Mirando atrás

Familia Claudio: Cuatro generaciones con mucha cuerda

Los Claudio interpretan música en Málaga desde hace cerca de 110 años. Al violinista Joaquín Claudio (1906-1985) le siguió su hijo el violonchelista Joaquín y a este, su hijo el violinista y director Javier Claudio, padre de Beatriz, violonchelista y Javier, violinista.

La tercera y cuarta generación, en la sala de música de la casa: Javier Claudio (55) y sus hijos, Javier (25) y Beatriz (21).

La tercera y cuarta generación, en la sala de música de la casa: Javier Claudio (55) y sus hijos, Javier (25) y Beatriz (21). / Alex Zea

Alfonso Vázquez

Alfonso Vázquez

En Centroeuropa no es inusual toparse con cuatro generaciones de músicos. En Málaga casi resulta una ‘disonancia’. 

Del bisabuelo, que nació en el arranque del siglo XX, a los dos bisnietos veinteañeros, que encaran el XXI llenos de proyectos musicales, la familia Claudio sigue su vocación por los instrumentos de cuerda desde hace cerca de 110 años.

«En mi casa había música por todas partes. Mi abuelo me daba clase y mi padre también. Ha sido muy gratificante», cuenta Beatriz Claudio, de 21 años, violonchelista profesional y la más pequeña de la saga. A su lado está su hermano Javier, de 25 años, violinista profesional y titular de la Sinfónica Pop del Teatro Soho de Málaga.

Su padre, el profesor de la UMA, catedrático de conservatorio, violinista y director Javier Claudio Portales, casado con la profesora de piano y solfeo Ángela Martínez, cree que el que sus dos hijos hayan salido músicos «es una suerte».

En realidad, parece como si la suerte estuviera echada desde que el bisabuelo de estos jóvenes, Joaquín Claudio Martín (1906-1985), sintió vocación por la música y se decantó por el violín.

Joaquín Claudio Martín, segundo por la izquierda, con su formación, posiblemente en los Baños de La Estrella.

Joaquín Claudio Martín, segundo por la izquierda, con su formación, posiblemente en los Baños de La Estrella. / Archivo familiar

Por cierto que este malagueño tocaba en varias orquestas y en una ocasión en que tocaba en el templete de los Baños del Carmen conoció a su futura mujer, hija de alemanes.

«Mi abuelo tocaba para el cine mudo. Me contaba que tenía un cuarteto y que por la mañana veían la película, seleccionaban los temas y por la tarde tocaban», cuenta su nieto Javier, que destaca que su abuelo llegó a tocar en el Cine Moderno y el Cine Pascualini -hoy Teatro Soho, donde hoy toca el bisnieto- .

Y como en esa época no se podía vivir sólo de la música, compaginó su vocación con el trabajo como administrativo, primero en los Ferrocarriles Andaluces en el Palacio de la Tinta y luego en la Renfe.

Además, en 1945 el violinista fue uno de los miembros fundadores de la Orquesta Sinfónica de Málaga, que entonces tenía su sede en el Conservatorio María Cristina.

La segunda generación

Dos años más tarde ingresó su hijo, el violinista Joaquín Claudio Kraus (1931-2015). A la orquesta estaría ligado medio siglo, lo que le avalaría para escribir la historia de los primeros 50 años de esta formación en un libro, editado por Arguval en 2012.

Joaquín Claudio Kraus, la segunda generación, al violonchelo.

Joaquín Claudio Kraus, la segunda generación, al violonchelo. / Archivo familiar

En 2004, Joaquín Claudio repasó su vida en esta sección. También como su padre tuvo que compaginar la música con otro trabajo, en este caso ATS.

De esos inicios de la Sinfónica recordaba que «los músicos de entonces eran más bohemios y el público entendía de música. Recuerdo a un procurador que se llevaba una cinta magnetofónica para grabar los primeros conciertos». 

Precisamente, uno de los primeros recuerdos musicales de su hijo, Javier Claudio Portales, es la imagen «de unas cabezas muy grandes», cuando con unos pocos años acompañaba a su madre a los Festivales de España en Granada cuando tocaba la Sinfónica de Málaga. El músico aclara el misterio: «Eran de la zarzuela ‘Gigantes y cabezudos’».

Fue su abuelo Joaquín quien le dio las primeras clases como violinista, luego ingresó en el Conservatorio de Málaga y amplió estudios en Madrid, Barcelona, Austria y Luxemburgo.

Javier Claudio Portales hacia 1984 con su padre, Joaquín Claudio Kraus y su abuelo, Joaquín Claudio Martín.

Javier Claudio Portales hacia 1984 con su padre, Joaquín Claudio Kraus y su abuelo, Joaquín Claudio Martín. / Archivo familiar

En Madrid tuvo como maestro a Agustín León Ara, yerno de Joaquín Rodrigo, a quien el joven malagueño saludaba cuando acudía a las clases.

Y entre sus maestras de Málaga, Elvira Hurtado de Mendoza, compañera de su abuelo pues fueron alumnos de la violinista Rosa García-Faria.

Además, siguió la tradición familiar y como su padre y su abuelo ingresó en la Sinfónica, donde permaneció 15 años. «Entré como último violín segundo y acabé de concertino», cuenta.

Y pronto, sintió vocación por la dirección y formación. Todavía estudiaba con Agustín León Ara cuando leyó en Málaga el siguiente cartel: «Se necesita profesor de violín». Dio el paso y hoy es catedrático en el Conservatorio Superior de Música de Málaga.

Por otra parte, tiene en su haber varios libros y métodos para violín. Además, en sus tiempos en el Conservatorio Profesional Manuel Carra pensó en formar una orquesta para jóvenes a la que le puso el nombre de Rosa Faria. «Grabamos el primer cedé realizado por una joven orquesta andaluza», comenta.

A partir de 2009, a propuesta de la Fundación Musical de Málaga puso en marcha un proyecto que terminaría siendo triple: la Orquesta de Málaga Promúsica, la Joven Orquesta Promúsica y la Orquesta Escuela Promúsica. «Y ahora hemos hecho el coro de padres de los chicos que están la escuela», explica el fundador.

Javier Claudio Portales en 2015, con jóvenes de su gran proyecto orquestal Promúsica. F arciniega

Javier Claudio Portales en 2015, con jóvenes de su gran proyecto orquestal Promúsica. / Arciniega

En Promúsica, por cierto, también se han formado sus dos hijos. El mayor, Javier Claudio Martínez, además hizo un máster en el Royal Conservatory of Scotland, en Glasgow y aunque empezó la carrera en Málaga, casi toda ella la completó en Barcelona. «Aquí no hay muchos proyectos ni muchas oportunidades laborales para tocar», lamenta el violinista

En Barcelona, tuvo la oportunidad de tocar en el Palau de la Música, el Gran Teatro del Liceo y en el Palau Sant Jordi y también trabaja en Alemania «y voy donde me llaman».

Javier, como su padre, ya ha fundado una formación: el Sexteto de cuerda Pikaso, que dio su primer concierto en la Sala Unicaja de Conciertos el día 3.

Su hermana Beatriz Claudio, que admira a violonchelistas como Rostropovich y Mischa Maisky, cuenta que terminó la carrera el año pasado y ahora completa estudios en el Forum Musikae de Madrid, donde recibe clases de María Casado y Asier Polo. De momento, explica que está abierta tanto para trabajar en orquestas como para impartir clases.

Su padre confiesa que le gustaría que el museo MIMMA pudiera contar con recuerdos de esta musical familia. Los Claudio tienen cuerda para rato.

Javier con sus dos hijos pequeños en 2003 y detrás, el segundo de la saga, Joaquín Claudio.

Javier con sus dos hijos pequeños en 2003 y detrás, el segundo de la saga, Joaquín Claudio. / Arciniega