Crónicas de la ciudad

Las acribilladas columnas del Puente de los Alemanes

Es un misterio cómo seguimos permitiendo una imagen turística tan precaria y siniestra como la de las destrozadas columnas que acompañan al puente más especial

Las columnas del río llevan lustros abandonadas y degradan especialmente la imagen del Puente de los Alemanes.

Las columnas del río llevan lustros abandonadas y degradan especialmente la imagen del Puente de los Alemanes. / A. V.

Alfonso Vázquez

Alfonso Vázquez

Hablábamos ayer del ‘fallido’ río Guadalmedina, en referencia al tramo más duro de contemplar, el que va desde la iglesia de Fátima hasta el Centro de Arte Contemporáneo, una lengua de hormigón (o similar), con fuentes sin uso del año de la Expo y, eso sí, perros que pasean con sus dueños y que tienen ante sí, posiblemente, el mayor pipicán de Europa Occidental.

El Ayuntamiento da la impresión de que ha escogido el proyecto más caro y lento de ejecutar para cambiar para siempre la faz del río, en lugar de optar por una solución mucho más barata y de carácter más medioambiental, cuyos resultados en el río Manzanares son más que evidentes.

No es ninguna sorpresa, lo que sí esperamos muchos es que, dado el ingente coste de las obras y su duración, estas no se limiten a un cambio estético y aborden con seriedad qué hacer ante una avenida de aguas extraordinaria, probabilidad remota pero que siempre estará ahí, con la presa del Limonero como una espada de Damocles sobre Málaga.

Mientras llegan esas obras, bien podría nuestro Consistorio, plantearse el eliminar de una vez por todas algunos elementos fallidos de la reforma del 92 que, misteriosamente, van camino de los 30 años y siguen ofreciendo a turistas y visitantes una imagen precaria e inquietante de la Ciudad del Paraíso.

Porque es un auténtico enigma cómo, a estas alturas del siglo XXI, nuestro Ayuntamiento permite que por el lado de Santo Domingo escolten el precioso Puente de los Alemanes dos columnas ‘acristaladas’ que -en homenaje a las pedreas del pasado siglo y el anterior entre chaveas - lucen acribilladas y abandonadas desde hace lustros.

Las columnas son las supervivientes del mencionado arreglo estético del río aprovechando el ‘caudal’ de dinero de los fastos del año 92, una solución de tiempos de Pedro Aparicio que la puntería certera de algunos bípedos dejó para el arrastre.

En breve tiempo todas las columnas acristaladas del proyecto se convirtieron en adefesios, con el agravante de que dos de ellas escoltan el puente más apreciado por los malagueños, regalado por Prusia en 1909. Pero pasan los años y las décadas y nadie se plantea ni reparar ni retirar estos desechos.

Apedreadas y llenas de pintadas -que también se extienden al arranque del Puente de los Alemanes-, la ciudad se gastará una cantidad muy elevada en cambiar el aspecto del cauce pero mientras tanto, bien podía poner remedio para que dejemos de ofrecer al mundo una imagen más propia del Pasaje del Terror.