Memorias de Málaga

Los 36 cines que había en Málaga

Entre la década de 1940 y el cierre de los últimos, Málaga llegó a contar con 36 cines repartidos por la ciudad. El número uno, por su emplazamiento y comodidad, era el cine Goya, que daba a Calderería y a la plaza de Uncibay

Colas en el desaparecido América Multicines en el estreno de ‘El Señor de los Anillos’, en 2001.

Colas en el desaparecido América Multicines en el estreno de ‘El Señor de los Anillos’, en 2001. / Daniel Pérez

Guillermo Jiménez Smerdou

Cuando decidí escribir este capítulo de las Memorias de Málaga dedicado al cine y a los cines de Málaga, lo primero que hice fue releer los cuatro libros de María Pepa Lara, la persona que más sabe de cines en Málaga.

Desde la llegada a nuestra ciudad del primer cinematógrafo en 1888 hasta 2014, fecha de edición de su último libro, la investigadora malagueña, doctora en Filosofía y Letras, ha relatado el nacimiento de cada uno de los cines, incluidos los de verano, con todo detalle: licencias de obras, arquitectos, empresarios, características, reformas de los locales, películas, precios de las localidades… Pensé que todo estaba en sus libros y en los numerosos artículos publicados en la prensa de Málaga.

Pero tengo a mi favor, al atreverme a escribir sobre el cine y los cines, haber ejercido la crítica cinematográfica y haber redactado un programa semanal dedicado al séptimo arte durante cuarenta y tres años, y de haber sido testigo directo de lo que mi respetada amiga no vivió. Haber comentado más de siete mil películas, frecuentado todos los locales -tanto los buenos como los de los barrios-, conocido a los empresarios, detalles de su programación y otros pormenores, me libera de la duda de emular a María Pepa. Lo que yo voy a contar creo que no está en ninguno de sus cuatro valiosos libros.

Para empezar, recordar los cines en locales cerrados que había en Málaga desde que tengo uso de razón, porque en mis primeros años como espectador frecuenté los tres locales más cercanos a la vivienda de mis padres: Pascualini, Lara y Vital Aza. Y de los tres cines, dos, el Lara y el Vital Aza, alternaban las películas con espectáculos diversos, incluso combates de boxeo.

Vi mis primeras películas cuando todavía eran mudas. De aquellos primeros años de espectador –entre 1931 y 1936-, me acuerdo de las películas cortas y de medio metraje de los artistas más famosos de la época silente, como Charles Chaplin, Buster Keaton, Stan Laurel y Oliver Hardy… una serie de cómicos cuyos nombres fueron ‘traducidos’ al español, dejando a un lado a Charles Chaplin, que desde sus inicios fue identificado como Charlot. Buster Keaton fue rebautizado como Pamplinas; Stan Laurel y Oliver Hardy como el Gordo y el Flaco (en Málaga, El Menuíllo), Larry Semon como Tomasín y Harold Lloyd como Gafitas.

Una de las series más populares –películas de cortometraje- fue la que protagonizó un grupo de actores infantiles. Eran mudas, por supuesto, porque se rodaron en 1922, y en España se presentó con el enunciado La Pandilla. El original de la serie era conocido ‘Our Gang’.

A las películas cómicas hay que agregar las que más atraían a los niños y adolescentes de la época: las del Oeste, que más tarde se anunciaban como Western o de Cowboys. Los nombres de aquellos héroes están en mi memoria: Tom Mix, Bob Steele, Buck Jones, Tim McCoy, Tom Tyler, Ken Mainard…, con los nombres de sus caballos blancos. Rayo era el de Tom Mix.

Mi primera experiencia en cine ‘serio’ fue en el Lara, con la película española (muda) ‘Los misterios de la imperial Toledo’, y después dos dramones, uno mejicano, titulado ‘Chucho el roto’ y otro llevado al cine en varias épocas: ‘Las dos huerfanitas’. Dos películas ‘para llorar’, como se comentaba entonces.

36 cines

Entre la década de los años cuarenta de mil novecientos hasta el cierre de los últimos supervivientes, Málaga llegó a tener nada menos que treinta y seis cines, cuyos nombres cito… y espero no equivocarme porque en todos estuve al menos en una ocasión.

Sin orden alguno (ni fecha de inauguración ni alfabético) los cines eran los siguientes: Pascualini, Lara, Vital Aza, Goya, Echegaray, Albéniz, Moderno, Cervantes, Principal, Petit-Palais (después Alkázar), España, Plus-Ultra (después Emperador), Rialto, Excelsior, Málaga Cinema, Victoria, Avenida, Duque, Capitol (después Palacio del Cine), Cayri, Regio, Monumental, Royal (después Aleixandre I y II), Zayla, Andalucía, Imperial, Coliseum, Actualidades, Atlántida, Alameda, América (primer multicines), Carranque, España, Astoria, Lope de Vega, París y Universal.

De todos aquellos cines solamente queda el Albéniz, porque el Echegaray fue reconvertido en teatro, lo mismo que el Alameda. El Cervantes es punto y aparte porque volvió a ser teatro, pero con la particularidad de que es cine solo para el Festival de Cine en Español.

A la hora de buscar nombre, los constructores recurrieron a personas de las bellas artes (Goya, Echegaray, Lope de Vega, Cervantes, Albéniz…), utilizar los ya consagrados en la capital de España (Avenida, Capitol, Rialto, Monumental, Coliseum, Astoria…); lugar de ubicación (Duque, Carranque…). Si a algún lector le extraña la presencia del cine Universal, le aclaro que estaba en Torremolinos, cuando la hoy pujante ciudad de la Costa del Sol era barriada de Málaga.

Los 36 cines que había en Málaga

Fachada del Cine Goya en la calle Calderería a comienzos de los años 30. / L. O.

Goya

El cine número uno por su emplazamiento y comodidad fue el Goya, con entradas por la calle Calderería y la plaza de Uncibay.

Sus cómodas butacas forradas de piel y sus sistemas de proyección y refrigeración, que eran los mejores del mercado, le daban al Goya el derecho a ser la mejor sala. Su programación era otra virtud. A la hora de contratar las películas elegía las mejores, y si por imposición de las distribuidoras tenía que ‘cargar’ con películas de menor calidad, resolvía el problema estrenando las menos buenas o malas en el cine Principal, de la misma empresa.

Y tenía una tercera opción: estrenarlas en el Rialto, un auténtico cine de barrio en El Perchel, local en el que estuve en algunas ocasiones para ver alguna película que no pude ver en su día por motivos económicos en el cine de estreno.

Entre 1923, fecha de inauguración y su cierre en 1970, el Goya estrenó las mejores películas de cada año. ¿Cuántas? Varios cientos; calculo que unas 1.600. Lo habitual era estrenar cada año unas cincuenta películas, una por semana.

Los últimos años, quizá porque a la propiedad no le interesaba seguir el negocio o porque la competencia le ganó el pulso a la hora de la contratación de películas, la calidad de sus ofertas dejó bastante que desear.

Recordar las películas más sobresalientes, una por una, de entre el millar y medio de títulos requeriría toda la página del periódico; sin embargo voy a reseñar algunas como ‘Las cuatro plumas,’ ‘Perfidia’, ‘El fantasma de la ópera’, ‘La canción de Bernardette’, ‘Las llaves del reino’, ‘Ana y el rey de Siam’, ‘Hamlet’, ‘Ana Karenina’, ‘El tercer hombre’, ‘Las nieves del Kilimanjaro’, ‘Fantasía’, ‘El príncipe y la corista’, ‘Ninotchka’, ‘La zarina’, ‘El último vals de Chopin’, ‘El lago de mis ensueños’ (la primera película en Agfacolor), la mítica ‘Murieron con las botas puestas’, ‘Gran Hotel’ (presentación de Cantinflas, el mejor actor cómico del cine mejicano) y muchas más. Ir al Goya era el no va más por su comodidad, visibilidad, calidad de las películas, personal que atendía al público (dos taquillas, varios acomodadores que conducían linterna en ristre a los espectadores que llegaban tarde a la sesión), prohibición de admitir más espectadores que asientos disponibles (durante años se permitía que gente accediera a entrar sin tener butaca disponible y ver la película de pie)…

Después fueron construyéndose nuevos cines como el Echegaray, Albéniz, Astoria… que rivalizaron con el señorial Goya.

Para rubricar esta primera entrega de capítulos dedicados a los cines de Málaga, un par de apuntes. Durante la proyección de la versión franco-italiana de ‘María Antonieta’, cuando las turbas rodean a María Antonieta camino de la guillotina, dos jóvenes espectadoras, de esas que comentan en voz alta lo que está pasando en la pantalla, expresaron sus buenos sentimientos con frases como «que no la maten», «que se salve», «pobrecilla», «qué pena», «a lo mejor se salva»… y un espectador que estaba en la fila de atrás (don Juan Barrionuevo España, fiscal de la Audiencia Provincial de Málaga) se acercó y en voz baja les dijo: «Señoritas, menos sentimientos y más cultura».

El segundo apunte se refiere a la excelente refrigeración del cine. En verano era una delicia sentarse en una de aquellas butacas y ver una película a la que incluso se le perdonaba su baja calidad.

Un señor de Málaga (don José…, eludo el apellido) iba todos los días de agosto a la sesión de las cinco de la tarde, no para ver la película, sino para dormir la siesta. «Por una peseta (era el precio de la entrada en 1950), me paso una hora dormitando y fresquito» me confesó.

Hoy la refrigeración está al alcance de gran parte de la población… aunque el precio de la electricidad no lo permita; y escribo electricidad porque la luz es gratis, lo caro es fabricarla.