Malagueños en el Ártico (II)

Cuidado con los osos polares

El catedrático de Ecología de la UMA, Carlos Jiménez, prosigue narrando en La Opinión cómo es la vida y el trabajo en una base científica en el archipiélago noruego de Svalbard, en pleno Ártico

El catedrático malagueño, con el traje de supervivencia, recogiendo muestras.

El catedrático malagueño, con el traje de supervivencia, recogiendo muestras. / La Opinión

Carlos Jiménez

El tiempo no acompaña; días y días de lluvia intensa, vientos fuertes del Sur y del Sureste, con rachas de más de 70 km/h, oleaje... Lo único que nos falta es la nieve. Este año se está retrasando bastante, lo cual a los habitantes de Svalbard les afecta en su principal fuente de ingresos: el turismo de nieve.

Aun así, hemos conseguido hacer algunas salidas al mar en una pequeña embarcación y hemos podido tomar casi todas las muestras que teníamos planificadas.

Como esta es tierra de osos polares, no podemos salir del contorno de la base (apenas un cuadrado de 200 x 200 metros) sin armamento para nuestra protección. Cualquier salida por tierra debe hacerse con armas y radio walkie-talkie, y si es por mar, además llevamos un localizador GPS y teléfono satélite.

Otra medida de seguridad cuando se sale al mar es vestir siempre, obligatoriamente, un traje de supervivencia. Se trata de una especie de ‘mono’, grueso e incómodo, color naranja, que, aparte de protegernos del frío, permite la supervivencia durante unas horas en caso de caída al mar.

En este momento la temperatura del agua es de unos 2-4 grados; en esas condiciones, sin el equipamiento apropiado, la supervivencia es de menos de 45 minutos. Aquí no hay telefonía móvil, no hay antenas que den servicio; se trata de un emplazamiento libre de radiofrecuencias que puedan interferir con cualquiera de la multitud de aparatos científicos que están en permanente operación para estudios atmosféricos, geodésicos, etc.

En esta época del año los osos polares están acumulando reservas para el invierno, en el que hibernan durante varios meses, sin ingerir alimento. Por ello las medidas de protección personal son muy estrictas. Al día siguiente de nuestra llegada recibimos el curso de uso de armas de fuego (cada año hay que hacer unas prácticas de ‘refresco’, y cada tres años un curso completo teórico-práctico).

En caso de encontrarse un oso polar a menos de cien metros de distancia, la primera medida disuasoria es usar una pistola de bengalas, con el fin de asustarle; si el oso continúa acercándose, solo está permitido disparar con el rifle si se encuentra a una distancia de menos de 50 metros. Por suerte nunca hemos llegado a esas situaciones. Según nos informan, los encuentros con osos polares se están volviendo cada vez más comunes en Svalbard; el archipiélago está poblado por algo menos de 3.000 habitantes, en una extensión de unos 61.000 km2 (esto es, unas 8 veces la extensión de la provincia de Málaga), y la población de osos polares se estima en unos 3.500 individuos. El último ataque ocurrió en 2020, y tuvo como resultado la muerte de un turista neerlandés en los alrededores de Longyearbyen.

Además de las labores científicas, deben extremar las precauciones ante la proliferación de osos polares, que en esta época del año acumulan reservas para pasar el invierno

Los científicos han podido salir al mar en cinco ocasiones. | LA OPINIÓN

Los científicos han podido salir al mar en cinco ocasiones. / La Opinión

Experimentos

Pasando a nuestro trabajo, como dije más arriba las dificultades para trabajar en el mar en esta época del año son muchas, ya que las condiciones meteorológicas no acompañan. Aún así, en las ventanas de ‘buen’ tiempo que hemos tenido hemos podido salir al mar cinco veces y hemos recogido casi todas las muestras que habíamos planeado para uno de nuestros proyectos. Sin embargo, este no ha sido el caso de los experimentos con algas, ya que debido al mal tiempo y a la extrema turbidez del agua, los buceadores no han podido sumergirse.

Como tenemos una larga experiencia en este entorno, sabemos que hay que venir con plan A, plan B, y si se puede, con plan C. En el nuevo proyecto estamos estudiando los aportes de nitrógeno y fósforo al océano desde tierra. La entrada de estos elementos en las aguas costeras puede ser: 1) Por deposición atmosférica; 2) Por las aguas oceánicas profundas que afloran a la superficie; 3) Por los glaciares; 4) Por aportes terrígenos. Esta fertilización del océano es la responsable del crecimiento de las micro y macroalgas, que constituyen la base de las redes alimentarias (redes tróficas) costeras. De estas cuatro posibles fuentes, como he mencionado, las muestras que estamos tomando nos permitirán conocer la composición de los aportes desde tierra a las aguas del fiordo (Kongsfjorden).

En la próxima entrega hablaré sobre los cambios que he venido apreciando en el Ártico a lo largo de 20 años, y de las consecuencias que se espera que el cambio climático pueda tener sobre distintos aspectos tanto de los ecosistemas naturales como del ecosistema humano.