«Me estaba ganando muy bien la vida en la ingeniería civil y cuando me vine a Málaga deposité todos mis ahorros y mi ilusión en este proyecto», confiesa Juan Carlos Romero, malagueño de 57 años y desde hace cuatro, creador y responsable del Aula Museo de Geología ´Minerales y Tesoros de la Tierra', que tiene su sede en La Trinidad, en un local de 180 m2 de la calle Bailén, 42 , en el que se exponen 1.500 ejemplares de minerales, fósiles, rocas y gemas de una colección total de 4.000 ejemplares.

Aficionado desde niño a los minerales y un gran senderista, su vocación le condujo a estudiar Geología en Granada. Como geólogo ha trabajado muchos años en el extranjero, en países como el Reino Unido e Irlanda, pero también en los Emiratos Árabes Unidos, Catar y Albania. «Haciendo carreteras, túneles, puentes... me dedicaba a la geotecnia, es decir, al estudio de la cimentación para la obra pública, al estudio del terreno», detalla. Por cierto que en el extranjero pudo apreciar cómo su profesión se valoraba bastante, al contrario que en España, «donde las profesiones se puentean, porque la especialización aquí no cuenta».

Como explica, la idea de liarse la manta la cabeza y regresar a su ciudad natal a montar un museo de su bolsillo, en realidad tiene un antecedente hace 21 años, cuando en 1999, junto con su buen amigo, el desaparecido farmacéutico Germán Barceló, ideó el proyecto de un museo de Geología, «para instalarlo en el Jardín Botánico de La Concepción».

Y aunque el plan no salió adelante, Juan Carlos Romero sí lo retomó casi dos décadas más tarde y desde 2016 es una realidad, en la que ha invertido unos 60.000 euros sin ninguna ayuda oficial, salvo 1.900 euros del Ayuntamiento, que declinó por la cifra.

Por cierto que el geólogo lamenta que en estos cuatro años el alcalde de Málaga no haya tenido tiempo para visitar uno de los pocos espacios museísticos de La Trinidad.

Además, su iniciativa emprendedora de divulgación educativa entronca con la Sociedad Malagueña de Ciencias (hoy Academia), uno de cuyos fundadores y primer presidente en 1872 fue el geólogo Domingo de Orueta y Aguirre. La institución, recuerda Juan Carlos Romero, desde su nacimiento abogó por un museo o muestrario natural de la enorme riqueza de la provincia, cuya revolución industrial se basó en los minerales: «Málaga fue una ciudad industrial gracias a las materias primas, al hierro sobre todo», recuerda el geólogo.

Tuvieron que pasar 144 años para que por fin abriera sus puertas este museo geológico minero privado, único en Andalucía, que precisamente se encarga de divulgar la enorme riqueza en el suelo y subsuelo de Málaga.

Porque como se encarga de subrayar y muchos malagueños desconocen, «la provincia de Málaga, con un 75 por ciento de montaña es, en relación con la superficie y el ratio de elevaciones medias, la segunda más montañosa de España tras Asturias».

Y entre las muchas sorpresas que desvela este museo, la de que nuestra provincia tenga los mayores yacimientos de cromo y níquel que hay en España, en la Carratraca y la Serranía de Ronda. «Si dependemos de China para traer el níquel a España, ¿no sería bueno dotar para la investigación y evaluar si esos yacimientos se pueden explotar respetando el Medio Ambiente?», se pregunta.

Pero hay más sorpresas, en la primera de las cuatro aulas temáticas en las que se divide el museo, dedicada al también geólogo Domingo de Orueta Duarte, hijo del primer presidente de la Sociedad Malagueña de Ciencias, Juan Carlos muestra una roca de grafito de Álora, con una pureza del 90 por ciento de carbono. Porque también en la provincia de Málaga se encuentran las mayores reservas de grafito de España, el mineral del que se extrae el grafeno, el material de más proyección tecnológica en este siglo.

Por cierto que en esta primera sala, centrada en la arqueometalurgia, la minería y las piedras pulidas y ornamentales, puede encontrarse el precioso travertino de la Sierra de Mijas, con el que se realizaron los altares de la Catedral de Málaga «y muchos palacios de España».

En el aula 2, dedicada al geólogo José Macpherson, dominan los fósiles, las rocas ígneas o de origen sedimentario y las gemas. «En el Plioceno, hace cuatro millones de años, el mar llegaba a la cota 100, hasta donde está el Puerto de la Torre», cuenta. Eso explica los fósiles de criaturas marinas que ha localizado en canteras de arcilla de la Colonia de Santa Inés, la fábrica de Salyt pero también en vertederos y bajo edificios.

Juan Carlos sostiene un asperón rojo, la piedra con la que se forjaron los impresionantes sillares de la Catedral, en el que se aprecian gotas de lluvia fósil de hace 240 millones de años, «cuando el material no estaba consolidado como roca sino como arena muy fina». Con el asperón rojo, detalla, se hacía la piedra del afilador y podemos encontrarlo en el Cerrado de Calderón, El Candado, Almogía, Casabermeja...

Y en el apartado de las gemas otra gran sorpresa: el cuarzo azul. «Es una variedad de cuarzo única en el mundo que solo existe en Antequera y Archidona. Vienen alemanes y americanos a por él porque está muy cotizado».

Hermosísimas limonitas de Benalmádena en el aula 3, dedicada a Domingo de Orueta Aguirre, la centrada en Mineralogía y Cristalografiá; al igual que en el aula 4, con el nombre de Germán Barceló Sierra, donde puede admirarse una gran pieza de cobre, procedente de una mina de cobre del Puerto de la Torre, conseguida por la Asociación de Amigos del Aula Museo de Geología.

La instalación se completa con un taller de minerales y rocas que hace las delicias de los colegios, cuyo alumnado, cuenta el geólogo, suele salir fascinado.

A Juan Carlos Romero le gustaría que las administraciones se interesaran más por esta ´gesta privada' de divulgación educativa que es única en toda Andalucía.