Crónicas de la ciudad

De las obras de la Catedral y la ayuda a los americanos

Las Hijas de la Revolución Americana recordaron el papel de Málaga en la ayuda a las 13 colonias con datos y sin leyendas

Las Hijas de la Revolución Americana, en el acto del pasado miércoles, con las palmeras washingtonias de fondo.

Las Hijas de la Revolución Americana, en el acto del pasado miércoles, con las palmeras washingtonias de fondo. / Alfonso Vázquez

Alfonso Vázquez

Alfonso Vázquez

Como ayer contaba este periódico, la Sociedad Nacional de Hijas de la Revolución Americana quiso homenajear el pasado miércoles a Bernardo de Gálvez, Málaga y España por la ayuda prestada a las 13 colonias que, en Norteamérica, se rebelaron contra Inglaterra y lucharon por la independencia.

El homenaje tuvo lugar junto al palacio de la Aduana y de telón de fondo y en curvada formación, las espigadas palmeras washingtonias, llamadas así en honor de George Washington.

El homenaje fue la ocasión para que la historiadora norteamericana Laura McCrillis, miembro de esta asociación, recordara los términos precisos en los que se produjo la ayuda malagueña y su relación con nuestra Catedral.

Esos datos ya los expuso con toda claridad el académico de la Historia Francisco Cabrera Pablos en el número anual de la revista Péndulo de 2008.

Fue en el trabajo ‘Contribución de la Iglesia española a la independencia de los EE.UU. de América’, que sirvió para acotar qué había de cierto en la relación entre la ayuda a los rebeldes y la paralización de las obras de la Catedral.

Está más que demostrado que para sufragar los gastos de España en la guerra contra los ingleses y el apoyo a los rebeldes, los cabildos y comunidades religiosas españolas aportaron grandes cantidades de dinero. El cabildo de Málaga entregó un préstamo sin interés de 200.000 reales que nunca recuperó y por su parte el obispo entregó la misma cantidad. En total, 400.000 reales.

Con el envío de este dinero, el cabildo tuvo que paralizar algunas inversiones y acordó no destinar los tributos que grababan las mercancías portuarias a costear las obras de la Catedral, como tradicionalmente. En concreto, Francisco Cabrera recoge una carta de 1780 del obispo, el famoso José Molina Lario, que aconsejaba suspender la contribución «desde el principio de la guerra y hasta que se concluya».

Y sin dinero, las obras no pudieron continuar.

La guerra finalizó en noviembre de 1783 pero las obras no prosiguieron, porque por entonces la Corona quería que lo recaudado por los tributos portuarios se destinase a arreglar los Caminos de Antequera y Vélez, unas obras prioritarias para el comercio de la provincia y la marcha de nuestro puerto.

Como en 2009 comentaba a este diario el historiador malagueño, la desviación de los impuestos fue «históricamente relevante» ya que «sin esa desviación, la torre se habría terminado con guerra o sin guerra». La guerra en América paralizó la Catedral... inicialmente.