Arquitectura

El Palo y Pedregalejo: estudiar una forma de vida

El arquitecto veleño Francisco Ortega Ruiz analiza en un trabajo fin de máster de la UMA la recuperación ambiental y paisajística de los antiguos barrios de pescadores de El Palo y Pedregalejo

Francisco Ortega Ruiz el pasado lunes, delante de las antiguas casas de pescadores del paseo marítimo de Pedregalejo

Francisco Ortega Ruiz el pasado lunes, delante de las antiguas casas de pescadores del paseo marítimo de Pedregalejo / A. V.

Alfonso Vázquez

Alfonso Vázquez

Al pie de la playa, desde los Baños del Carmen al Merendero El Tintero y durante unos 2,5 kilómetros se extienden los antiguos barrios de pescadores de Pedregalejo y El Palo, clasificados en el actual PGOU como Colonia Tradicional Popular.

Ambos núcleos están ‘resurgiendo’ de un pasado de autoconstrucción modestísimo y poniendo el rumbo hacia un modelo esperanzador en el que el turismo no ha arrasado con esta forma de vida, sino que se ha adaptado a ella.

Es una de las conclusiones del estudio ‘Recuperación ambiental y paisajística de la infravivienda en el borde marítimo: Autoconstrucción sostenible en los barrios de El Palo y Pedregalejo’.

Su autor es el veleño Francisco Ortega Ruiz, un arquitecto de 30 años, formado en la Universidad de Granada y vecino del Centro de Málaga, que ganó el concurso de la UMA para renovar el frente marítimo del paseo Ciudad de Melilla. El premio consistió en una beca para el Máster de la UMA en Proyectos Arquitectónicos, Diseño Ambiental y Nuevas Tecnologías.

Como explicaba ayer lunes a este diario, el trabajo fin de máster, en el que ha contado como tutor con el profesor Juan Gavilanes, le ha llevado varios años en los que además de recabar información de la historia de estos barrios, ha analizado casa por casa y hablado con numerosos vecinos.

Litoral Este, estudiar una forma de vida  | A.V.

Vivienda moderna en calle Jábega, 51, en Pedregalejo, un proyecto de José Trujillo Prieto. / A.V.

«La ciudad está avanzando muchísimo, tomando un ritmo desorbitado con megaconstrucciones. Sin embargo, hay un valor asociado a lo tradicional que parece que lo estamos perdiendo un poco», explica. Por este motivo, quiso realzar la arquitectura y la forma de vida de estos dos núcleos de pescadores que, como remarca, son «barrios autoconstruidos sin ningún tipo de normas, orden ni regla, por eso hay esas calles tan estrechas, parcelas irregulares y una formación aleatoria. Lo curioso es cómo eso, si al final lo adaptamos a criterios de eficiencia energética y construcción sostenible puede ser un ejemplo de Urbanismo sostenible».

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Vivienda tradicional en Banda del Mar, 57, en el paseo marítimo del Palo / A.V.

Un modelo de éxito

Porque, como destaca, en ese Pedregalejo y El Palo asomados al mar se encuentran viviendas con tres plantas de altura como máximo, lo que implica cimentaciones menos agresivas, menos cemento y menos emisiones de C02; además, la densidad de las viviendas favorece la sombra, reduce las distancias y facilita la movilidad, por lo que el uso del coche en una zona en su gran mayoría peatonal es testimonial, lo que también baja las emisiones de C02.

A este respecto, Francisco Ortega compara estos barrios con el de La Malagueta: «Es un modelo más opuesto a este porque está pensado para que la edificación sea en altura, con lo que el plano del suelo se deja libre pero sobre todo para los coches».

Por otra parte los callejones estrechos del Palo y Pedregalejo -el más estrecho de 71 centímetros- originalmente concebidos para dar salida al agua del mar cuando había temporales permiten la ventilación natural con la brisa marina.

El arquitecto apunta una primera etapa de autoconstrucción con materiales muy humildes (piedra, barro, cal y cañas) que dio paso a construcciones más dignas con muros de carga y techos de caña, madera y tejas. En la paleña Banda del Mar, 57 hay un precioso ejemplo de vivienda tradicional.

En los años 80 y 90 la mayoría de estas viviendas suben en altura, en muchos casos se protege la fachada con ladrillo cerámico visto, aparecen los materiales prefabricados y llegan las terrazas.

La tercera fase, que ya comienza a notarse, con el ordenamiento urbanístico de la mano, da como resultado una arquitectura moderna, adaptada al entorno y sostenible, como la vivienda minimalista y con patio interior de Jábega, 51, en Pedregalejo, un proyecto de José Trujillo Prieto.

Para el joven arquitecto de Vélez estos dos barrios tradicionales siguen la senda de otra barriada similar, El Cabanyal, en Valencia, donde «emerge una arquitectura más sensible, leen el lugar, lo comprenden y se inserta. Aquí empieza a ocurrir algo parecido».

Como resultado, los antiguos barrios marineros no pierden su esencia y la llegada del turismo ha creado un maridaje entre vecinos de toda la vida y los nuevos.

«Sigue habiendo esencia aquí, los vecinos continúan estando porque se ha creado un equilibrio social entre lo que hay y quien llega, por eso en el mercadillo del Palo de los sábados puedes ver a vecinos de toda la vida junto a extranjeros con su patinete», pone de ejemplo.