Entrevista | Gonzalo Guijarro Escritor

«Estoy convencido de que la fuerza que predomina en el universo es el azar»

Madrileño y residente en Málaga desde hace más de 30 años, este profesor jubilado de Física y Química y exportavoz de los profesores de institutos andaluces ha escrito y publicado el ensayo ‘Imago Mundi. ¿Qué pinta un ser humano como yo en un universo como este?’ (Montesinos)

Gonzalo Guijarro, en Málaga con su nuevo libro.

Gonzalo Guijarro, en Málaga con su nuevo libro. / A.V.

Alfonso Vázquez

Alfonso Vázquez

Profesor jubilado de Física y Química, exportavoz de los profesores de instituto de Andalucía, capitán de yate y experimentado escritor de narrativa marítima (ha ganado el Premio Nostromo dos veces), el madrileño Gonzalo Guijarro ha querido explicar qué hacemos en este planeta en el ensayoImago Mundi. Qué pinta un ser humano como yo en un mundo como este’, (editorial Montesinos, en papel y ebook), un libro para todo tipo de lectores.

Explicar en un libro casi de bolsillo qué pintamos en el mundo, ¿no es un reto mayúsculo?

Es algo en lo que llevo pensando desde que era muy joven. El origen de la vida, la explicación global del ser humano y su relación con el resto del universo desde siempre me ha parecido fundamental. No creo que pueda haber alguna cultura que carezca de eso.

Siendo una cuestión vital, ¿por qué hay tan pocas obras como su ensayo?

El problema es que esa descripción general del mundo la han hecho tradicionalmente todas las religiones a lo largo de la humanidad. En el Paleolítico fueron los chamanes los que en base a las visiones que obtenían usando plantas psicotrópicas daban una descripción del universo que permitía a aquellos grupos organizar su vida mental. El hombre es un animal simbólico y necesita una descripción que le indique cómo orientarse en el caos de lo real.

Y las religiones, a su juicio, ¿ya no pueden jugar ese papel?

A mi entender no. Las descripciones simbólicas que han hecho tradicionalmente han quedado completamente obsoletas. Yo no creo que nadie, hoy en día, se crea que en el principio fue el Verbo o que el universo se apoya en el caparazón de una tortuga. El universo es algo que la ciencia tampoco está capacitada para explicar de una manera definitiva. La ciencia es un nuevo método, ajeno por completo a los dogmatismos, que se basa en el empirismo, en el respeto a la realidad, en la honestidad intelectual y eso produce una descripción del mundo infinitamente más elaborada pero no definitiva. La única diferencia está en que la ciencia sabe que la descripción del universo que es capaz de hacer es provisional, no es completa. Es consciente de sus limitaciones.

En el libro concluye que todo se debe al «ciego azar».

Estoy convencido de que la fuerza que predomina en el universo es el azar. Uno tiene una sensación muy profunda de ser algo separado del resto del universo pero los últimos experimentos en ciencia cognitiva nos dicen que funcionamos de forma automática en muchísimos aspectos. Otra cosa es que dispongamos del pensamiento reflexivo, en buena medida exclusivo del ser humano, pero que tampoco está ausente en otras especies animales. Es una cuestión de grados. Sólo cuando reflexionamos sobre nuestra conducta pasada para cambiarla o mejorarla es cuando tenemos ese ‘hecho diferencial’ con respecto al resto de los animales. Pero somos una especie animal más, estructuras con capacidad de procesar información del entorno con la finalidad de preservar nuestra existencia el máximo tiempo posible.

¿No somos almas que sustentan un cadáver como decían los griegos?

No lo creo. La conciencia y los procesos mentales parecen ser -y la ciencia neurológica lo va afirmando cada vez con mayor seguridad- fruto de nuestra actividad cerebral. Nuestro cerebro, con el caos de lo real crea un mapa que es lo que nos permite orientarnos y manejarnos en la vida. Eso es lo que he intentado transmitir. Este libro lo escribí pensando en mis alumnos y en cualquier ciudadano interesado, con la idea también de compensar un poco el desastre educativo que vivimos.

Hábleme de ese ‘desastre’, ¿qué ha pasado a su juicio?

Hace 30 años, cuando se implanta la LOGSE, España llevaba años mejorando resultados educativos a mayor velocidad que Corea del Sur. Todo era la mar de prometedor; estuve en un instituto en Collado Villalba y había un ambiente de mejora, de entusiasmo por la enseñanza, talleres de mil cosas... aquello parecía la universidad. Estando en Benalmádena se implanta la LOGSE y aquello fue como un tsunami destructivo: en dos años se había hundido por completo todo aquello.

Si somos seres finitos y no hay un ‘más allá’, ¿cómo afrontar la vida?

Si formo parte del universo no soy ajeno a él, con lo cual la muerte no es más que el retorno al estado normal de inconsciencia. No hay cielo, no hay infierno y mientras estemos aquí lo mejor que podemos hacer es seguir esa combinación de genética, símbolos metidos en nuestra cabeza, la historia personal que nos va dictando interesarnos por aquello que nos interesa, atrae y nos hace disfrutar, hasta que los átomos que tomé prestados para ser Gonzalo Guijarro haya que devolverlos (risas). La muerte forma parte de la vida y conviene quitarle los aspectos más siniestros.