Crónicas de la ciudad

Cigüeñas de paso en los tejados de Parcemasa

El pasado martes coronaron los tejados del Parque Cementerio de Málaga un grupo de cigüeñas en un descanso de su viaje migratorio

Cigüeñas de paso en los tejados de Parcemasa

Cigüeñas de paso en los tejados de Parcemasa / Alfonso Vázquez

Alfonso Vázquez

Alfonso Vázquez

Una de las ciudades más hermosas de nuestro país es Zamora. Su emplazamiento, en el corazón de la llamada España vaciada, le ha librado de horrores urbanísticos de grandes dimensiones, de esos que nuestros políticos de Málaga ensalzan con tres únicas expresiones de su escueto vocabulario: «Icono», «edificio emblemático» o «referente».

Arropada por la suave curva del Duero, una de las cosas más llamativas de esta ciudad libre de pingües ‘referentes’ es el sonido que se escucha cuando llega el invierno. Se trata del crotoreo, el ruido constante que hacen las cigüeñas con el pico.

Dice el refrán eso de «Por San Blas (el 3 de febrero) la cigüeña verás y si no la vieres, año de nieves». Los tejados de la Catedral y los de casas y palacios zamoranos se llenan de altivas cigüeñas blancas durante la estación más fría, aunque cada vez son más los ejemplares que optan por no emigrar a África y permanecen todo el año en los campos castellanos y de media España, con la pitanza asegurada en los vertederos.

Por contra, las cigüeñas que el pasado martes se vieron en los tejados del Parque Cementerio de Málaga sí estaban de paso, pues no anidan en el entorno de este camposanto que tiene vocación de frondoso jardín.

Es un espectáculo que depara consuelo el visitar San Gabriel, siempre o casi siempre por motivos bastante luctuosos, y toparse con tanto derroche de vida natural. En este caso, con la exótica presencia de un número muy apreciado de cigüeñas que como explicaba el martes a esta sección el gerente de Parcemasa, Federico Souvirón, «van de paso en su migración, descansan, beben agua y continúan su vuelo».

¿Han aumentado los nacimientos tras lo más duro de la pandemia?, ¿aumentarán? Los amantes de las leyendas tendrán en esta súbita aparición ‘cigüeñal’ la respuesta, especialmente si luego confirmaran que las aves, en lugar de viajar al sur se dirigen a París.

La de las hermosas cigüeñas es sólo una pincelada natural de unas instalaciones que tienen cada vez más vocación de parque.

El pasado mes de mayo, esta sección se asomaba a los cielos de Parcemasa para constatar el alegre vuelo de las golondrinas, mensajeras del buen tiempo que anidan aprovechando el mar de columnas de las instalaciones.

Acudir con el corazón encogido por la tristeza y contemplar las crías de golondrina alimentadas por sus padres o estas gráciles cigüeñas son regalos que, incluso en los momentos más grises, nos da la vida. Puertas abiertas a la esperanza, todas con alas.