Crónica de la ciudad

Moreno Bonilla, doblado por Gabilondo

La Junta y cientos de locutores andaluces de radio y televisión parecen convencidos de que el español hablado en Andalucía es un tic barriobajero a erradicar

Monumento a Blas Infante en Málaga.

Monumento a Blas Infante en Málaga. / Paula Hernández.

Alfonso Vázquez

Alfonso Vázquez

El poeta sevillano del Siglo de Oro Fernando de Herrera formulaba esta pregunta ante las críticas de un condestable de Castilla: «¿Paréceos que de los puertos acá no hay hombres que sepan hablar, y que toda la elegancia de nuestra lengua está en solo los castellanos?».

Eran los tiempos en los que, por el poderío económico y político de Sevilla, el español hablado en Andalucía se tenía como algo prestigioso. Por este motivo, no es de extrañar que un gramático murciano de ese mismo siglo XVI como Ambrosio de Salazar asegurara que frente a la lengua castellana, prefería la «lengua andaluza» (no entendida, claro, como un idioma).

Pero la época en la que el español hablado en Andalucía estuvo rodeada de prestigio pasó a mejor vida. Curiosamente, una antigua ciudad que acogió la corte en ese mismo Siglo de Oro, en nuestros días todavía mantiene el halo de ser el sitio donde mejor se habla español: Valladolid. Por descontado no es así, es el peso político del pasado lo que mantiene la leyenda.

Este paseo por la ‘historia lingüística’ se justifica porque, en vísperas del Día de Andalucía, un año más tenemos que lamentar que ni la Junta de Andalucía ni la mayoría de locutores de radio y televisión andaluces que trabajan por España han conseguido atajar el complejo de inferioridad que arrastran, no sabemos por qué.

¿Se imaginan a un locutor andaluz poniendo voz a un anuncio sobre el día de la Comunidad de Madrid? Jamás de los jamases. Al contrario, casi todo los años

Después de contemplar la naturalidad con la que tanto el presidente andaluz, Juan Manuel Moreno Bonilla, como el vicepresidente Elías Bendodo y el consejero de Ciudadanos Juan Marín hablan un correcto español con acento andaluz, uno confiaba en que no se iban a repetir esos anuncios tan cursis con los que a veces nos obsequiaba la Junta en la etapa socialista, con locutores con acento salmantino o palentino animando a sentirnos orgullosos de ser andaluces. Pero se han repetido. ¿Se imaginan a un locutor andaluz poniendo voz a un anuncio sobre el día de la Comunidad de Madrid? Jamás de los jamases. Al contrario, casi todo los años.

Resulta alarmante que, en unos tiempos en los que los locutores canarios y extremeños felizmente empiezan a hablar en cadenas de radio y televisión nacionales sin esconder su acento, aquí seguimos con este inexplicable complejo que hace que tantos locutores reciban clases de dicción para terminar hablando un español que sonroja por artificial y engolado.

Ya puestos, que Gabilondo doble todas las intervenciones del presidente de la Junta y así acabamos de una vez con este acento indigno y barriobajero del que ‘desciende’, qué le vamos a hacer, buena parte del español hablado en América.

Locutores andaluces, levantaos (y dejad de hablar tan raro). Feliz 28-F.