Familias de acogida

La función indispensable de las familias de acogida

Estela, una chica que fue acogida por una familia, defiende la labor que hacen estas personas y advierte de que «los niños necesitan un apoyo psicológico para entender la situación»

Equipo humano de Hogar Abierto, entre ellos, trabajadores sociales y psicólogos.

Equipo humano de Hogar Abierto, entre ellos, trabajadores sociales y psicólogos. / ANA LÓPEZ MOReNO. málaga

Ana López Moreno

Las familias de acogida se definen como aquellas que construyen un lazo afectivo y protector con un menor mientras que se resuelven conflictos o problemas por parte de sus progenitores o padres biológicos. Acoger no es lo mismo que adoptar, ya que la primera, tanto a nivel legal como afectivo, se da temporalmente. Hay menores que, por diversas circunstancias, se encuentran en Centros de Protección y asociaciones como Hogar Abierto se encargan de buscar familias para ellos y difundir el acogimiento familiar. Las familias acogedoras tienen las obligaciones de una familia convencional: velar por el menor, acompañarlo, alimentarlo, educarlo. y fomentar su formación.

La asociación Hogar Abierto nació en 1997, como pionera en el acogimiento familiar en Málaga. En toda España hay instituciones que llevan a buen puerto estos trámites, en el caso de Andalucía es el Servicio de Apoyo al Acogimiento Familiar de Menores, es decir, este procedimiento está financiado al completo a la Junta de Andalucía. En este sentido, existen modalidades distintas de acogida: de urgencia, temporal y permanente, dentro de ellas se podrá dar el acogimiento familiar especializado.

Hogar Abierto no solo ofrece servicios de acogimiento de menores , sino que también tiene otro programa que ha ido implantando con el tiempo como es el de intervención familiar. En palabras de la trabajadora social de Hogar Abierto Paqui Montiel, «en los planes de intervención familiar trabajamos en separaciones y divorcios, familias en conflicto, el programa Caixa Proinfancia, etc». En definitiva, la asociación Hogar Abierto se ocupa a tiempo completo de la protección de la familia y, en especial, de los menores.

El proceso de acogida empieza cuando la Junta de Andalucía notifica a la asociación que existen menores en Centros de Protección. Hogar Abierto, entonces, actúa como puente: conecta a las familias con los niños que las necesitan. Las familias deben pasar por un procedimiento para entrar en «la bolsa de familias adecuadas», tal y como explica Paqui.

El proceso empieza con una solicitud acompañada de una cierta documentación, «como siempre el certificado de antecedentes penales, la renta, el padrón, certificados médicos, etc., después de eso la familia tiene que pasar obligatoriamente por un curso de formación». Una vez se ha realizado el curso se hacen las entrevistas de adecuación, «para confirmar si la familia es adecuada o no para acoger menores y de qué perfil y qué modalidad», explica Montiel, que añade que existen tres modalidades distintas.

«Cuando se han hecho las entrevistas de tipo psicológico y se ha recabado suficiente información el equipo técnico, trabajadora social y psicóloga, realizan un informe y si la familia es adecuada ya se puede contar con ella», concluye la trabajadora social. Cabe la posibilidad de que grupos de hermanos sigan juntos, ya que existen familias que quieren y pueden acogerlos a todos. También hay casos de niños y niñas con necesidades especiales.

Las modalidades de acogida incluyen la de urgencia, que es para niños menores de seis años, ya que por ley no pueden entrar en un Centro de Acogida e inmediatamente pasan a estar con una familia adecuada. Esta modalidad solo puede durar un máximo de seis meses. Además, la modalidad temporal se da por un máximo de dos años, ya que se entiende que puede haber resolución de la familia biológica o de origen y tener al menor de vuelta en ese periodo. Para casos más generales, en los que un estudio no confirma que la situación vaya a mejorar en tan poco tiempo se crea la modalidad permanente, en la que los menores están con las familias de acogida por un tiempo indefinido.

Además, Paqui comenta que «en el caso de urgencia las familias acogen a un menor o a un grupo de menores aceptando cualquier peculiaridad, desde menores completamente sanos hasta menores con discapacidades, enfermedades y trastornos de conducta», mientras que en el temporal y el permanente «las familias eligen el perfil del menor para el que son adecuados o para los que ellos se ven preparados, pueden elegir la edad, si tienen una enfermedad, etc., a excepción del sexo y la raza, lógicamente».

La cantidad y diversidad de menores para quienes el Servicio de Protección de Menores solicita familias de acogida es bastante alta, por ello desde Hogar Abierto reclaman que existan más familias de acogida. La finalidad del acogimiento no es otra que la de integrar al menor en una vida familiar temporal paralelamente a la suya natural o de origen.

El testimonio de Estela

Estela es una chica malagueña de 32 años que tuvo la oportunidad de estar con familias de acogida desde los cinco años. Nació en Málaga y tiene un hermano mayor y dos menores. A partir de los tres años empezó a vivir en un colegio interno religioso, las familias se pusieron en contacto con ellos. Al principio, cada hermano estaba separado, con una familia distinta, sin embargo, estas familias tenían relación de amistad, lo que posibilitó verse a menudo.

Aún así, «echaba de menos a mis hermanos, yo estaba muy unida a ellos, no me adaptaba bien en su ausencia, es verdad que era una buena familia, tenía de todo, pero yo siempre he estado muy unida a mis raíces», sin embargo, luego, pudo vivir con uno de ellos. Estela pasaba los días entre semana en el colegio, ya que su madre biológica trabajaba y tenía una situación vital compleja, los fines de semana con ella en Málaga y los periodos de vacaciones en Marbella con una familia de acogida. Con 12 años cambió el rumbo de su vida, por su propio pie decidió vivir con su familia de acogida junto con su hermano menor.

«Cuando era pequeña lo vivía como cuando te vas con una tía que vive fuera». Para Estela no era extraño estar con la familia. Al darle la opción de vivir con una «familia normal» o en un colegio interno ella escogió la primera, estuvo desde los 12 años hasta los 17, que se emancipó sola, viviendo en Marbella con la familia acogedora. «Tuvieron un hija biológica pequeña y yo quería estar con ella», pese a ello recuerda que lo pasó muy mal en la adolescencia, donde pensaba que sus padres estaban en contra de ella, «al no ser mis padres biológicos llegaba a pensar que no me querían».

Además, los niños que son acogidos tienen que explicar en muchas ocasiones por qué su vida es diferente, «en el colegio eso me hacía pensar mucho, por qué no podía estar con mis padres de verdad». Estela hace hincapié en que debería existir una ayuda psicológica siempre para los niños en acogida ya que necesitan que alguien les dé respuestas y también, expresarse, «se crean muchas inseguridades, a día de hoy me afecta en mi adultez e incluso en mi maternidad».

«Nuestro caso es un poco atípico, no conozco casos de acogida», Estela comenta que es algo poco habitual ver familias de acogida. Actualmente, Estela tiene un hijo y una hija con una vida totalmente independiente, «siempre fui muy autónoma», se lleva bien con sus «dos madres» y tiene una relación excelente con su hermana menor, hija biológica de sus padres de acogida.