Crónicas de la Ciudad

Las dos caras de la calle Don Juan de Málaga

Unas obras en la zona renuevan la imagen de la calle, aunque los vándalos se siguen cebando con las pinturas murales del palacio de Villalcázar

Pintadas en Don Juan de Málaga.

Pintadas en Don Juan de Málaga. / Alfonso Vázquez

Alfonso Vázquez

Alfonso Vázquez

Por alguna casualidad o algún misterio entomológico, cada vez que en los últimos 20 años el autor de estas líneas visitaba la calle Don Juan de Málaga se topaba con un mínimo de tres moscas revoloteando en clara sintonía familiar .

Pese a que el refranero español nos anuncia que ‘El día de San Crisanto las moscas, al camposanto’, con posterioridad al 25 de octubre (festividad de San Crisanto) allí que estaban las moscas, e incluso si la visita tenía lugar en diciembre o en enero tampoco faltaban a la cita.

Así que, si Conan Doyle fue el primero en imaginar un trozo de nuestro planeta en el que los dinosaurios habrían sobrevivido al pepinazo del meteorito, ¿cabría hablar de una suerte de ‘Mundo perdido’ de las moscas en la calle Don Juan de Málaga?

Pues desgraciadamente no caerá esa breva para los entomólogos, porque en la última visita, hace unos días, las familiares moscas no aparecieron, lo que quizás suponga una comprensible alegría para los vecinos.

La calle recuerda al bisnieto de Alí Dordux, el comerciante que rindió la Málaga musulmana a los Reyes Católicos y que como agradecimiento recibió de apellido el nombre de la ciudad.

El trazado de la calle que lo evoca apenas ha cambiado desde finales del siglo XVIII. Ya por entonces era una calle portuaria, cerca de la desaparecida puerta del Ángel y ‘abrazada’ al palacio del conde de Villalcázar de Sirga, uno de los títulos nobiliarios del conde de Bellavista.

Su traza de una calle casi encerrada en sí misma, conectada a calle Cañón y con un minúsculo acceso por un lateral del palacio, hoy la Cámara de Comercio, quizás haya propiciado el tranquilo sesteo de las mencionadas moscas y desde luego, más de un bebercio en grupo y más de una ‘agüita amarilla’ de luctuoso recuerdo para quienes por allí viven.

En nuestras días, unas obras sacan esta calle de su discreta existencia. La fachada de una de las casas antiguas se mantiene, que no es poco en esta Málaga con, aproximadamente, sólo un 2% de las viviendas con algún grado de protección.

El azar ha querido que Don Juan de Málaga, quien al parecer fue regidor de la ciudad en el XVII, comparta compañía con la pequeña calle que recuerda al payaso español Charlie Rivel.

Lo que no tiene ninguna gracia es que el acceso a Don Juan de Málaga por el pasillo del palacio de Villalcázar luzca pintadas de uno o varios bípedos, pese al esfuerzo que hace unos años permitió rescatar pinturas barrocas, a la espera de la fachada. Entre las moscas y estos mastuerzos, ¿con quienes se quedarían?

Entrada a la calle Don Juan de Málaga, con pintadas en la decoración del palacio del conde de Villalcázar.

Entrada a la calle Don Juan de Málaga, con pintadas en la decoración del palacio del conde de Villalcázar.