Crónicas de la ciudad

Los verdaderos jardines colgantes de Málaga

Una engañosa infografía nos vendió el frontal de mármol de La Coracha como los próximos ‘jardines colgantes’ de la ciudad, cuando están en el Parque del Oeste

El alargado mirador, un jardín en el Parque del Oeste.

El alargado mirador, un jardín en el Parque del Oeste. / A. V.

Alfonso Vázquez

Alfonso Vázquez

El barrio de La Coracha fue aniquilado hace cosa de dos décadas, en parte gracias a una infografía forjada en la experimentada escuela de la publicidad engañosa: El frontal de mármol que iba a sustituir al veterano barrio de Málaga se vendió con más trucos que una película de chinos.

Pasó igual con el hotel de Moneo, mucho más alto de lo que nos mostró la Gerencia de Urbanismo en una achaparrada infografía hace más de una década y pasa con el rascacielos del Puerto, que en una de sus imágenes propagandísticas luce un 37 por ciento más pequeño, según demostró en este diario el jefe del equipo de la UMA que calculó el impacto visual real del artefacto.

En La Coracha, a cambio de demoler el viejo barrio, los malagueños íbamos a disfrutar de una suerte de Jardines colgantes de Babilonia. Según las bellísimas imágenes iba a ser un vergel que se fundiría con los Jardines de Puerta Oscura, de tal forma que una ardilla podría ir desde el Rectorado hasta el MUPAM de árbol en árbol y sin que se la distinguiese.

La realidad fue otra. El frontal marmóreo parece estar a juego con el edificio ilegal que unos patriotas militares se construyeron hace medio siglo en la falda de Gibralfaro, en contra de las ordenanzas urbanísticas y de la Urbanidad.

En realidad, auténticos ecos de los Jardines de Babilonia no los encontramos en esta ramplona escalinata sino en el Parque del Oeste, el auténtico museo al aire libre del escultor Stefan von Reiswitz, un parque realizado con mucha imaginación y no con el tradicional ‘corta y pega’ de tantas zonas verdes clónicas de Málaga (si finalmente en las 17 hectáreas del solar de Repsol sólo reservarán 6,5 míseras hectáreas a parque, por lo menos que sea original).

El caso es que los ecos babilonios del Parque del Oeste no sólo se perciben en el ‘zigurat’ coronado con una enorme pajarera y escoltado por aves prehistóricas que levantan el vuelo. Entre los muchos recovecos de esta hermosa zona verde se encuentra un pasillo elevado. Al pie monta guarda una hilera de togados romanos con cabeza de caracol y en las alturas, forrado de plantas, quien suba por él se topará con un excepcional mirador porque anima a pasear sobre él en lugar de a quedarse clavado como una iglesia románica.

Para el firmante, el tramo más bonito del día para subir al mirador es el de las primeras horas de la mañana, cuando el sol alumbra con tibieza y el parque parece desperezarse. No busquen los jardines colgantes en el recubrimiento de cuarto de baño de La Coracha. Los tienen junto a la urbanización Parque Mediterráneo.