Segunda semana de enero. Van pasando esos 14 días reglamentarios para que los nuevos contagios producidos empiecen a dar la cara y a mostrar su verdadero alcance, ese que ya se evidencia en los indicadores de seguimiento de la pandemia.

Uno de los factores más claros en cuanto al impacto que están teniendo las fiestas navideñas en la evolución epidemiológica es la positividad global de las Pruebas de Detección de Infección Activa (PDIA), en las que se incluyen PCR y test de antígenos.

Esta tasa, ahora en un 17,76%, se ha duplicado en menos de un mes si se compara con el 18 de diciembre, el día en el que comenzaba la segunda fase de la desescalada navideña, que desbloqueó la movilidad entre provincias y devolvió el horario habitual a los comercios.

Ese viernes de diciembre, solo el 8,53% de las pruebas que se realizaban arrojaban un resultado positivo, según la actualización nº 274 del informe diario ofrecido por el Centro de Coordinación de Emergencias y Alertas sanitarias. De hecho, esa tasa se mantuvo en torno al 8% durante todas las fiestas y no fue hasta el informe del 5 de enero cuando mostró una primera crecida palpable, pasando al 11,45% de positividad en las pruebas diagnósticas realizadas entre el 26 de diciembre y el 1 de enero. Los efectos de esta subida se verán en los hospitales en las próximas semanas.

«El coronavirus en esto es cruel. Cuando yo veo que en un día hay mil casos, ya sabemos que entre 10 y 14 días habrá entre un 10% y un 15% de ingresados solo por esos mil. Y eso suma cada día», advierte Julián Olalla, portavoz de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología clínica y médico internista en el hospital Costa del Sol. «El porcentaje de positivos ha subido porque el virus vuelve a campar. Eso tenemos que corregirlo porque si no no llevamos buen camino, así de sencillo. Y ya sabemos todos como se corrige, con distancia social, lavado de manos, mascarillas».

Con el fin de la Navidad, este grave repunte de casos despeja las dudas sobre si el territorio está adentrado en la tercera ola, asumida ya por las administraciones públicas. En el caso andaluz, en la última semana se han detectado más de 16.000 contagios, siendo Málaga la provincia andaluza más afectada, con 3.643 casos nuevos en siete días.

Por continuar con la comparación, el día en el que se activó la movilidad interprovincial, el ritmo de contagios semanales en Andalucía era inferior a los 6.000 casos.

El 27 de noviembre, durante la presentación en Málaga de las ocho unidades móviles que ahora recorren las provincias realizando cribados masivos, el presidente de la Junta, Juanma Moreno, celebró que Andalucía había conseguido doblegar la curva de la segunda ola.

Entonces se barruntaba ya la muletilla política de «salvar la Navidad» para argumentar una relajación de las restricciones de cara a la época festiva de final de año, si la situación lo permitía. En esa visita a Málaga, el líder andaluz explicó que el «gran objetivo» entonces debía ser «evitar una tercera ola».

Ese discurso ha cambiado ahora, después de las nuevas restricciones, entre ellas, la extensión del toque de queda. Tras la reunión con el comité de expertos, Moreno defendió las decisiones tomadas antes de Navidad y se reafirmó: «La tercera ola sabíamos que llegaría y ya se está haciendo notar». Con todo, la Junta ya ha adelantado un posible recrudecimiento de las limitaciones.