Incendio forestal

«Como en casa no se está en ningún sitio»

Los vecinos desalojados de Las Abejeras, en Estepona, rememoran los difíciles momentos vividos y culpan a los políticos por no haber protegido esta zona

Los vecinos de Genalguacil regresaron a sus viviendas el martes

Los vecinos de Genalguacil regresaron a sus viviendas el martes / Álex Zea

EFE

«Como en casa no se está en ningún sitio». Esta frase de uno de los vecinos desalojados del residencial Las Abejeras en la zona de Forest Hill Estepona, a causa del incendio de Sierra Bermeja, Álvaro Rojas, refleja el sentir de quienes tuvieron que dejar sus casas por culpa del fuego.

Muchos de los moradores de este vecindario salieron de sus hogares de madrugada, con mucha urgencia e instados a dejar el lugar por los agentes de la autoridad. Pero, aunque sabían del incendio, no eran conscientes de que les pisaba los talones y se encontraba a tan solo unos pocos metros de distancia.

La vuelta, de día y con sol, ha dejado a la vista el panorama desolador de un monte calcinado y sin vida, en el que los pocos árboles que siguen en pie están completamente chamuscados y negros.

Álvaro salió del bloque alrededor de las diez y media de la noche y ni al ir ni al volver notó nada, comentó a Efe; aunque un vecino, «que siempre está muy atento a todo», lo alertó de que había dos áreas ardiendo en las inmediaciones de la urbanización.

Apenas dos horas más tarde -en torno a las doce y media- se marchó de nuevo para recoger a su mujer en el trabajo, pero tampoco esta vez prestó demasiada atención al fuego que, avivado por el viento, se extendía hacia la sierra sin prisa, pero sin pausa, para finalmente quemar alrededor de 10.000 hectáreas.

Si bien en esta ocasión le llamó la atención la presencia de varios coches de policía en el camino de acceso a Forest Hill -algo «raro», aseguró- al regresar, por primera vez en la noche, tomó conciencia de que las llamas se acercaban peligrosamente a las viviendas.

En ese momento se dio cuenta del riesgo que corrían al quedarse y junto a su mujer decidieron -incluso antes de que las autoridades anunciasen la evacuación- que debían coger a sus dos perros y a sus dos gatos y marcharse de allí «corriendo».

Aunque en un principio les dijeron que no debían preocuparse y que «todo estaba controlado», cuando Ana Ruiz -otra vecina de la zona que hubo de dejar su casa a la carrera- vio el fuego a escasos metros de la parte de atrás del edificio donde vive, el miedo le pudo y se fue sin dudarlo.

Cambio en las leyes

El monte ha quedado hecho «una pena» y «es un desastre», indicó visiblemente indignada e insistió en que tienen que «cambiar ya las leyes porque lo que no es normal es que, cuando un terreno se quema, se recalifique automáticamente».

En este sentido culpa a los políticos de lo sucedido porque, en su opinión, si lo que ha ardido «hubiese estado protegido, nada de esto habría pasado y ahora, por mucho que lo quieran arreglar, las pérdidas son incalculables».

Animales muertos o que han perdido su casa, vegetación destruida, un pulmón de vida destruido… Con este incendio «se ha perdido lo más grande», concluye esta vecina de Estepona.

Ella como los vecinos de los seis municipios que fueron desalojados por el incendio intentan ahora recobrar la normalidad tras haber podido regresar a sus hogares, aunque en un paisaje totalmente transformado por el fuego.