A comienzos de semana, la sección de Local de este periódico daba una noticia esperanzadora en un doble sentido. En primer lugar, porque los vecinos llevaban nada menos que 15 años reclamando una mejora de la seguridad vial que, finalmente, se había hecho realidad.

No se crean que se trata de replicar el canal de Corinto o el de Panamá, ni mucho menos del soterramiento del eje litoral. Lo que los vecinos de las urbanizaciones del Camino del Colmenar y de Monte Dorado habían logrado eran algo más de cien metros de acera y un paso de cebra. Menos da una piedra, sobre todo si se la esperaba desde hacía tres lustros.

En segundo lugar, la esperanza venía de la mano de la Junta de Andalucía y en concreto de la Consejería de Fomento, responsable de la obra, porque en la anterior etapa socialista, la administración autonómica ya dejó claro por carta en 2006 a los vecinos de Monte Dorado, que si había que hacer alguna obra le correspondía al Ayuntamiento de Málaga y no a la Junta, dado que la carretera se había transformado en una travesía urbana. Que cada palo aguantara su vela.

Estábamos, como lo sufren tantos malagueños, ante un atasco administrativo en el que ninguna administración, y más siendo de partidos opuestos, movía un dedo para empezar las obras.

Así que le honra a la delegada de Fomento, la popular Carmen Casero, el haber desatascado la situación y el haber proporcionado aceras a la antigua salida de Málaga por los Montes, en la que los vecinos se jugaban la vida. El problema es que, pese a esta obra que hay que aplaudir, los peatones se siguen jugando la vida, y el temor es que pasen otros 15 años, con la excusa de que en el Camino del Colmenar ya se ha hecho todo lo que se tenía que hacer.

Pues ni mucho menos, de hecho, queda la parte más peligrosa, un auténtico 'desfiladero' entre montañas, con una canaleta a cielo abierto que obliga a los vecinos a caminar por el casi inexistente arcén de la carretera, en un tramo sin luces.

Los vecinos de Monte Dorado piden a la Junta que complete el trabajo y adapte este tramo, uno de los más peligrosos de España para el físico de los peatones. Soluciones hay sin necesidad de tocar la montaña y si la normativa impide tapar la canaleta - con lo que se conformarían los vecinos, habría, entonces sí, que tocar el monte. La vida de estos vecinos sigue en juego.