Lengua española

Bulgaria estrena acento malagueño

Antonio Pérez Moreno, hijo de una malagueña enviada de niña a Rusia, ofrece en el Centro Cultural Búlgaro-Español ‘Estreya’ que preside, en la ciudad de Burgas, clases de español para mayores.

Alumnos del curso de español, con una bufanda del Málaga C.F.

Alumnos del curso de español, con una bufanda del Málaga C.F. / L.O.

Alfonso Vázquez

Alfonso Vázquez

La ingeniera química Ola cuenta en perfecto español que aprende el idioma de Cervantes para hacer un día el Camino de Santiago «desde Málaga a Compostela». A su lado, Elena, que es ingeniera eléctrica, comenta que acaba de probar la algarroba de Málaga, mientras que Tania, que se considera una amante de la poesía de García Lorca, confiesa que no conoce Málaga, pero ya le gusta porque «es la ciudad de Antonio» y da por hecho que «todos sus habitantes son simpáticos como él».

El Antonio al que se refiere se apellida Pérez Moreno y el destino hizo que naciera en 1965 en la antigua república soviética de Kazajistán porque es hijo de una niña malagueña de la guerra, enviada a Rusia por la II República.

Desde hace tres años vive en Burgas, una ciudad búlgara asomada al Mar Negro, con su pareja Petya Kirilova. Juntos han puesto en marcha el Centro Cultural ‘Estreya’ que preside Antonio Pérez, con el objetivo de fomentar la lengua y la cultura españolas. El centro está implantado en tres ciudades del país, así que tiene más presencia que el Instituto Cervantes, como explicaron el pasado verano a La Opinión, durante una visita a Málaga.

Alumnos del curso de español en el centro municipal de Burgas, donde reciban las clases.

Alumnos del curso de español en el centro municipal de Burgas, donde reciben las clases. / L.O.

Este curso, ofrecen una vez a la semana, en un centro municipal de Burgas y con la colaboración del Ayuntamiento de esa ciudad, clases de español para jubilados con el fin de frenar el deterioro cognitivo.

«Los alumnos están encantados. Pese a la pandemia se han apuntado 30, dos alumnos y 28 alumnas», cuenta por teléfono Antonio Pérez, que explica que además han tenido «un contacto muy bonito con la Asociación de Familiares de Alzheimer de Málaga y nos han mandado un vídeo precioso saludándonos y felicitándonos por esta iniciativa».

Por otro lado, han intercambiado vídeos con mayores de la Asociación Almazara de Periana, un pueblo que miembros de ‘Estreya’ visitaron el verano pasado.

"Queremos ser un puente entre España y Bulgaria y que vean que Málaga es ese puente real"

«Queremos ser un puente entre España y Bulgaria y que vean que Málaga es ese puente real», subraya Antonio, que explica que en las clases no sólo se aprende español, «también hacemos ejercicios de coordinación de brazos y manos, de equilibrio...».

Con alumnos con edades comprendidas entre los 60 años y más de 80, hace unos días organizaron un coloquio con médicos, que detallaron los beneficios «de aprender un segundo idioma extranjero contra la demencia senil».

Antonio Pérez Moreno y Petya Kirilova, al mando de ‘Estreya’.

Antonio Pérez Moreno y Petya Kirilova, al mando de ‘Estreya’. / L.O.

Espetos en Bulgaria

Además, la inmersión en cultura española incluye la gastronomía, así que en las clases no han faltado «el gazpacho, un poco de sangría ni tortilla española» y una próxima sorpresa: «Hemos hablado con la concejala de Cultura de Burgas y lo más seguro es que hagamos espetos».

"Hemos hablado con la concejala de Cultura de Burgas y lo más seguro es que hagamos espetos"

No es de extrañar que a la oftalmóloga Ginka, una de las alumnas, le gusten las clases «porque aprendemos nuevas cosas de España y Málaga», mientras que Violeta, enfermera, muestre su deseo por conocer «la historia, cultura, poesía, música y cocina de España».

Y hablando de música, el pasado viernes los alumnos tuvieron la oportunidad de aprender algunos villancicos populares españoles, explica Petya Kirilova, que detalla que cantaron entre otros ‘Los peces en el río’ y ‘El tamborilero’, así que también fue una ocasión para que conocieran al cantante Raphael. Los villancicos los interpretaron con jóvenes de dos centros escolares, uno de ellos un instituto de Turismo.

«Estamos muy contentos con esto. Con actuaciones como la de los villancicos nuestra idea es crear una tolerancia, un respeto de los jóvenes a los mayores, porque estamos viendo que cada día hace más falta», explica Petya Kirilova.

Alumnos del Centro Cultural Búlgaro-Español ‘Estreya’ de Málaga cantan villancicos

L. O.

La huella sefardí en Bulgaria

El nombre de este pujante centro cultural, ‘Estreya’, es un reconocimiento a la huella sefardí que todavía puede apreciarse en Bulgaria: la de los descendientes de judíos expulsados de España en 1492 y que conservan todavía el castellano del siglo XV, el ladino.

Por este motivo, el pasado 17 de diciembre el centro organizó un ‘Homenaje a la lengua ladina’, con la participación de tres sefardíes nonagenarias que cantaron canciones en ladino.

«Hemos empezado a aprender del mundo sefardí. En Bulgaria nunca se ha explicado que el imperio otomano le dio a los judíos de España posibilidades de vivir aquí; el imperio se aprovechó además de su inteligencia, porque muchos eran doctores, traductores... Cuando iba al colegio nadie me dijo que aquí teníamos personas que mantenían la antigua lengua medieval de España. Todo esto hay que mantenerlo y el legado lo tienen que recoger otras generaciones», argumenta Petya.

En el Centro Cultural ‘Estreya’ de Bulgaria, la cultura y la lengua españolas tienen acento malagueño.