«Nací en La Trinidad pero la infancia la pasé entre mi barrio y El Perchel, mis mejores amigos eran de allí», cuenta a La Opinión el malagueño Antonio Hurtado González, que el pasado 10 de diciembre cumplió 66 años.

Este frutero jubilado, que comenzó de niño en el puesto de sus padres en el Mercado de Atarazanas y continúo casi toda su vida laboral en la frutería de El Corte Inglés, acaba de publicar ´Historias de Málaga. Barrios Trinidad y Perchel', 500 páginas de recuerdos personales y de testimonios de veteranos vecinos de La Trinidad y El Perchel, que con mucha paciencia ha ido recopilando.

Como explica, la primera versión del libro surgió hacia 2011: «Hice cuatro o cinco libros y los regalé a mi gente, a mis hijas y a mis nietos, para que tuvieran un legado de mi vida».

Más tarde, pensó que tenía demasiado protagonismo en el libro y quiso abrirlo a trinitarios y percheleros que quisieran compartir sus recuerdos. «Recuerdo que en días de terral iba a las asociaciones y peñas de La Trinidad y El Perchel, me presentaba y les explicaba lo que quería escribir», comenta.

Libreta en mano -y calcula que de ellas ha gastado cerca de ochenta- fue contactando con una treintena de vecinos y tomando nota de sus vidas. «Y cuando me faltaba papel escribía en la servilleta de los bares», destaca.

Uno de los testimonios que recabó, por ejemplo, fue el de la perchelera María Compán, nacida en 1928 y fallecida hace unos meses. El autor recuerda que María Compán le contó sus recuerdos ligados a la pesca en Málaga: «Comenzó hablándome de la recogida del copo, de cómo la gente iba por las mañanas entre dos luces y le daban la morralla -el pescado sobrante-, porque había mucha necesidad».

Los recuerdos de la infancia de María incluyeron la ´desbandá' de los malagueños del 7 febrero del 37, recién tomada la ciudad por los sublevados. Ella fue una de las niñas que con su familia escapó por la Carretera de Almería y fue testigo del asesinato de civiles. «Era fácil tropezar con los cadáveres abandonados en la carretera y había que apartarlos para poder seguir», cuenta.

El libro recoge cómo era la vida en los corralones de los dos barrios. A este respecto, Joaquín Cabello Fernández, que vivía con su familia en la calle Zamorano, 42 de La Trinidad, contó al autor : «Estábamos tan unidos que éramos una gran familia (...) al criarnos todos en el corralón, los chiquillos nos sentíamos tan apegados que no se sabía bien quién era hermano de sangre (...) ese cariño todavía lo retengo».

Antonio Hurtado explica que su libro dedica un capítulo a la figura de Pepe Bravo, quien durante muchos años fue el alcalde de La Trinidad, con el respaldo de los sucesivos alcaldes de la ciudad y como escribe en el libro, Pepe fue «un hombre sencillo pero determinado que rebosaba humanidad y que, durante décadas, se ganó el cariño de todos».

Por cierto que Antonio Hurtado quiere agradecer la colaboración de Antonio Arlandi, presidente de la asociación cultural de amigos Trinidad-Perchel, y un gran defensor de Pepe Bravo.

Este libro de recuerdos del Perchel y La Trinidad también recoge, gracias a Miguel Ángel del Pozo, la partida de nacimiento de Rafael Flores Nieto, El Piyayo, que nació el 1 de mayo de 1864 en un corralón de la trinitaria calle Arrebola y no en El Perchel, como muchos creían.

La partida de nacimiento se reproduce en el texto junto con los recuerdos del antiguo periodista de La Opinión y cineasta Antonio Diestro, que confiesa que El Piyayo «es uno de los personajes que siempre he querido dibujar con mi cámara». Antonio Diestro, por cierto, vuelca en este libro sus recuerdos de niño en el barrio de La Malagueta.

Porque aunque La Trinidad y El Perchel sean los protagonistas principales

, en estas historias de Málaga también hay cabida para otros rincones como el entorno del Arroyo de los Ángeles, la Feria del Parque, el mercado de Atarazanas donde Antonio trabajó de niño o las largas tardes de verano en la playa de la Malagueta, después de una dura jornada de trabajo en el mercado central.

Algunos de los lectores que han leído el libro han comentado al autor que la obra «tiene alma». El alma de dos barrios históricos de Málaga, expuesta por sus propios protagonistas: los trinitarios y los percheleros.