Mirando atrás

Toda una vida en la Peña Malaguista

Juan José Rodríguez Morán entró a trabajar de botones con 14 años en la Peña Malaguista y se jubiló 47 años más tarde, cuando la institución ya llevaba el nombre en solitario de Liceo de Málaga. En el 70 aniversario del nacimiento de la peña comparte sus recuerdos.

Juan José Rodríguez Román, delante de la que fuera sede de la Peña Malaguista, institución en la que trabajó 47 años.

Juan José Rodríguez Román, delante de la que fuera sede de la Peña Malaguista, institución en la que trabajó 47 años. / Álex Zea

Alfonso Vázquez

Alfonso Vázquez

En febrero de este año se cumplieron siete décadas del nacimiento de la Peña Malaguista, una institución en la que, con sus sucesivas denominaciones, el paleño Juan José Rodríguez Román (Málaga, 1947) ha estado trabajando nada menos que 47 años.

«Con 13 años me sacó mi madre del colegio ICET para entrar a trabajar de pinche en Casa Pedro y con 14 entré en la Peña Malaguista por un directivo y vecino del Palo, don Antonio Barranco Montes», recuerda.

La Peña Malaguista, remarca Juan José, fue una ‘escisión’ del Círculo Mercantil que nació en 1951, todavía con el recuerdo vivo del primer ascenso del C.D. Málaga a Primera en 1949.

«Los socios más veteranos me contaron que un lunes, estando los más jóvenes del Círculo Mercantil en las mesas de billar hablando del Málaga, el presidente, Dionisio Ric, les dijo: ‘Señores, para hablar de fútbol ahí tenéis la calle’», destaca. Y así hicieron al fundar unos doscientos socios la Peña Malaguista, primero con sede en la calle Salinas y a los dos años en la Acera de la Marina, encima de la popular Cafetería Puerto Rico.

A esta sede llegó el joven paleño que, como recuerda, pasó un examen de ingreso de la mano del propio presidente fundador, Antonio Gómez Téllez. «De don Antonio recuerdo que era un caballero. El examen consistió en las cuatro reglas y un dictado», cuenta.

Juan José Rodríguez Román (izquierda) con algunos compañeros y socios.

Juan José Rodríguez Román (izquierda) hacia 1965 con algunos compañeros y socios. / Archivo Juan José Rodríguez Román

En la Peña Malaguista llegaron a trabajar siete botones y el joven del Palo era uno de ellos: «Había botones de billar, de calle... yo comencé como botones de calle, los socios me mandaban a por un helado a Casa Mira, a por pollos o perdices a Casa Curro, al Bazar del Fumador de calle Larios...», detalla.

El lustroso uniforme de botones, por cierto, recuerda que en la última época lo confeccionaba la Sastrería Nueva York de calle Nueva.

Pero Juan José sólo estuvo tres meses encima de la Cafetería Puerto Rico pues la peña estrenó en 1963 su flamante nueva sede en la plaza del Carbón,2. Dos millones de pesetas costó la adquisición del edificio y otros dos acondicionarlo y el mobiliario.

José Luis Estrada Segalerva, Baltasar Peña Hinojosa, Antonio Gómez Téllez y Francisco García Grana en la nueva sede de la Peña Malaguista en 1963.

José Luis Estrada Segalerva, Baltasar Peña Hinojosa, Antonio Gómez Téllez y el alcalde Francisco García Grana en la nueva sede de la Peña Malaguista, en 1963. / L.O.

Con el cambio, la popularidad de la peña fue creciendo y superó los 1.200 socios, «por lo que pusieron un tope». Como recuerda además, en el primer piso se colgaban carteles con la foto y datos de los aspirantes a socios, «por si alguien ponía alguna pega», aparte de que la cuota de entrada de la época «valía 3.000 pesetas por lo menos», calcula.

Después de trabajar de botones pasó a ayudante de conserje y conserje, el puesto que ostentaría hasta su prejubilación. De las instalaciones de la Peña Malaguita recuerda que contaba con mesas de billar, peluquería, un bar de grandes dimensiones «que entonces lo tenía el padre de Mariano Reche» y la posibilidad de jugar al ajedrez, al dominó... y a las cartas. «Aunque estaba prohibido el juego, ahí veías jugando a policías, comisarios... de todo», comenta con una sonrisa, al tiempo que destaca que «el bacarrá fue lo que nos salvó a nosotros porque dejaba dinero». Y por supuesto, contaba con una nutrida biblioteca, con Luis Armentia, archivero y bibliotecario, al frente.

Estaba claro que, con el tiempo, el seguimiento del C.D. Málaga iba dejando espacio a otras actividades, entre las que también destacaban las conferencias, un grupo de teatro o los bailes de los domingos con la orquesta ‘Los Caballeros’, que se iniciaban con el himno de la peña, con música del maestro Perfecto Artola.

También recuerda la Cabalgata de Reyes, en la que la Peña Malaguista ponía la carroza del Rey Baltasar o la caseta de la Feria de Agosto, en la que Juan José Rodríguez Román también trabajó. De hecho, recuerda la Feria del Parque y el día en que el presidente le presentó a Antonio Machín, que actuó para los socios.

Actuación de Antonio Machín en la caseta de la Peña Malaguista.

Actuación de Antonio Machín en la caseta de la Peña Malaguista. / L.O.

En Semana Santa, por cierto, contaban con una tribuna junto al antiguo Banco Zaragozano y allí actuaban los mejores saeteros de entonces: Pepe de La Isla, Morenito de Córdoba, Antonio de Canillas y Cándido de Málaga, entre otros.

El joven dejó temporalmente el trabajo para hacer la mili en 1968. Ese mismo año nacía la Asociación de Amigos de la Universidad, que siempre tuvo su sede en la Peña Malaguista. Y gracias al bibliotecario Luis Armentia, muy unido a esta asociación, se crearon los Premios Málaga de Investigación, todavía ‘en activo’.

El relevo generacional

En los años 70 se produce el relevo generacional con el joven Andrés García Maldonado. Hacia 1975 pasa a llamarse Liceo de Málaga-Peña Malaguista y también se aprecian otros cambios, pues era una peña de hombres y las mujeres sólo podían participar en actividades en determinados días de la semana.

Con la Democracia, recuerda el antiguo conserje, ya no hubo limitación por sexo y aumentaron las actividades culturales. Por otro lado, la llegada de los casinos hizo seria competencia a las cartas y la peña perdió un importante soporte económico.

Por las estrecheces económicas, en 1998 la institución vende la planta baja del edificio y en 2003 pasa a llamarse Liceo de Málaga, en solitario.

Juan José Rodríguez Román junto al busto a Antonio Gómez Téllez y la placa homenaje a Luis Armentia.

Juan José Rodríguez Román junto al busto a Antonio Gómez Téllez y la placa homenaje a Luis Armentia. / Álex Zea

En los últimos años, el paleño era el único empleado, una tarea agotadora que le animó a prejubilarse en 2009: «Yo hacía de todo, era disc jockey, botones, camarero, binguero, pues había un bingo familiar.. me quedé solo», cuenta.

Juan José Rodríguez Román trabajó casi medio siglo en esta institución, nacida hace 70 años y a la que entregó buena parte de su vida. Por eso la sigue recordando con cariño.