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Bailar pegados en tiempos de pandemia

Las pistas de bachata y salsa siguen sin recuperar a su clientela por los efectos de la pandemia. La última variante de la Covid-19 es un nuevo varapalo para el sector, que tiene esperanza de volver a calzarse los zapatos de purpurina

Alumnos en clase de salsa en la academia Swing Project School.

Alumnos en clase de salsa en la academia Swing Project School. / Ana Barranco

Ana Barranco

Unos tacones de 8 centímetros y purpurina rojo pasión suspiran en una vitrina estrecha. Recuerdan a una época pasada, en la que los trayectos en AVE a Madrid de camino a ‘shows’ y competiciones marcaban las primeras horas de los sábados. Los 14 fantásticos agitan sus caderas ante el espejo que ocupa la pared de este a oeste. La voz de Marc Anthony se detiene de repente. «Cuando está aquí, ella va hacia delante y yo me cambio de lado», explica esmeradamente Nico, el profesor.

Las academias y discotecas de bailes latinos lamentan el nuevo varapalo que el aumento de los contagios de Ómicron, la última variante conocida de la Covid-19, ha supuesto para ellas. La Opinión de Málaga ha hablado con empresarios del sector para conocer cómo se han reinventado para sobrevivir a los más de dos años de convivencia con el virus.

Bailar pegadosen tiempos de pandemia | FOTO DE ANA BARRANCO

Nicolás Herrera, Noelia Medina y José Parras, profesores de Swing Project School. / Ana Barranco

Es el caso de Nicolás Herrera, bailarín de Buenos Aires (Argentina) y Belén González, enfermera de Leganés (Madrid) y aficionada a los ritmos latinos. Fundaron la academia de baile Swing Project School en la barriada de Nueva Málaga en el año 2009. Desde entonces, cientos de ‘bachateros’ y ‘salseros’ han disfrutado de sus enseñanzas, hasta que, 11 años después, en marzo de 2020, se vieron obligados a renovarse. «Sentir no sentimos nada porque no teníamos ni idea de lo que iba a venir, lo chungo fue remontar», explica Nicolás.

Mientras Belén esperaba a su inminente incorporación al trabajo en el hospital, la complicada situación económica de su familia les obligó a empezar clases online: «Nos vimos entre la espada y la pared cuando tuvimos que cerrar, sobre todo cuando se acabó el dinero el primer mes». El profesor de bailes latinos, ganador del segundo puesto en el campeonato ‘Spain Salsa Máster’, se alegra de que, por lo menos, sus alumnos «se volcaron» con ellos.

Bailar pegadosen tiempos de pandemia | FOTO DE ANA BARRANCO

Cuadro de Belén y Nico. / Ana Barranco

En Atrévete, la mítica discoteca de Torremolinos que lleva casi 38 años en funcionamiento, el inicio de la pandemia también supuso un duro golpe. Las puertas del local, ubicado tras el Hotel Pez Espada, cerraron durante 19 meses como ya contó este diario, con lo que su plantilla compuesta por casi 20 trabajadores, entre camareros y vigilantes de seguridad, se fue a ERTE.

El día 21 de octubre fue el inicio de su «vuelta a la nueva normalidad», pues a principios de dicho mes, la Junta de Andalucía permitió la reapertura de las pistas de baile en las discotecas de las provincias en nivel 0 de alerta sanitaria. El primer día «el local estaba lleno», cuenta Paco Barroso, uno de sus dueños. Se enorgullece al afirmar: «Las semanas anteriores no paraban de escribirnos, de llamarnos, preguntando ¿cuándo abrís?». En Atrévete, «la clientela es como una familia», justifica el dueño de la discoteca.

Sin embargo, Barroso lamenta que estas últimas semanas, el aumento de la incidencia de los contagios de la Covid-19 ha provocado que el aforo de su local se haya reducido de manera drástica: «Ha caído un 50% mínimo, te diría que más». Esto ha provocado que los últimos fines de semana haya turnos compuestos únicamente por entre 8 y 11 empleados. El dueño explica la situación de su plantilla como si se tratara de un equipo de fútbol: «A lo mejor son 25 pero esta semana juegan 11 y (...) tres suplentes y a la semana siguiente el entrenador decide que son 8».

Bailar pegadosen tiempos de pandemia | FOTO DE ANA BARRANCO

Clase de salsa. / Ana Barranco

Paco Barroso considera que «el miedo y el pasaporte» son los principales ‘culpables’ del descenso en la clientela de su negocio, uno de los principales lugares para bailar bachata, salsa y kizomba en la provincia de Málaga. La variante Ómicron ha supuesto un nuevo varapalo para el sector que no logra recuperar las cifras del año 2019.

En el mes de noviembre, la baja incidencia de contagios les dio un respiro. El dueño de Atrévete señala: «Estaba todo un poquito más normalizado». Barroso justifica que la facturación no fue comparable a la de los meses previos al inicio de la pandemia pero que «estaban funcionando».

Por su parte, Swing Project School no consiguió recuperar su facturación habitual el mes anterior a la Navidad. Su dueño explica que el número de alumnos que registran mensualmente sigue siendo bajo: «De 150 personas que teníamos al mes, ahora habrá unos 70», detalla Nicolás. La recuperación del número de alumnos en los tres grupos (nivel principiante, medio y avanzado) es un «proceso muy lento», más aun en tiempos de pandemia. Su dueño lo detalla: «Para remontar una clase tienes que estar por lo menos tres meses. Lo normal es que tengas de ganancia al mes tres o cuatro alumnos. Imagínate cuánto tiempo tienes que estar para recuperar 70».

La academia está comprometida con las medidas de seguridad para prevenir los contagios, como la ventilación, el uso de un extractor y la mascarilla en todo momento durante las clases. Sin embargo, entiende que muchos de los alumnos tengan miedo de contagiarse si viven con personas mayores o de riesgo.

Bailar pegadosen tiempos de pandemia | FOTO CEDIDA

Los bailarines Kevin Torres y M. José Muñoz. / Foto cedida

El profesor de salsa se alegra de que al menos ya no necesiten utilizar «cinta adhesiva de colores» en el suelo para separar a las distintas parejas de baile durante las clases con la distancia de seguridad de metro y medio.

Los empresarios de este sector perciben que la edad de los alumnos también está influyendo en su negativa a asistir a las clases y discotecas, también conocidas como ‘sociales’.

Los aficionados a los ritmos latinos más mayores son los que parecen estar más alerta con la nueva variante del virus. Paco Barroso, dueño de Atrévete, expone que era habitual que acudieran «matrimonios de sesenta y tantos» pero que ahora «no están saliendo como antes».

Además, señala que en su local los jóvenes «se quejan» de la obligación actual de tener que presentar el certificado covid para poder entrar. «Les echa para atrás», sostiene. Aun así sostiene: «No nos hemos quedado solos ningún día (...) nos podemos dar con un canto en los dientes».

Los dueños de Swing Project School y Atrévete esperan que en los próximos meses la situación se recupere y que todos sus alumnos puedan volver a calzarse los zapatos de purpurina para regresar a las pistas de baile sin temor.

“La vuelta a las clases para mi fue como volver a renacer”

Los seguidores de los bailes latinos no han perdido la ilusión por su hobby a pesar de la complicada situación sanitaria que se prolonga ya después de dos años. Uno de ellos es Kevin Torres, de 28 años, cuyo flechazo con el baile tuvo lugar hace 5 años. 

Él se dedicaba al mantenimiento de urbanizaciones y tenía jornadas laborales muy extensas: «Estaba pasando una mala racha de negatividad, no tenía vida social y psicológicamente me estaba afectando». Un día cualquiera, que más tarde se convertiría en un momento memorable, se tropezó en Youtube con un vídeo de Ataca y La Alemana, dos bailarines de bachata que se movían al ritmo de ‘Te extraño’, una canción del grupo musical dominicano Xtreme. Y ahí empezó todo. 

Kevin ya era aficionado a la bachata y la salsa, le gustaba salir a las salas de fiesta de estos ambientes, aunque nunca se había animado a convertirlo en su actividad principal. «Me puse a buscar escuelas de baile y fui a probar. El primer día dije: Esto es lo mío». El confinamiento fue un duro golpe emocional para él: «Cuando nos tuvimos que quedar encerrados en casa, volví al pasado (...). No podía desahogarme con el baile». Por eso, narra que cuando se reanudaron las clases sintió que «recargaba pilas» y que volvía a expresar su auténtico «yo». El bailarín considera que «con mascarillas se puede seguir». Asimismo, justifica que «la vida tiene que seguir».