El artista e imaginero malagueño Rafael Ruiz Liébana, autor de varios tronos de la Semana Santa de Málaga, ha fallecido a los 84 años este domingo. Quienes lo conocieron hablan de una persona inteligente, que amaba Málaga y que era capaz de tallar un trono y diseñar un avión. Dos pasiones tan contrapuestas que sólo una persona especial como él era capaz de conciliar con naturalidad.

Entrar en su taller de la Colonia Santa Inés era un viaje a su mundo interior. Era una expresión de su enorme capacidad y riqueza interior. Su taller era un lienzo en el que Ruiz Liébana había plasmado sus gustos e intereses. Su enorme habilidad con la madera se reflejaba en cómo se encontraban esas volutas barrocas, complejas y curvas, con las líneas rectas, limpias y medidas de una pieza de un fuselaje de un avión. Era esa una pasión que cultivó durante toda su vida y que llevó compatibilizó, entre otros muchos trabajos, con el arte cofrade que le haría tremendamente popular en Málaga. Fue el autor de dos de los grandes tronos de la Semana Santa de Málaga, el del Cristo de la Sangre y del Santo Traslado. De traza muy malagueña, con una talla que iba siempre mirando al cielo. Ese anhelo que siempre le acompañó.

Uno de sus últimos grandes trabajos fue restaurar el mascarón de proa del buque escuela de la Armada, Juan Sebastián Elcano. Un trabajo complejo, que le supuso un reto a sus más de 70 años y que supo superar gracias a su enorme conocimiento de la madera y de sus secretos.