido guarda, es el hijo superviviente, Juan Aguilar Leal, quien sigue la tradición familiar y se encarga de vigilar el acueducto, aparte de estar vinculado a la Fundación Caudal y Acueducto de San Telmo, informa Rosa Anaya Aguilar, sobrina de Enrique y presidenta de la Asociación de Amigos del Acueducto de San Telmo.

La mujer de Enrique, Trini, hablaba la pasada semana con esta sección para recordar a su marido con mucho cariño, con el que llevaba unida, primero como novios y luego como matrimonio, 62 años.

La familia Aguilar, a punto de cumplirse un siglo de su vinculación con el acueducto, ha perdido a uno de los defensores más activos y queridos. Hace una década, tanto Enrique como su hijo Javier propusieron que el parque sin nombre de Fuente Olletas se llamara Parque de los Guardas del Acueducto, en recuerdo de todos los que desde su construcción en el XVIII han velado por la construcción. Sería un bonito homenaje a todos ellos. Hasta siempre, querido Enrique.