Tribuna de opinión

El rascacielos y su imagen. ¿Quién truca?

El autor del artículo busca ofrecer "unas claves y datos objetivos para que sean ustedes mismos los que comprueben la exactitud y el realismo de las imágenes, y, al mismo tiempo, la flagrante falsedad de las ofertadas por los vendedores del rascacielos"

Simulación a escala sobre el impacto visual real que conllevaría la construcción del rascacielos previsto en el dique de Levante.

Simulación a escala sobre el impacto visual real que conllevaría la construcción del rascacielos previsto en el dique de Levante. / Matías Mérida

Matías Mérida Rodríguez

En los últimos días, diversos personajes del entorno promotor del rascacielos del puerto se han atrevido a cuestionar el rigor de las simulaciones fotográficas realizadas en 2017 por un equipo de investigadores de la Universidad de Málaga que lidero y del que respondo. Un equipo con décadas de experiencia en la materia, con un más que demostrado prestigio profesional y que realizó el trabajo de manera absolutamente desinteresada. Estos personajes se dedican a repetir una falacia inventada por el promotor, que, ante la evidencia del impacto visual del edificio, vuelve a optar, ante la falta de argumentos, por la única vía de salida posible: negar la prueba del delito. Se puede llegar a entender los nervios y la desesperación de quienes ven peligrar los enormes intereses económicos que tienen en la construcción del mamotreto. Pero en ningún modo esto puede llegar a justificar el juego sucio, la mentira y la difamación.

Quizá sea ya el momento de responder a tantas sandeces. No pretendo explicarles el complejo procedimiento desarrollado para realizar las simulaciones fotográficas, expuesto en congresos y publicaciones científicas, sino ofrecerles unas claves y datos objetivos para que sean ustedes mismos los que comprueben la exactitud y el realismo de las imágenes, y, al mismo tiempo, la flagrante falsedad de las ofertadas por los vendedores del rascacielos. Comparemos y comprobemos. Vamos a ver quién ha trucado imágenes. Y quién miente como un bellaco.

Gráficos del impacto visual respecto a la Farola.

Impacto real del rascacielos tras la Farola, según Mérida. / Matías Mérida

Utilicemos para la medición la simulación fotográfica más difundida, en la que aparece el rascacielos asomando por detrás de la Farola. La fotografía reproduce exactamente lo que veríamos desde un determinado punto del Palmeral de las Sorpresas, un lugar muy transitado por los malagueños. Con un cierto tono melodramático, se ha afirmado que el mamotreto no estaría situado junto a la Farola. Menudo descubrimiento. No lo está, claro, está detrás de ella, y en la imagen también. Hay dos maneras muy sencillitas de comprobarlo: si observan la imagen, comprobarán que por su parte inferior la Farola se interpone en la visión del rascacielos, luego está delante de él. La segunda es más evidente todavía: el rascacielos aparece en la foto mucho más pequeño de lo que realmente es, y esto sucede simplemente porque está más lejos. Una obviedad. Otra cuestión bien distinta es que, aun así, el rascacielos imponga su apabullante presencia sobre el símbolo de la ciudad, y que esto desagrade a los malagueños, preocupados por su paisaje y su patrimonio.

Sigamos con las comprobaciones. El rascacielos, en las simulaciones fotográficas realizadas en 2017, tiene una altura de 135 metros, que fue la inicialmente anunciada y difundida en los medios de comunicación. Sabemos la altura de la Farola, 33 metros (37 con su linterna). Dividiendo la altura del rascacielos entre la de La Farola, obtendremos que el rascacielos es 4.07 veces más alto. Sin embargo, en la imagen que comentamos se aprecia, de un simple vistazo, que esa proporción de altura es muchísimo menor. Esto se debe, lógicamente, a que el rascacielos se encuentra a una cierta distancia de la Farola (unos 780 metros) y, como todos sabemos, una cosa lejana se percibe más pequeña que una más cercana. La cuestión es: ¿cuánto más pequeño se vería el rascacielos por detrás de la Farola?

Impacto real del rascacielos tras la Farola, según Mérida.

Gráficos del impacto visual respecto a la Farola. / Matías Mérida

Como conoce todo el que se dedique a esta materia, el tamaño percibido de un objeto (el ángulo visual, técnicamente) es inversamente proporcional a la distancia a la que el objeto se observa. Por tanto, el tamaño percibido disminuye en la misma medida que la distancia aumenta. Calculemos entonces. La distancia entre el punto de observación (Palmeral de las Sorpresas, a un centenar de metros de la esquina de los muelles 1 y 2) y el rascacielos es 2.7 veces superior a la existente entre ese mismo punto y la Farola. Dividamos la proporción del tamaño absoluto (4.07) entre la relación entre ambas distancias (2.7) y obtendremos la proporción en la que disminuye la imagen del rascacielos respecto a la Farola. El resultado, 1.5 veces. Con ese valor, midamos en la pantalla de nuestro ordenador, o donde tengan la imagen, cuánto mide La Farola, en centímetros (midan la altura hasta el arranque de la linterna). Multipliquen la cifra que obtengan por 1.5 y tendrán la medida del rascacielos en su imagen. Comprobarán cómo coincide con exactitud.

Podemos calcular también dónde tendría que ubicarse el rascacielos para que la Farola impidiera su visión desde el Palmeral. Desde un punto de visión que se situara en el mismo eje visual de ambos edificios, dejaría de aparecer tras la Farola a 1.840 metros, unos 600 metros por tanto mar adentro. Aunque claro, mejor no dar ideas, no sea que alguien, por el bien de los malagueños, proponga construir un nuevo dique con esta finalidad. Otro cálculo factible de interés: qué altura máxima tendría que tener el rascacielos, en la misma trayectoria visual, para que no apareciera en esa hipotética imagen detrás de la Farola. La respuesta, 89 metros. Lo pueden comprobar a partir del teorema de Tales o con cualquier otro procedimiento matemático y siempre van a obtener el mismo resultado.

Apliquemos ahora el mismo método en una de las imágenes recientemente presentadas por el promotor, que incluso se permite alardear públicamente de su exactitud. En ella, tomada posiblemente desde el mirador oriental de Gibralfaro, las grúas del puerto (112 m. de altura en su máxima extensión vertical) se encuentran situadas detrás del rascacielos, que es más elevado (116,6 m.). Sin embargo, observarán que la grúa con la pluma vertical aparece con el mismo tamaño que el rascacielos, algo físicamente imposible: algo más pequeño y más alejado nunca puede ser percibido como de igual tamaño. El problema, claro, no son las grúas, sino el rascacielos, qué, según hemos calculado, debería alcanzar en la fotografía una altura nada menos que un 37% más elevada. ¿Quién miente? ¿Quién truca? ¿Quién manipula?

Otra prueba fehaciente de quién miente en este asunto. En la tramitación de la modificación del Plan Especial, la Autoridad Portuaria de Málaga presentó un documento, denominado Hitos de Referencia, con mediciones comparativas con otros edificios e instalaciones. Este documento, presentado por quien debe velar por el bien público, estaba plagado de inexactitudes, y todos ellas disminuían y disimulaban el impacto visual del rascacielos: proporciones incorrectas, alturas erróneas, se sumaba a algunos edificios la altura del pararrayos… Técnicamente, impresentable. Tras el trámite de alegaciones, en el que pusimos de manifiesto este bochorno, la propia Gerencia de Urbanismo, según leemos en prensa, demandó a la Autoridad Portuaria un nuevo documento de referencias visuales, admitiendo implícitamente que el anterior no servía para nada. ¿Quién manipula? ¿Quién miente? ¿Cómo es posible que el responsable último de ese infumable documento se atreva a pontificar e incluso descalificar con tanta frivolidad e ignorancia sobre estas cuestiones?

EL RASCACIELOS Y SU IMAGEN. ¿QUIÉN TRUCA?

Foto trucada, con el rascacielos un 37% más pequeño, según Mérida. / L. O.

Se ha argumentado también que la altura que aparece en las fotografías ha cambiado, ya que los promotores (no la Administración) han anunciado una nueva, más reducida. Sobre esta hay que hacer algunas precisiones, ya que es evidente el enésimo intento de confundir a la ciudadanía.

Primera: la altura anunciada en la nueva versión empresarial, 116,6 metros, es la de la torre, pero se oculta, otra vez más, que la torre no arranca desde el suelo, sino que lo hace desde el mismo basamento de 12 metros que existe desde el principio, que, obviamente, habría que computar. Total, casi 129 metros de rascacielos, prácticamente la misma altura que la utilizada en las simulaciones fotográficas realizadas en 2017 (135 metros). Los promotores no han publicado datos numéricos del alzado de esta nueva versión; si se facilitaran, se harían nuevas simulaciones fotográficas y no duden de que de nuevo las ofreceríamos a la ciudadanía.

Una segunda e importante consideración: esa supuesta altura (116,6 metros) no se corresponde con la que se está tramitando. Cuando se pudo acceder al expediente, se comprobó que la altura real autorizada sería de 150 metros (138 de torre + 12 metros de basamento). Es decir, que el impacto sería todavía mayor que el reflejado en las simulaciones fotográficas. Y esta es en realidad la altura que cuenta y no la que diga el promotor. Porque, si es verdad que no se piensa elevar la altura hasta los 150 m., ¿por qué no se cambia la altura en el expediente? Si usted va a comprar una casa y quiere saber cuántos metros cuadrados tiene, ¿en qué cifra confiaría, en la que le diga de palabra el vendedor o en la que figure en el Registro de la Propiedad? Que el vendedor del producto inmobiliario utilice este tipo de artimañas puede considerarse, ética aparte, dentro de una lógica llamémosla comercial. Que las Administraciones responsables impulsen y amparen un proyecto de este tipo, es más difícil de entender. Pero que el representante de una Autoridad se preste a la difamación con tal de promover a toda costa un proyecto empresarial ante el que debe tener, como Administración, una actitud vigilante, resulta, sencillamente, incomprensible.

Concluyendo, las imágenes son rigurosas y realistas, y quien afirme lo contrario, bien por interés o bien por ignorancia, miente. Datos demostrados y demostrables, frente a falsedades interesadas, inventadas sin fundamento técnico alguno y sin aportar un solo dato. Datos comprobables por todo el que quiera conocer la verdad sobre el impacto del rascacielos sobre la Farola y sobre la bahía entera. Ya está bien de escuchar sandeces, mentiras, difamaciones. Somos conscientes de que, ante la ausencia de argumentos, algunos voceros seguirán repitiendo machaconamente la infamia. Nada nuevo tampoco, hay quien defiende que la tierra es plana o que Trump ganó las elecciones. Pero permítanme que pida respeto para un trabajo objetivo, riguroso, realizado por investigadores serios y solventes, con una trayectoria que les avala y ética profesional a prueba de bomba. Cuando hemos sido requeridos por la Justicia, lo hemos sido en calidad de expertos para realizar peritajes judiciales de impactos visuales sobre el paisaje, no por otras cuestiones. En este legítimo debate ciudadano no se debe jugar sucio, por mucho dinero que se deje de ganar.

¿Quién miente? ¿Quién truca? ¿Quién manipula? Compruébenlo ustedes mismos.

*Matías Mérida Rodríguez es profesor titular de Análisis Geográfico Regional de la Universidad de Málaga