Crónicas de Málaga

Bill Clinton y el reparto de las ayudas europeas

"Cómo reparta los fondos europeos el alcalde en un año preelectoral influirá, sin duda, en los resultados de las municipales"

El Ayuntamiento de Málaga en una imagen de archivo

El Ayuntamiento de Málaga en una imagen de archivo / L. O.

José Antonio Sau

José Antonio Sau

Me pedía el cuerpo haber titulado el artículo así: ‘Son las ayudas europeas, estúpido’, pero al final me he contenido por el hecho de que alguien pueda interpretar que ese insulto iba dirigido a él. Nada más lejos de la realidad. No me refiero a nadie, sino que parafraseo, con cierta práctica funcionarial-periodística, un eslogan que usó Bill Clinton en las elecciones presidenciales norteamericanas de 1992 para ganar al hasta entonces presidente, George Bush. La frase original era esta: ‘Es la economía, estúpido’. Su arrolladora simplicidad y su fuerza terminaron por aupar a Clinton a la Casa Blanca. Viene este eslogan muy bien para hablar del curso político municipal que comienza mañana y que es el objeto de análisis de esta sección. Y es que el tema central de los próximos nueve meses será, sin duda, el reparto de los fondos europeos, ese maná llamado pomposamente Next Generation que la Unión Europea quiere repartir por todos los países para que la economía continental no gripe. Hay mucho miedo después del susto de 2008-2015, cuando incluso un presidente francés corrupto decía alegremente que iba a refundar el capitalismo. La austeridad pasó a mejor vida y ahora la historia es regar los mercados y a los gobiernos de dinero para que, a su vez, el sistema ayude a las personas. Y he aquí que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, espera mucho dinero de Europa y, a su vez, cual carta a los Reyes Magos, cientos de ayuntamientos, decenas de diputaciones y autonomías, que si algo nos sobra en España son administraciones, han pedido a Sánchez gran parte de ese dinero. Porque esto es como ‘Bienvenido, Mister Marshall’, pero en clave millenial. El Ayuntamiento de Málaga pidió guita para financiar 74 proyectos que suman 6.354 millones de euros, aunque en esa lista van metidos planes que afectan a otras administraciones y que son, por así decirlo, territoriales: estos serían el tren litoral o la vía perimetral, entre otros. Es decir, afectan a la capital pero también a municipios cercanos. En clave estrictamente municipal, son 67 los proyectos para los que se ha pedido financiación, una cifra que suma casi 2.000 millones de euros. Esa carta municipal con las apetencias del Consistorio se ha mandado a la Junta y yo ya no sé si la Junta, junto con otras muchas misivas similares de ayuntamientos, diputaciones y mancomunidades, las ha remitido así, a lo loco, al Gobierno central o ha discriminado algo, porque en el fondo de esto late algo parecido a lo de los planes Feil de Zapatero, cuando se levantaron varias veces los mismos bordillos para dar trabajo. Claro que, ya lo saben, a nuestros mandamases jamás les costó disparar con pólvora del rey. Y estos nueves meses que tenemos por delante, en un año preelectoral (en mayo de 2023 tocará decidir de nuevo), conforman el marco temporal en el que el dinero europeo debe venir del Gobierno central a las comunidades y de estas, a los ayuntamientos. De la Torre lo sabe, y se ha hinchado de pedir en mil charlas telemáticas que yo mismo seguí que los ayuntamientos tengan más poder decisorio en la gestión de esos fondos. Y ahora piensen: ¿qué puede pasar con un Paco de la Torre dadivoso repartiendo pasta para impulsar proyectos municipales que llevan años durmiendo el sueño de los injustos? ¿Cómo se va a repartir ese dinero? ¿Quién lo va a fiscalizar? ¿Tendrá la oposición algo que decir al respecto? También lo sabe la oposición, que quiere atar en corto al regidor, porque si no puede ocurrir como con el Museo Picasso o el Puerto, que los hizo la Junta pero todo el mundo cree que los impulsó De la Torre. Y eso es precisamente lo que quiere evitar la oposición. Al menos, eso dicen. Pero antes habrá que saber cómo va a repartir los fondos otro tipo listo como Pedro Sánchez. Asumamos que Cataluña y el País Vasco se van a llevar la mayor parte de los fondos, o una parte muy importante de ellos. Podría ponerle paños calientes a esta reflexión, pero es que eso es lo que hay y el resto es engañarse. Luego, el maná descenderá en cascada a otros niveles de la administración pública española y ese gasto, en un escenario de recuperación, aunque sea tímido, hará que cualquier candidato electoral se convierta en un purasangre a ojos de los sufridos votantes, que llevan año y medio perdiendo familiares por culpa del covid-19 o viendo cómo el maldito bicho les obliga a cerrar sus tiendas y restaurantes. Hay otra derivada, claro: ¿será Paco de la Torre el candidato del PP? Pues yo no sé ustedes, pero cada vez lo tengo más claro: por supuesto. Y tal vez ese dinero europeo le permita sacar adelante algunos proyectos que avanzan poco a poco. En la lista están, por ejemplo, el auditorio, cuya naturaleza se ha reconfigurado como un hub de innovación artística y audiovisual o doce proyectos de carriles bici. Claro, en la ecuación hay otros temas que van a centrar la agenda, según coinciden las fuentes: el Astoria y la Torre del Puerto. También se apunta a la fiesta la concreción del plan para la Exposición Internacional de 2027, con el fin de ver cuánto va a costar y cuánto se le va a inyectar (Zaragoza se dejó el alma en su exposición de 2008). Es un año preelectoral en el que el asunto principal ya no va a ser siempre el Covid-19. La acción de gobierno municipal vuelve al programa. Y hay mucho dinero por delante. Ahí va a estar la batalla política en los próximos meses. Harían bien en preguntarle a Bill Clinton.