Todo se precipitó tras la caída de Igueriben. Los más de 3000 rifeños rebeldes que habían asaltado esta posición avanzaron hacia el campamento de Annual, dispuestos a aprovechar la confusión y el desánimo que invadía a los militares españoles. En Annual había concentrado Silvestre el grueso del ejército español, pero durante la madrugada del 21 al 22 de julio el comandante general dudó sobre qué debía hacerse: resistir y enfrentarse al enemigo o emprender la retirada. Cambió de opinión varias veces y al final, cuando ya amaneciendo mandó retirarse, la confusión se había apoderado del campamento y la desbandada fue generalizada, al tiempo que los rifeños atacaban. Muchos españoles murieron en la posición (como el general Silvestre) o durante la huida. Los que sobrevivieron comenzaron un viacrucis que duró varios días, perseguidos por los cabileños, formando una columna que dirigía el segundo de Silvestre, el general Felipe Navarro. A esta columna se unieron precipitadamente los militares que guarnecían otras posiciones, que cayeron en cascada. El objetivo era llegar a Melilla.
Una de estas posiciones era la de Talusit Sur, en la que se encontraba desde finales de marzo de 1920 el artillero Antonio Sánchez Benegas, nacido en Cuevas de San Marcos el 1 de marzo de 1890.
Durante la evacuación que ordenó el jefe de la guarnición el 24 de julio de 1921, este artillero malagueño desapareció y ya no se volvió a saber nada más de él.
También había nacido en Cuevas de San Marcos José Gómez Ríos, uno de los cuatro soldados malagueños que murieron durante la retirada de Subuch-Sba’a.
Escrita también como Bus Baá o Busada, esta posición estaba guarnecida por una compañía de infantería del regimiento Melilla n.º 59 y un destacamento de la 4ª batería de la Comandancia de Artillería de Melilla.
Cuando fueron a suministrarse a la población en la noche del 21 de julio, se encontraron con que los dueños de las cantinas las habían cerrado y se habían marchado, por temor a los harqueños, que se aproximaban. Estos impidieron con disparos que hicieran la aguada el día 22 por la mañana, y por la noche intentaron entrar en la posición mediante argucias.
El día 23 por la mañana el capitán que mandaba en la posición ordenó que marchara un convoy a Kandussi para suministrarse. El convoy regresó con la misión cumplida y sin sufrir contratiempo alguno. Pero por la tarde los harqueños comenzaron a rodear y a hacer fuego contra la posición, cuya guarnición se defendió con firmeza.
El 24 continuaron resistiendo los defensores, sitiados por los harqueños. Incomunicados y sin agua, vieron cómo ardían los campamentos de Kandussi y Batel. Varias veces intentaron los harqueños convencer el capitán jefe de la posición para que se rindiese. Este accedió la última vez a que cesara el fuego para facilitar el acercamiento de un grupo de jefes rifeños, seguidos de muchos más, que se aproximaron armados. Cuando estaban a poca distancia del parapeto, el capitán ordenó hacer fuego, causando muchas bajas entre los harqueños. Por la noche el ataque de estos fue aún más violento.
Al día siguiente, tres soldados españoles que habían sido apresados en Dar Quebdani se acercaron a Sbuch-Sba’a para trasladarle al jefe de esta posición la oferta de rendición de los jefes harqueños: si entregaban las armas, serían respetadas sus vidas. Pero el capitán, que sabía lo que había ocurrido en Dar Quebdani (casi todos los españoles fueron masacrados después de rendirse), se negó a claudicar.
Tras celebrar una reunión con los demás oficiales, el capitán tomó la decisión de abandonar la posición. Mandó inutilizar los cuatro cañones y preparar la retirada para las 22 horas. Así se hizo, pero, en cuanto salió la vanguardia de la columna, el intenso fuego de los harqueños causó numerosas bajas y los soldados españoles regresaron a la posición. Poco después, el capitán volvió a ordenar la evacuación. En cuanto salieron formados en guerrilla, de nuevo fueron atacados, pero lograron romper el cerco con granadas de mano y las bayonetas caladas. Afortunadamente para los fugitivos, los harqueños prefirieron saquear la posición abandonada en lugar de perseguirlos.
Llegaron a la carretera de Dar Drius a Kandussi 80 de los 105 hombres que media hora antes habían salido de Sbuch-Sba’a. Allí oyeron los gritos de los harqueños, que por fin habían decidido perseguirles. Según fuentes, eran 500 o 1000 jinetes, que pasaron de largo a unos 100 metros de los españoles, escondidos al amparo de la oscuridad nocturna.
Al llegar al río Kert, los españoles corrieron a beber y a bañarse con imprudentes gritos de júbilo, pues cerca estaba el aduar donde residía el cadí de la cabila de Beni Saíd. Y, en efecto, unos minutos más tarde, cuatro españoles fueron heridos por una decena de rifeños que dispararon apostados en un terraplén. El capitán ordenó calar bayonetas y cargar contra los agresores, los cuales fueron acuchillados sin piedad.
Tras una hora de marcha a paso ligero, perseguidos cada vez más cerca por los harqueños, el capitán ordenó a sus hombres que se parapetaran en un declive del terreno y se prepararan para hacer frente al enemigo. Poco después de abrir fuego, cayeron muertos el capitán y un sargento, haciéndose cargo del mando un alférez. Temiendo que los rodearan, éste ordenó la retirada a paso ligero, confiando que la velocidad les salvara. Muchos españoles cayeron en esta huida desesperada. Los harqueños los persiguieron con tesón, deteniéndose algunos de ellos solo para rematar a los heridos y quitarles el armamento. Al cabo de unos metros, los españoles se encontraron con que no podían avanzar más porque otro grupo de harqueños les cortaban el paso, disparándoles a corta distancia. Calaron las bayonetas y se lanzaron a la desesperada contra quienes tenían enfrente. Los españoles lucharon con valentía en aquel combate desigual, pero fueron masacrados por los rifeños.
Además de Gómez Ríos, murieron aquel día otros tres soldados malagueños: Francisco Almansa, natural de Villanueva de Algaidas, y Juan Casado González y José Moral Morente, ambos nacidos en Archidona.
Las guarniciones costeras de Sidi Dris y Afrau resistieron los feroces y reiterativos ataques de los rebeldes rifeños, muy superiores en número, pero acabaron claudicando.
El 22 de julio fue cercada la posición de Sidi Dris por numerosos harqueños, que la atacaron con intensidad y llegando hasta las alambradas. Estaba guarnecida por 350 hombres de infantería.
En la mañana del 23 de julio ambas posiciones estaban cercadas y hostilizadas. Apenas tenían agua, víveres y municiones. Apoyándolas se hallaban frente a la costa el cañonero Laya, el buque Princesa de Asturias y un mercante con materiales de fortificación.
Siendo imposible evacuar las guarniciones por tierra, se decidió hacerlo por el mar, para lo cual arribó el 24 por la tarde el cañonero Lauria, que se incorporó a la flotilla. Desde Afrau se hicieron señales para informar de que la resistencia estaba llegando al límite, por lo que había que acelerar la evacuación; desde Sidi Dris las noticias eran peores: resultaba casi imposible realizar la retirada por mar.
El general Berenguer ordenó que se procediera a la evacuación de Sidi Dris a las 11 horas del día 25, pero una hora antes los harqueños intensificaron el ataque. Los cañones de los barcos hicieron fuego cuando se vio cómo la guarnición empezaba a abandonar la posición. Los primeros en hacerlo eran policías indígenas, que en su mayoría se despeñaron y murieron; solo unos pocos llegaron a la playa.
Dos botes del Laya fueron hacia la playa, donde les esperaban ya los primeros defensores de Sidi Dris. Se acercaron tanto, que uno de los botes encalló. Durante el rescate y el regreso al Laya murieron tres marineros y un alférez de navío.
Los soldados que habían quedado en la playa fueron cayendo ante el fuego enemigo. Otros se habían quedado en la posición. La operación de rescate por mar había sido un fracaso. Habían muerto unos 140 soldados.
A las 18 horas los harqueños entraron en la posición y mataron a los españoles que quedaban dentro.
Algunos soldados consiguieron escapar hasta la playa y arrojarse al mar, donde fueron rescatados por los tripulantes del Lauria. Cuando los cañones de Sidi Dris dispararon contra los barcos españoles, el Princesa y el Laya pusieron rumbo a Afrau, desde donde se pedía auxilio insistentemente.
Aquel 25 de julio cayó herido el marinero del Lauria Antonio Gómez Pareja, natural de Vélez Málaga, que murió en el hospital de Melilla el 3 de agosto.
Al día siguiente se produjo la evacuación de Afrau. Según las órdenes recibidas, los barcos que había frente a la costa, el Princesa de Asturias, el Laya y el Lauria, deberían disparar sus cañones hacia los lados de la posición para proteger la retirada de la guarnición, que se produciría cuando se diera la señal convenida. Pero el jefe de la posición se precipitó y comenzó la operación sin esperar a la señal. Al ver que los defensores empezaban a abandonar Afrau, los tripulantes de los barcos procedieron a arriar las barcas.
La columna de retirada fue rápida e intensamente hostigada por el enemigo. Cayeron muchos españoles antes de llegar a la playa. Ya en el mar, los fugitivos se cubrieron con unos arrecifes, a la espera de ser rescatados por los marineros que manejaban los botes. Como en estos no cabían todos, los marineros debieron de hacer varios viajes bajo el fuego enemigo. De los cerca de 180 hombres que guarnecían la posición, subieron a bordo de los barcos 130, de los cuales 40 estaban heridos.
También hubo bajas entre los marineros, como Juan de Dios Romero Granado, natural de Málaga, Manuel Aguilera Gómez, natural de Churriana, y Matías Fernández Gallardo, nacido en Málaga, que murió en el hospital de Melilla al día siguiente, 27 de julio.
Asediados desde hacía días por más de 5.000 harqueños, sin agua ni víveres, sin apenas municiones y esperanza, los españoles que permanecían en el fuerte de Monte Arruit soportaron a diario el bombardeo y los disparos de los pacos o francotiradores rifeños. No había sitio donde enterrar a los muertos ni donde curar a los heridos. También los medicamentos se habían acabado. Casi todos los que trataron de huir o se dejaron embaucar por las promesas de libertad de los harqueños, fueron muertos o, en algunos casos, capturados.
Después de varias propuestas de rendición, el general Navarro aceptó por fin capitular, siguiendo el consejo de su superior, el general Berenguer, que se hallaba en Melilla, desde donde no se veían capaces de mandar una expedición con posibilidades reales de rescatarles. El objetivo prioritario de los refuerzos que desembarcaban en el puerto melillense era defender esta plaza.
Cuando el 9 de agosto se produjo la rendición en Monte Arruit, se repitió lo sucedido en Dar Quebdani. Una vez que los 1675 españoles se habían desarmado y se preparaban para iniciar la retirada, fueron atacados por más de 3000 harqueños. Mientras los españoles eran masacrados, incluidos los heridos, el general Navarro y una docena de jefes y oficiales fueron apresados.
Entre los malagueños que perecieron estaban el teniente Manuel García Espallargas (nacido en Málaga el 25 de abril de 1900) y el alférez Enrique Martín Martín (nacido el 22 de mayo de 1888 en Ardales), ambos del regimiento de infantería San Fernando n.º 11.
Se desconoce con exactitud el número de españoles caídos durante el llamado desastre de Annual, que comenzó con la caída de Igueriben y terminó con la matanza de Monte Arruit. Según documentos oficiales, las bajas fueron 13.363 o 12.214. Si de estas cantidades se restan los heridos, desaparecidos, desertores y prisioneros, así como los rifeños que cayeron sirviendo a España, se calcula que fueron entre 8.000 y 9.000 los muertos peninsulares.
El 1 de septiembre la cifra de refuerzos llegados a Melilla rondaba los 36.000 militares. Con ellos, el alto comisario Berenguer empezó a planear la ansiada reconquista, según le gustaba decir. La primera columna que emprendió esta empresa estaba dirigida por el general José Sanjurjo Sacanell.
El 21 de agosto se produjo un combate en Zoco el Had, en la cabila de Beni Sicar, vecina de Melilla, en la que murieron cuatro malagueños: el sargento José Romero Urda (del regimiento Extremadura n.º 15, natural de Genalguacil) y los soldados Miguel Bautista Mérida (del 6º regimiento de Artillería Ligera, natural de Comares), Antonio Cano Reyes (del regimiento de la Princesa n.º 4, natural de Cuevas Bajas) y Juan Chaves Cortés (del regimiento de la Corona n.º 71, natural de El Burgo).
También era del regimiento de infantería de la Corona n.º 71 el soldado Antonio de Paz Jurado (nacido en Ardales), que formaba parte de la columna Sanjurjo y murió combatiendo el 31 de agosto.
El 12 de septiembre comenzó el contraataque del ejército español. Su avance no encontró una fuerte resistencia al principio, pero aun así se produjeron bajas casi a diario.
En los días 15 y 16 de septiembre hubo un largo y duro enfrentamiento en el blocao de Dar Hamed (conocido como Blocao el Malo), situado entre las posiciones 2ª Caseta y Sidi-Amet-el-Hach, durante el cual cayeron los 15 o 16 legionarios que lo defendían, así como algunos de los soldados de varias compañías que fueron a socorrerles. Entre los primeros estaba Antonio Martínez Mena, natural de Parauta.
El día 16 fue enterrado en el cementerio de Melilla el soldado marbellero Antonio Cano Lozano, muerto en combate. Y el día 19 murió por herida de arma de fuego en el hospital militar melillense el soldado antequerano Juan Corbacho Luque.
Otros diez soldados malagueños murieron combatiendo el 29 de septiembre: Manuel Aguilar Antúnez, Juan Gómez Ruíz, José Lima Fernández, Antonio Luque Ortigosa, Luis Pérez Manzanares, Juan Pérez Pérez y Antonio Ramos Montosa del regimiento de infantería Borbón n.º 17, Antonio Lozano Hijarro, de la Comandancia de Intendencia de Melilla, Antonio Martín Carrasco, del regimiento de infantería España n.º 46, y Manuel Torres Sánchez, del 3º regimiento de Zapadores Minadores. Este último murió en Tizza.
También en Tizza murió el teniente del regimiento Borbón n.º 17 Francisco García Verdejo el 2 de octubre, que había nacido en Algarrobo. Ese día fueron heridos en Tizza dos malagueños más, ambos también del regimiento Borbón n.º 17, que murieron al día siguiente en el hospital militar de Melilla, el alférez Francisco Ruíz Ruíz y el cabo Juan Llorente Herrera.
La columna mandada por el general Sanjurjo siguió avanzando y recuperando más posiciones durante los primeros diez días del mes de octubre. Así, el día 2 ocupó Ulad Lau, Sebt y Bu Gamar. En dicha operación murió el legionario Rafael Guerrero Moreno, que residía en Arriate.
El 5 de octubre la columna Sanjurjo tomó Atlaten, Xofar y la estación de Sebt. Entre las bajas producidas en estos combates estaba el cabo de Regulares Ceuta n.º 3 Francisco Sanz Sarabia, natural de Málaga, que murió a la 1 de la madrugada del día 6 en el hospital militar melillense.
El 10 de octubre la columna mandada por el coronel Alberto Castro Girona mantuvo un durísimo enfrentamiento con los harqueños en la meseta de Taxuda.
Cuatro malagueños murieron en aquella batalla, pertenecientes al regimiento de infantería Princesa n.º 4 (que arribó a Melilla el 18 de agosto, procedente de Alicante, donde estaba de guarnición): el sargento Francisco del Río Llamas (natural de Alozaina), el cabo Antonio Robles Díaz (de Vélez Málaga) y los soldados Manuel Calle López (de Cártama) y Francisco Ruíz Gallego (de Casarabonela).
Casi un mes después, el 8 de noviembre, cayó herido también en Taxuda el legionario rondeño Cristóbal Ruiz Benítez, que murió a la 1 de la madrugada del día siguiente en el hospital militar de Melilla.
*Autor de ‘El Desastre de Annual. Los españoles que lucharon en África’ (Almuzara)