Innovación

Las start-ups, en rebeldía contra la ley

Los emprendedores españoles esperaban más de la nueva regulación diseñada por el gobierno. Dentro del ecosistema emprendedor no comparten del todo la visión positiva que tiene el Ejecutivo respecto a este primer texto de ley. Estas son sus quejas y sus propuestas

Una imagen del PTA de Málaga.

Una imagen del PTA de Málaga. / L. O.

Lidia Álvarez Vellido

Pedro Sánchez, presidente del Gobierno, tiene como objetivo convertir España en una «Start-up Nation». Este ha sido su discurso en los últimos tres años, desde que se comprometió con el ecosistema emprendedor a avanzar, entre otras cuestiones, en un marco regulatorio, «una demanda histórica» de esta parte del tejido empresarial del país. Así lo recordaba el jefe del Ejecutivo durante su intervención en la clausura del South Summit, evento que cada año reúne a emprendedores e inversores nacionales e internacionales. «El proyecto de Ley de Fomento del Ecosistema de Empresas Emergentes está en trámite», aseguraba, y adelantaba que enviará el texto al Parlamento «antes de que termine este año».

Según explicaba el presidente del Gobierno en el evento, esta promesa no se hace sólo con los actores del ecosistema emprendedor, sino también con la Comisión Europea en el marco del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, ya que «es un elemento clave» en el diseño y la articulación de una serie de proyectos incluidos en este programa de reformas estructurales e inversiones.

Desde el Alto Comisionado para España Nación Emprendedora detallan que esta nueva ley está enmarcada en la Estrategia España Nación Emprendedora, que recoge 50 medidas para alcanzar cuatro metas: incrementar la maduración de las inversiones; atraer, retener y desarrollar talento; aumentar la escalabilidad de las empresas y hacer de la administración pública un sector público emprendedor que genere marcos regulatorios favorables e impulse la inversión.

Todo ello con una visión a largo plazo para que, de cara a 2030, el emprendimiento forme parte de los sectores tractores del país. Esto se logrará a través de colaboraciones que incrementen la competitividad de las grandes compañías, con la creación de más empleo de calidad, y de políticas que «no dejen a nadie atrás», asegura Francisco Polo, Alto Comisionado para España Nación Emprendedora.

El texto regulará por primera vez la figura de las empresas emergentes, flexibilizará la carga burocrática que soportan, favorecerá las medidas fiscales para los nuevos proyectos y contribuirá a atraer talento. Para Polo, «supone dar un salto cualitativo hacia adelante gracias a que reconoce las start-ups como empresas con alto potencial de crecimiento y de creación de empleo de más y mejor calidad; de riqueza e innovación».

Pero, ¿qué piensan aquellos a los que de verdad atañe esta regulación? Dentro del ecosistema emprendedor no comparten del todo la visión positiva que tiene el Ejecutivo respecto a este primer texto de ley. Sí es cierto que lo ven como un primer paso, pero lo valoran al mismo tiempo como un paso «insuficiente», «superficial», «poco concreto» o «alejado de la realidad» de las start-ups españolas. Esto, incluso a pesar de incorporar algunas de las peticiones efectuadas durante todos estos años por agentes clave del sector.

«Si se analiza desde la posición de la que se partía, absolutamente de cero, creo que es un anteproyecto de ley que marca el camino a seguir», reconoce Cristian Rodríguez Fornos, emprendedor en serie de más de 13 start-ups en los últimos 12 años. Aún así, al igual que la mayoría de sus compañeros emprendedores, admite que falta mucho por construir.

Diego Docavo, fundador de Spanish Startups, reconoce que dentro del ecosistema, tanto a nivel nacional como internacional, se valora el esfuerzo por parte del Ejecutivo para reconocer la relevancia de estas empresas emergentes en términos económicos y sociales, así como su sensibilidad ante las peticiones del sector. A pesar de esto, ven que esta regulación «es claramente insuficiente, es poco ambiciosa», cuenta el fundador de esta comunidad de emprendedores y start-ups.

«El anteproyecto apunta maneras y toca muchos de los temas importantes, aunque se queda corto y es tan poco concreto que todavía no sabemos si puede convertirse en una ayuda real a la industria», confiesa Luis Gosálvez, mentor de la aceleradora SeedRocket.

Reportaje start ups

Reportaje start ups / L. O.

Lo que de verdad importa

Empezando por la definición de start-up, que «por fin» reconoce a este tipo de empresa como tal y aunque sea una explicación «superficial que no refleja la realidad de todas las compañías emergentes, es un primer paso», señala Alex Huertas, cofundador de Northweek.

A esto se le suma otra de las grandes bazas que el Gobierno destaca de esta nueva ley: la flexibilidad de la carga burocrática. Por ejemplo, referido a la reducción del Impuesto de Sociedades los primeros años, algo que en realidad «no preocupa especialmente a los emprendedores que no buscan ganar dinero ni el primer año, ni el segundo, ni el tercero», asegura Huertas. A su juicio, sería mucho más interesante incorporar rebajas en la Seguridad Social, con el fin de facilitar la contratación y la rotación de personal cualificado. «Es un drama real de las start-ups en España, apenas pueden permitirse contratar y esto condena a la mediocridad».

En este punto coincide Fornos, quien compara esta realidad con la tarifa plana de los autónomos de 50 euros durante los primeros meses en vez de los cerca de 300 que se pagan de manera regular. «¿Por qué no hacerlo también con la cuotas de Seguridad Social de los trabajadores o sobre el propio IRPF?», sugiere. «Hablamos de empresas que casi no facturan, que están en proceso de desarrollo y que seguramente tendrían capacidad de contratar a más gente pudiendo generar así mejores resultados», plantea Fornos.

Otro aspecto clave relacionado con la capacidad que tienen los emprendedores al inicio de sus proyectos es todo aquello que tiene que ver con las ‘stock options’. Esto se refiere al derecho que concede la empresa a sus empleados a comprar un cierto número de acciones de la misma a un determinado precio y tiempo. En este aspecto, la nueva regulación propone un aumento de las exenciones fiscales de 12.000 a 45.000 euros. «Cuando como empresa no puedes permitirte pagar el salario, intentas compensarlo ofreciendo participaciones de la misma», cuenta Fornos, algo que a día de hoy sigue penalizando al que lo recibe.

De la misma opinión es Gosálvez, quien propone un «cambio profundo» en la regulación de estas ‘stock options’ que permita y facilite la atracción de talento. Además, el mentor de SeedRocket cree que serían necesarias unas deducciones fiscales «reales» que ayuden a las empresas que sólo tienen pérdidas durante los primeros cinco años de vida, algo bastante común en esta parte del tejido empresarial, o un mayor número de incentivos para los inversores, también conocidos entre este colectivo como ‘Business Angels’.

A día de hoy, esta falta de apoyo legal, sobre todo hacia los inversores, hace que el emprendimiento español se encuentre «en medio de la tabla en términos internacionales», opina Fornos, y no por falta de talento. Un ejemplo de este gran nivel emprendedor español es que «aún con un marco normativo deficiente», narra el ‘startupero’, España se ha establecido como un país donde la inversión crece y cada vez hay más fondos internacionales y emprendedores extranjeros que apuestan por el talento y la geografía española.

Puntos clave del anteproyecto de la Ley de Fomento del Ecosistema Emprendedor

  • Fiscalidad: Se reduce la tributación del 25% al 15% del Impuesto de Sociedades - Aumentan las exenciones fiscales para las ‘stock options’ (acciones o participaciones sociales para empleados) de 12.000 euros a 45.000 euros - Se aplazan las deudas tributarias durante los dos primeros años de actividad - Se amplía el tipo de deducción por inversión en empresas de nueva o reciente creación desde el 30% al 40%, y de la base máxima de deducción en este apartado a 100.000 euros anuales
  • Primera definición de start-up: Se considera empresa emergente aquella que sea independiente, con menos de cinco años (siete en los sectores de biotecnología, energía e industria), con carácter innovador acreditado por Enisa, sede social o establecimiento permanente en España. Además, se tiene en cuenta que tenga al menos el 60% de la plantilla con contrato en territorio nacional, que no sea fruto de una escisión de otra compañía, no sea cotizada ni haya distribuido dividendos, que facture menos de 5 millones de euros y que su fundador no haya creado otra empresa beneficiada por esta ley

Lejos de los países vecinos

Desde el Gobierno aseguran que este marco regulatorio está «en línea con los países de nuestro entorno». Sin embargo, Huertas se fija en países como Alemania o Reino Unido y cree que para llegar a sus niveles «queda mucho por legislar en este sector». En esto coincide Gosálvez, quien ve las propuestas del Gobierno y los incentivos de España a «años luz» de otros países. Y es algo que, a su juicio, conllevará que las grandes empresas y el capital «sigan acudiendo a esas jurisdicciones, si no hacemos una apuesta decidida por la industria».

A su vez, Fornos echa un ojo a ambos lados de las fronteras: «Portugal y Francia constituyen ejemplos claros de países con una fuerte apuesta por el sector digital». En su opinión, en estas regiones vecinas se proponen soluciones y apoyos a los emprendedores, y hace especial hincapié en las ayudas dirigidas a ‘Business Angels’. «Al fin y al cabo son los que arriesgan en cada ‘stage’ de las empresas y en muchos casos marcan el éxito del futuro o no de las mismas», añade el emprendedor en serie.

Aún así, desde el ecosistema esperan conseguir esas metas marcadas por el Gobierno de cara a 2030 y que no se quede todo en «la modernidad» del propio sector, señala Fornos. «Estamos hablando de emprendedores que también se juegan sus patrimonios futuros y apuestan por la creación de valor, empleo e innovación», una razón más que de peso por la que crear un buen entorno.

Asimismo, Gosálvez cree que, o se fomenta la creación de líderes globales, «como hizo Israel al pasar de ser una ‘start-up nation’ a una ‘scale-up nation’», o las empresas emergentes españolas «acabarán siendo arrolladas por otras que nacen en terrenos mejor abordados».