Restauración de muebles

Alumnos con madera de restauradores

‘The Old Curiosity Shop’ una tienda fundada hace 26 años, a caballo entre Málaga y Londres, lleva tres lustros ofreciendo talleres de restauración de muebles antiguos a alumnos de todas las edades

Vista parcial del taller de restauración de ‘The Old Curiosity Shop’

Vista parcial del taller de restauración de ‘The Old Curiosity Shop’ / Alex Zea

Alfonso Vázquez

Alfonso Vázquez

Cuentan que la novela por entregas ‘La tienda de antigüedades’ de Dickens, en la que se narraban las vicisitudes de un abuelo y su nieta, acosados por un personaje malvado, tenía tan en vilo a los neoyorquinos, que se arracimaron en el puerto para aguardar la llegada del barco de Londres con el capítulo final.

Hace 26 años, la malagueña Marta Caro y un británico tomaron prestado el título en inglés de la novela de Dickens, ‘The Old Curiosity Shop’, para abrir una tienda de antigüedades, primero en el Paseo de Sancha y desde hace cinco en calle Alemania,17, junto al CAC. Hoy, la tienda luce ‘bilingüe’, pues a la denominación en inglés se suma ‘La Tienda de Muebles Ingleses’, como también se le conoce.

La fórmula inicial del negocio: «Comprábamos muebles en Londres, en subastas, y cuando tenías los metros cúbicos suficientes, trailers que hacían todo el trayecto por carretera descargaban en el Paseo de Sancha», cuenta Victoria Caro, que compró su parte al socio inglés y hoy lleva el negocio con su hermana Marta.

Victoria Caro, propietaria con su hermana Marta de esta tienda con 26 años de pedigrí.

Victoria Caro, propietaria con su hermana Marta de esta tienda con 26 años de pedigrí. / Alex Zea

Pero la fórmula cambió: apareció la crisis, las ventas de antigüedades descendieron y las hermanas decidieron empezar a restaurar para clientes de la calle que traían sus propios muebles. Además, hace unos 15 años tomaron la decisión de impartir talleres de restauración. Comenzaron con siete alumnos y ahora tienen 60 repartidos en varios turnos.

Como explica Victoria Caro, hoy la venta de muebles antiguos comprados en Londres sólo supone el 10 por ciento de los ingresos, así que hace casi cinco años que no acuden a subastas a la capital británica, al contar con suficientes existencias.

No es de extrañar por tanto que esta amplia tienda se den cita, una mañana cualquiera de febrero, carpinteros y ebanistas profesionales dispuestos a restaurar un bargueño español del XVIII o un aparador de principios del XIX de una casa de la Alameda Principal, pero también alumnos de los talleres de restauración, con un sorprendente perfil mayoritario: «Es una cosa curiosísima pero el 50 o 60 por ciento de los alumnos son de la rama sanitaria», cuenta Victoria. Y la mayoría, mujeres.

Una de las alumnas da una segunda vida a una silla.

Una de las alumnas da una segunda vida a una silla. / Alex Zea

En los talleres de esta tienda que homenajea a Dickens todo se hace a la antigua usanza, en realidad como en los tiempos de otra de sus novelas, ‘Historia de dos ciudades’, ambientada en la Revolución francesa: «Aquí estamos como en el siglo XVIII, es decir, la lija va a mano, no tenemos máquinas lijadoras y la goma laca, el barniz que se usaba hasta principios del XX, la hacemos nosotros, igual que el limpiador».

Los alumnos

Frente a un panel con instrumentos de carpintería del tiempos de Dickens y Galdós se encuentra Silvia, una alumna que asiste desde hace tres meses a estos talleres de una clase semanal de tres horas de duración. Como el resto, el mueble que restaura es suyo. Los alumnos los guardan en un almacén de la tienda.

Mientras decapa una mesa de madera de haya de los años 70, explica que las clases le dan «tranquilidad». «Es lo único que me relaja por completo», subraya con una sonrisa 'dibujada' en los ojos, pues todos allí llevan mascarilla.

Victoria Caro precisa que los alumnos aprenden el acabado de las piezas: «Carpintería no se toca», salvo excepciones. En cuanto a la destreza, se aceptan ‘manirrotos’ pero siempre que tengan una cosa: «Paciencia».

Y paciencia con una mesita de noche de nogal del siglo pasado demuestra con creces Lola, una licenciada en Derecho jubilada. Mientras retira el barniz, demasiado brillante, cuenta que lleva tres años restaurando y que «no sabía de muebles en absoluto». Amante sin embargo de las actividades manuales, confiesa que las clases le distraen «muchísimo» y que cada vez que le toca acudir a los talleres «es el mejor día de la semana».

El alumno más veterano es Juan, que lleva 13 años asistiendo a clase. Como ya ha restaurado todo lo habido y por haber en su casa y en la de su hija, ahora le da una segunda vida al marco del espejo de unos vecinos. «Vine aquí en Primaria y ya estoy en el Preu», resume con una carcajada de propina.

El tono blanco para la nueva vida de este espejo da una pista de por dónde van los gustos actuales: «Hoy en día los muebles se llevan claritos. El ochenta por ciento de las personas con muebles se casaron hace 15 ó 20 años, tienen muebles oscuros y brillantes y quieren cambiarlos», comenta Victoria Caro, que confiesa que sólo descansa los domingos por la mañana porque su trabajo le apasiona. La propietaria de la tienda informa de que vuelven a estar de moda los muebles antiguos al tiempo que se abandona la línea ‘minimalista’ que tantos años ha imperado. ‘The Old Curiosity Shop’ tiene capítulos para rato.

Detalle de un bargueño español del XVIII restaurado.

Detalle de un bargueño español del XVIII restaurado en la tienda. / Alex Zea

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