Crónicas de la ciudad

Una congelación espacio temporal en la calle Orfila

En esta calle junto al Parque Huelin, desde cerca de 2008 permanece vallado un bloque a causa de una infracción urbanística. El vallado también cierra parte de unos jardines

Este es el aspecto que hace unos días presentaban, en mitad de la calle Orfila, parte de los jardines dedicados por la ciudad a la hermana Sabina Zamalloa, que durante tantos años trabajó en el vecino Cottolengo.

Este es el aspecto que hace unos días presentaban, en mitad de la calle Orfila, parte de los jardines dedicados por la ciudad a la hermana Sabina Zamalloa, que durante tantos años trabajó en el vecino Cottolengo. / Alfonso Vázquez

Alfonso Vázquez

Alfonso Vázquez

La antigua calle de la Industria y Corralones de Larios (la fábrica de hilados La Industria Malagueña) pasó a llamarse Orfila por decisión municipal en recuerdo del balear Mateu Orfila, responsable de que la toxicología sea hoy una Ciencia y no una palabra ignota.

Desde 2014 o 2015, a la mediación de esta calle que es uno de los laterales del Parque Huelin, nos encontramos con un mural cerámico de Alicia Guerrero, pintado por Natalia Fernández, con los escudos de Málaga y la Asociación de Amigos del Sagrado Corazón.

En el mural, que no está en la pared sino sobre un panel exento, podemos ver el rostro sonriente de la hermana Sabina, a quien están dedicados los jardines que tiene justo detrás. Además, puede leerse el lema «Siga velando por vosotros».

La religiosa homenajeada, ya fallecida, es la hermana Sabina Zamalloa, natural de Galdácano, Vizcaya, una monja que de 1965 a 1991 estuvo trabajando en el vecino Cottolengo.

Precisamente en 2016, el Consistorio descubrió la placa que, esta vez en la pared, informa de que nos encontramos en los Jardines Hermana Sabina.

Sin embargo, tan merecidísimo homenaje, logrado por la Asociación de Amigos Sagrado Corazón, que tanto trata de ayudar al Cottolengo desde su fundación, se ha quedado a medio camino por culpa de un problema ajeno pero anexo a estos jardines.

Como alguna vez informó esta sección, pegada a la zona verde hay un bloque, en el número 12 de la calle, cuyo perímetro permanece vallado desde aproximadamente 2008, y la valla se extiende por una parte importante de estos jardines, por lo que no se puede acceder a ellos.

En 2013, a raíz de una protesta de los vecinos porque la valla ocupaba una parte respetable de la acera y pedían que se retranqueara, el entonces concejal de la Carretera de Cádiz, Raúl Jiménez, informaba de que el bloque en cuestión no contaba con licencia municipal, dado que se había excedido en el vuelo de la terraza y no se podía «sentar un precedente».

Tan ejemplar actuación del Ayuntamiento, cuando estaba ya acabando la época de las vacas gordas en el ramo de la construcción, ha terminado siendo una especie de congelación espacio-temporal que habría fascinado a Isaac Asimov.

Desde ese 2008, hace ya 13 años, el vallado permanece incólume y el bloque, varado y cerrado, a la espera de que se solucione su situación urbanística. Y parte de los jardines de la Hermana Sabina, sólo vislumbrados, no disfrutados.