Crónicas de Málaga

El diablo siempre habita en los detalles

Imagen de la parcela del Astoria.

Imagen de la parcela del Astoria. / ÁLEX ZEA

José Antonio Sau

José Antonio Sau

Esta pandemia nos ha dejado agotados, pero la verdad es que poco pensamos en lo que se nos viene encima una vez que la Unión Europea se ponga tocar las narices con el déficit público y ya no haya dinerito para Ertes. Aún tenemos encima la resaca de las elecciones madrileñas, se recrudecen los rumores de un adelanto en Andalucía y Elías Bendodo, el todopoderoso número dos de la Junta, la mano derecha de Juanma Moreno, centra su agenda en Málaga y es prácticamente imposible no encontrártelo en un sarao político un viernes o un lunes. En la orilla socialista, Daniel Pérez, espadista de pro, opta a cargos de importancia en el partido a nivel provincial, más allá de añorar suceder a Paco de la Torre como el primer regidor nacido al oeste del río Guadalmedina, con todo lo que eso significa. Esta semana, igual que los espadistas (seguidores del alcalde de Sevilla, Juan Espadas, aspirante a ser el candidato del PSOE-A a la Junta y merendarse, por tanto, a Susana Díaz) agitaban la pandereta, han hecho lo propio los susanistas con una plataforma conformada por ediles como Rubén Viruel o la parlamentaria Beatriz Rubiño. Han comenzado a dejarse oír, suponemos que en un intento medido pero tardío por evitar que a Susana Díaz se le siga poniendo cara de cadáver político, aunque cuando vino a Málaga alguno la paseara por la puerta de la hermandad del Sepulcro. Y, mientras que las noticias de política orgánica y los rifirrafes partidarios han copado los titulares de la semana, en la capital estrenamos el pasado martes un nuevo límite de circulación para calles de un carril o de dos carriles, uno por sentido. Por ellas, sólo se podrá discurrir a un máximo de 30 km/h. Eso, por ejemplo, ya lo hacían en Bilbao. Los vascos, como siempre, son los más rápidos, incluso para ponerse los primeros en la lista de los más lentos del país. El caso es que dice la DGT que se va a reducir el riesgo de ser atropellado por un coche que vaya más rápido de la cuenta un 80%. Si ese es el fin, bienvenido sea el medio, aunque me da a mí que hay un afán recaudatorio evidente en la medida, sobre todo por parte de ese gran cobrador del frac que es Pere Navarro, el del carné por puntos que tantas vidas ha salvado y que ahora, de repente, se apunta a que los ciudadanos debamos abonar el paso por autovías y autopistas, como sucede en toda Europa, se nos dice. Estaría bien que se importaran también los salarios y la calidad de los servicios públicos europeos cuando se nos compara con los países que hay más allá de los Pirineos para trincar pasta.

En Europa, por ejemplo, no en toda pero sí en buena parte de ella, lo que sí hay son carriles bici. Aquí en Málaga, los existentes son pocos y malos. Sólo hay que darse una vuelta por el que discurre frente a Castañón de Mena. Ahora el Ayuntamiento se ha puesto las pilas para hacer más, sobre todo después de las dos bicifestaciones que se han organizado desde febrero, multitudinarias ambas, para denunciar que se obligue a los ciclistas a compartir 70 kilómetros de carriles ciclables, o 30, con coches, motos, furgonetas y camiones, con lo que eso puede suponer para su seguridad. Ruedas Redondas ha pedido la suspensión cautelar de los artículos que obligan a los ciclistas a abandonar aceras y zonas peatonales, el TSJA le ha dado la razón al colectivo mientras resuelve sobre el fondo del asunto, y José del Río, edil de Movilidad, anuncia un recurso de reposición e insiste en que la DGT considera que las bicicletas son vehículos y, por tanto, han de ir por los carriles ciclables o los carriles bici, no por zonas peatonales ni aceras. El caso es que Ruedas Redondas propuso reconvertir provisionalmente 22 espacios urbanos para que pudieran discurrir los ciclistas, pero el Consistorio lo rechazó. El Consistorio promete carriles bici a medio plazo y ya ha pintado uno sobre la acera en el Paseo Marítimo Pablo Ruiz Picasso y otro en la Alameda, y lo hace, claro, por la presión de las ‘bicifestaciones’, pero lo cierto es que Ruedas Redondas quiere una solución ya y ofrece, una y otra vez, su interés por llegar a un acuerdo. Como he dicho alguna vez, sacar a los patinetes y las bicis de las aceras es una decisión correcta, pero si se echa a los ciclistas al carril ciclable y se les pone en peligro, lo que en un principio era un camino adecuado se convierte en un error. Este asunto requiere ya de un acuerdo político a gran escala. Hablo de voluntad política y amplitud de miras. Metiendo, por cierto, en la ecuación al peatón. En esta historia, todos tienen razón, al menos en teoría, pero el diablo está en los detalles y es difícil pero posible llegar a un pacto.

El diablo también habita en los detalles del enésimo capítulo sobre el futuro del Astoria. Ahora, una vez que se conoce que los sondeos geoarqueológicos revelan la existencia de estructuras romanas o fenicias a mayor profundidad, se rechaza el edificio translúcido previsto y se apunta a la posibilidad de un inmueble de iniciativa pública, que respete el Pepri y que aporte un plus de calidad arquitectónica. Sé de buena tinta que hay ya proyectos orbitando en torno a Urbanismo, alguno muy potente y con poco impacto. Aunque el mejor proyecto sería dejar aquello diáfano y dignificar los restos hallados. Veremos qué hace el diablo con la letra pequeña de esta polémica.