Crónicas de Málaga

El Auditorio de Málaga vuelve a escena para saludar

Valla publicitaria que anunciaba la construcción del auditorio en el muelle de San Andrés.  | L.O.

Valla publicitaria que anunciaba la construcción del auditorio en el muelle de San Andrés. | L.O. / José Antonio Sau

José Antonio Sau

José Antonio Sau

Esta ciudad es de debates mal digeridos que se prolongan durante años. La toma de decisiones sobre proyectos estratégicos que se indigestan es fatigosa, lenta. Esta semana ha vuelto a salir a la palestra pública el debate en torno al auditorio. Desde que se hizo el primer amago administrativo en 1983 hasta hoy han pasado ya casi cuarenta años. La noticia saltó esta semana porque el Ayuntamiento y el Puerto siguen negociando la cesión de la parcela de San Andrés, de en torno a 30.000 metros cuadrados. El caso es que la ciudad la quiere gratis y la Autoridad Portuaria, después de que ese suelo pasara de ser dotacional a patrimonial y, por tanto, se le asignara en 2013 un valor de nueve millones de euros, no está dispuesta a cederla gratis. Llevan años hablando. Todos tienen buenas palabras y dicen estar condenados a entenderse. El Puerto, que además de su estrategia de desarrollo a base de dos marinas deportivas, el discutido rascacielos o la transformación del muelle cuatro en una zona comercial y de oficinas, necesita suelos logísticos para seguir con las labores industriales y, además, tiene que mejorar la conexión ferroviaria del recinto. El tan traído y llevado soterramiento. El Ayuntamiento ha dicho ya que le va a ayudar. Pero hay una cosa clara: el Consistorio malagueño, ni de lejos, va a aceptar llegar a esos nueve millones en compensaciones. Si hay acuerdo, uno de los dos perderá en un principio, porque la tesis municipal es que el Puerto recuperará mucho dinero cuando se llenen los bares y negocios de la marina de San Andrés, que estará al ladito del auditorio. El Ayuntamiento recuerda que fue la socialista Magdalena Álvarez, en su etapa como ministra de Fomento, la que dotó de valor a esa parcela para contabilizar su cesión al consorcio creado como una aportación. Ese argumento se ha vuelto a esgrimir y así lo hemos contado. Por otro lado, ya saben que el alcalde, Francisco de la Torre, estaba moviendo un borrador de protocolo de compromiso y tratando de que la Junta, la Diputación y el Estado se sumen a la financiación de un proyecto que costaría 121 millones de euros. El regidor decía en 2019 que debía empezar la obra el pasado año, pero llegó la pandemia. De momento, ese protocolo lo apoyan la Diputación y la Junta, pero esto, amables lectores, no puede hacerse sin el Estado. Es así. Y tal vez por ello se entienda el movimiento de esta semana del equipo de gobierno para que la parcela venga gratis a la ciudad y no se contabilice, en la aportación del Ejecutivo central, el precio actualizado de esa pastilla. Así pondrá más pasta el Gobierno. Aunque, cabe insistir, en la génesis de todo ese suelo, según la tesis municipal, debía ser gratis para Málaga. El caso es que también se busca dinero entre las empresas privadas y algunas de las habituales ya han dicho sí. Pero son 121 millones de euros en una crisis. El Consistorio, aprovechando el maná europeo que debe llegar, ha redibujado el proyecto como un hub de innovación artística y audiovisual. Y, mientras tanto, fuentes municipales aseguran que el proyecto sobre el que se basará el futuro palacio de la música será el que ganó el concurso internacional de ideas en 2008: el de Agustín Benedicto (autor de un proyecto de peatonalización de la Carretera de Cádiz que nunca se hizo) y Federico Soriano. Es decir, se destierra la idea de volver a convocar otro concurso, al menos en principio. Hay quien cree que otro concurso sería volver a la casilla de salida. Daniel Pérez, portavoz del PSOE, propone recuperar del proyecto ya redactado, al igual que la portavoz de Podemos e IU, Remedios Ramos. Cree Pérez que la jugada de esta semana del equipo de gobierno obedece a que se busca «la confrontación» con el Gobierno central, en manos del PSOE y UP pese a que Carlos Rubio, presidente de la Autoridad Portuaria, es del PP de toda la vida. La aportación del Puerto y del Estado, dice Pérez, sería ese suelo de nueve millones (que ahora valdrá más, a ver qué dice la tasación). Hay quien se ha preguntado, incluso, si esta infraestructura es rentable. Si vale la pena pagar el auditorio. Para mí, sí vale la pena, aunque haya que darle una vuelta a la idea más que nada para que la construcción no se convierta en una secuela de la película de terror que ha sido, que está siendo la obra del metro. Para los arquitectos también. Ellos hicieron el palacio Euskalduna Jauregia de Bilbao, y aseguran que su impacto económico en el PIB del País Vasco en 2016 fue de 85 millones. Y cuando el PSOE estaba en la Junta instaba, día sí y día no, a redimensionar el proyecto, a hacerlo más viable (lo que podría haber implicado la búsqueda de un nuevo proyecto). Lo cierto es que al auditorio le han pillado dos crisis, una tras otra. «El auditorio es la deuda pendiente de la ciudad, la cultura no se puede medir en términos de rentabilidad», dice Pérez, que pone como ejemplo el Festival de Cine, que ha puesto a Málaga en el centro del universo fílmico. «Al alcalde le pido que no lo dilate más, si aporta el terreno el Gobierno central ello minoraría la aportación del Estado». Hay que volver al consorcio que dinamitó Rajoy por la crisis, cree. Ramos es clara: «Ni un milímetro de tierra para especular pero sí para la cultura». Pide recuperar el proyecto de Benedicto. Y reclama al alcalde que «no dé más bandazos». Aunque indica que, si hay que apoyar al Consistorio para que el terreno venga gratis, ahí está su partido. Al fin y al cabo esto es para cultura, no para un pelotazo, cree. Cs dice: «Creemos que todo el proceso del auditorio debe implicar a todas las instituciones y a la iniciativa privada para que tenga un coste asumible. Hay que tener en cuenta que no sólo hay que construir, sino que luego hay que programar. Es un equipamiento que Málaga necesita y que está en nuestro programa de cogobierno». El auditorio ha salido esta semana a escena a saludar.

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