Crónicas de la ciudad

La conexión de la Cañada de los Ingleses y el Monte Gibralfaro

Los recientes caminos peatonales que unen la Cañada de los Ingleses y Gibralfaro dejan vistas maravillosas de la playa de la Caleta

Vista de la playa de La Caleta desde uno de los miradores junto a la Cañada de los Ingleses.

Vista de la playa de La Caleta desde uno de los miradores junto a la Cañada de los Ingleses. / A.V.

Alfonso Vázquez

Alfonso Vázquez

Málaga

La Cañada de los Ingleses toma su nombre del vecino Cementerio Inglés, que tiene a su izquierda.

El camposanto, emplazado originalmente en el extrarradio de Málaga, en el Camino de Vélez, tenía a pocos metros la desaparecida batería de San Carlos, que en dirección a El Palo vigilaba la costa con sus precarias instalaciones, que estarían, aproximadamente, por la zona donde hoy se encuentra el hotel Las Vegas.

En esos primeros años de vida, la década de 1830, el lado derecho de la Cañada de los Ingleses estaba ocupado por una finca con viñas y casa ventorrillo, que en la década de 1850 fue transformada por el industrial balear Juan Giró en una fastuosa hacienda, de la que sólo nos queda el murallón que asoma por el Paseo de Sancha, pues en los 60 del año pasado fue demolida para construir la Academia Santa Teresa.

La Cañada de los Ingleses, esta semana.

La Cañada de los Ingleses, esta semana. / A.V.

Subir por la Cañada de los Ingleses es ingresar, a los pocos metros, en un remanso de paz en el que el jaleo de tráfico se escucha como el murmullo de olas. Escoltado por grandes eucaliptus, la cañada bordea el Cementerio Inglés, con obras de consolidación a la vista, y pega un requiebro a la izquierda para terminar en una calle sin salida acompañada por un par de tranquilas urbanizaciones y algún chalé.

El carácter de calle sin salida para el tráfico se ha relativizado hace unos meses, con la adecuación de la conexión peatonal, por los trechos del Monte, entre la cañada y Gibralfaro.

Este necesario arreglo nos deja vistas magníficas de la playa de la Caleta y podemos imaginar lo que sintió Hans Christian Andersen cuando paseaba desde la Alameda al retirado camposanto inglés a meditar y contemplar el paisaje.

Al estupendo enlace con Gibralfaro, que a diario emplean paseantes y corredores de campo a través, se suma la veterana conexión peatonal con la calle Ibarra, a través de una vetusta escalera, que parece evocar alguna película expresionista.

La escalera que conecta con calle Ibarra.

La escalera que conecta con calle Ibarra. / A.V.

La escalera, acompañada de pintadas pasa, en este caso en su descenso a calle Ibarra, junto al pasillo sin salida que ha quedado entre el Cementerio Inglés y la urbanización que se construyó justo encima.

Este pasillo cegado se empleaba como botellódromo y si el alcalde finalmente se anima a cederlo, podría incorporarse al Cementerio Inglés y convertirse en un mirador de lujo, como remate a la visita a este Bien de Interés Cultural. Esto es a lo que aspira la Fundación Cementerio Inglés de Málaga por esos andurriales junto a la cañada.

Imagen del lateral cegado de la vía entre el Cementerio Inglés y la urbanización.

Imagen del lateral cegado de la vía entre el Cementerio Inglés y la urbanización. / A.V.

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