Los compañeros de trabajo de Massimo en el Hospital Regional, Carmen, Conchi, Patricia, Gorka, Alejandro, Javi, Dani -autor-, y Mar han compartido con este periódico estas palabras dedicadas a su amigo: Domingo 13 de diciembre. Alguien lanza la noticia y nadie da crédito a lo que está pasando. Massimo Colombi ha fallecido. Un silencio ensordecedor nos envuelve a todos. Tanto era, que se podía apreciar el resbalar de las lágrimas de los compañeros completamente hundidos. El llanto desdibujaba aquella mañana mientras se hacía eco por cada esquina la retórica del ¿por qué? Andábamos de un lado a otro, esperando con ansia que alguien desmintiera lo ocurrido. Que todo quedase en una anécdota y que pudiéramos bromear con él de lo ocurrido. Pero no. Por desgracia, el rebelde se nos ha convertido en divino.

Con lo escandaloso que tú has sido, amigo, ¿cómo es posible que te hayas ido sin hacer ruido? ¿Y a dónde vas ahora? Llegó, porque tenía que llegar, tu último latido, pero antes de que te vayas, déjanos darte las «gracias» una vez más. Pero desde la más profunda sinceridad. Necesitamos que nos creas y que lo sientas. Así, y sólo así, podrás marchar. Te llevarás tu cuerpo y tu alma, pero que sepas que nosotros nos quedamos con tus recuerdos y tu legado.

Prometemos que, de una forma u otra, te mantendremos con vida, porque un amigo como tú jamás muere si se mantiene vivo su recuerdo. El recuerdo de una de las personas más maravillosas que hayamos podido conocer. El recuerdo de un hombre que nos enseñaba constantemente qué es el amor a una mujer y a una familia, la fidelidad a unos principios y la vocación a una profesión. Un hombre cuya felicidad dependía de ayudar a los demás, ya fuese a amigos, compañeros o pacientes. El recuerdo de la firme lucha por un sistema y un mundo más justo y mejor. Tú fuiste aquella voz que siempre gritó por una causa perdida. El recuerdo de la persistencia, el valor de no rendirse jamás y luchar por aquello que llegaste a soñar. Eras un auténtico arsenal de paciencia y perseverancia. El recuerdo de un hombre valiente y sin miedo. Qué orgullo para una persona poder irse de este mundo con la testa bien alta como los has hecho tú. Lloraremos porque te fuiste, pero más nos alegraremos por lo que fuiste.

Por aquí te extrañaremos muchísimo. Pero ten por seguro, amico mío, que tu lucha continúa y que estarás batiendo tus alas detrás de cada uno de nosotros. Si sentimos que podemos rendirnos, nos acordaremos de ti para que nos levantes una vez más, como siempre has hecho, porque tu voz jamás se perderá en el vacío más profundo. Cuando recordamos tu risa y nos ayuda a sonreír, sabemos que sigues con nosotros. Así que sólo te pedimos, que sigas sujetándonos, levantándonos y cuidándonos, como hiciste con todo el mundo hasta el último de tus días.