Crónicas de la Ciudad

Del Parque Litoral, el bosquete y la gaviota

La zona verde ha ido ganando enteros con los años, no sólo por su ingente ‘chorraera’, también por su modesto ‘bosquete urbano’ al que se dirigen casi todos los usuarios

La zona central de pinos, en el Parque Litoral, hace unos días.

La zona central de pinos, en el Parque Litoral, hace unos días. / Alfonso Vázquez

Alfonso Vázquez

Alfonso Vázquez

En estos días en los que un malvado dictador juega al Risk con el planeta y hostiga a Ucrania, bueno es hacer como Horacio y, al menos por unos minutos, evadirnos gracias a la Naturaleza, en concreto, a un parque de Málaga que ha ido ganando enteros con el tiempo.

Le pasó lo mismo al Parque del Oeste, que nació en tiempos de Pedro Aparicio siendo una gran extensión de cemento salpicada de verde y con Francisco de la Torre dio la vuelta a la tortilla, en gran parte gracias al entusiasmo de quien fuera su gerente, Miguel Otamendi, que además lo transformó en un parque de esculturas de Stefan von Reiswitz.

En el caso del Parque Litoral, del que hablamos hoy, el cambio también ha sido a mejor, pues comenzó como esas desganadas zonas verdes que aderezan algunas promotoras con cuatro palmeras y cipreses.

Cierto que no es una maravilla botánica, pero nunca lo pretendió. En este caso, el elemento más significativo del también conocido como Parque 25 de noviembre es su espléndida ‘chorraera’, un túmulo, en absoluto funerario, al que acuden familias con sus niños de todas partes de Málaga y no sólo del barrio.

Hay más juegos infantiles, muy ingeniosos en otras partes del parque, pero esta colina de la diversión es la estrella.

Eso no quita para que el parque contenga elementos reseñables. Cierto que también cuenta con su ración de pérgolas desnudas, pero tratar de introducir en nuestros representantes públicos -incluso en estos tiempos de emergencia climática- la noción de ‘sombra vegetal’ es una tarea que llevará lustros, si no décadas, como ocurrió con el Patrimonio Industrial, que sólo ahora comienzan a valorar y algunos, sin dejar de lado el escepticismo.

Hay también una zona de descanso, un banco semicircular de piedra escoltado de cipreses y con palmeras al fondo que es un diseño muy de ‘promotora’, pero que puede evocar algún cuadro del italiano De Chirico.

Sin duda lo más gratificante es lo que los diseñadores de ‘espacios de sombra’ llaman «un bosquete». Porque, a falta, desgraciadamente, de bosque urbano en Málaga, en el corazón del Parque Litoral proyecta su sombra una pequeña agrupación circular de pinos a la que, como si estuvieran imantados, se dirigen buena parte de los paseantes que no terminan en el tobogán.

Cuenta el parque también con una gran gaviota de acero corten que, en su día, provocó bromas al identificarla algunos con el símbolo de cierto partido político. La gaviota -no va con segundas- necesita una limpieza en profundidad.