Salud mental

«Sola no puedo hacerme cargo de ella, necesita ayuda y supervisión»

La situación a la que hace frente Vanessa Jiménez desde los 16 años ha llevado a la joven a difundir un vídeo en redes sociales en busca de ayuda - La falta de un diagnóstico en profundidad, en el que se abarquen todos los trastornos que padece su madre -entre los que se encuentran la depresión y la bipolaridad- dificulta el acceso a tratamientos o alternativas como el ingreso en un centro, así como a la ayuda por dependencia de la Junta de Andalucía

Vanessa tenía 16 años cuando su padre falleció. | L.O

Vanessa tenía 16 años cuando su padre falleció. | L.O / marta román. málaga

«Hola. No sé realmente quién me está leyendo. Me presento, soy Vanessa y soy de Málaga. He pasado por una leucemia, de la cual salí plenamente victoriosa, y por la muerte de mi padre hace tres años. Mi madre padece desde que tengo uso de razón una depresión crónica. La vida me ha hecho crecer muy rápido. Escribo esto porque estoy en una situación de frustración y desesperanza».

A sus 20 años, Vanessa Jiménez soporta el peso de una carpeta llena de informes psiquiátricos. Su madre Josefa, de 57 años, sufre depresión desde hace más de once años. A raíz de la muerte de su padre, la situación empeoró y la joven tuvo que hacerse cargo de una responsabilidad demasiado grande para su edad.

Vanessa tuvo que crecer de golpe a los 16 años. Hija única, sobre ella recayeron los trámites y gestiones propios de la defunción de su progenitor. Además de todo lo que guardaba relación con la enfermedad de su madre, de la que hasta entonces había permanecido ajena. «La situación que yo estoy viviendo hacía once años que la vivía mi padre. Ahí tenía 10 años y estaba enferma con cáncer, me tenían a un margen, protegida y no tenía ningún conocimiento de nada».

La joven relata cómo ha convivido a lo largo de toda su vida con esta situación, sin ser plenamente consciente de ella: «Recuerdo verla en la cama, no salía, no quería hacer nada. Me acuerdo incluso haber ido a verla con mi padre la primera vez que estuvo ingresada, pero no era consciente de nada».

Con tan solo 20 años, Vanessa está al cargo del cuidado de su madre, que padece depresión y bipolaridad, entre otros trastornos que aún no se le han diagnosticado y por los que no recibe ninguna ayuda

Cuando su padre falleció tuvo que ocupar su lugar al mando de la casa y al cuidado de su madre, que comenzó a empeorar. Vanessa, que cursaba bachillerato por aquel entonces, tuvo que faltar durante dos meses a clase para hacerse cargo de todo. Cuando consiguió arreglar los problemas económicos y legales, tuvo que enfrentarse a los derivados de la enfermedad de Josefa.

«Tenía periodos en los que no salía de la cama por la depresión, pero empecé a darme cuenta de que no solo era eso». A lo largo de estos tres años, la enfermedad de Josefa ha evolucionado y derivado en otros trastornos, de los que se ha ido percatando su propia hija: distímico, de identidad disociativo, mixto ansioso-depresivo o brotes psicóticos. Además, Vanessa advierte varios intentos de suicidio. «Me decía a mí misma que con una simple depresión no era normal que hiciera eso. Empecé a investigar y estuve buscando soluciones con su psiquiatra».

La joven explica que, tras el último cambio de tratamiento, la situación se estabilizó. Hasta principios de enero: «Cambios bruscos de humor, conducta agresiva... fue de menos a más. La llevé al Clínico y a su psiquiatra varias veces. La ingresaron durante una semana y media. Allí fue donde le diagnosticaron trastorno bipolar tipo 2».

Un diagnóstico tardío e insuficiente, denuncia Vanessa. En una carpeta azul guarda toda la documentación desde 2011. Informes en los que se repite la misma situación, una y otra vez, durante estos más de diez años. «No me podía creer que un médico viera esos informes y siguiera con los mismos tratamientos. No entiendo que haya soluciones y alternativas como el ingreso en centros que no me están ofreciendo».

Esta malagueña denuncia que la falta de un diagnóstico más profundo, que abarque todos los trastornos que padece su madre, impide que se le proporcione el tratamiento que debería. Josefa acude al psiquiatra únicamente una vez cada tres o cinco meses y toma a diario una medicación, que costea y supervisa Vanessa. «Me piden que le regule yo el tratamiento, dependiendo de como yo la vea, sin tener ningún tipo de conocimiento. Yo no puedo hacerme cargo de esa responsabilidad».

«Estoy en un sinvivir, no sé si la están diagnosticando bien y no me dan la alternativa de tratarla en un centro en el que esté vigilada, con rutinas acordes y necesarias para su enfermedad»

Dependencia

«Pedimos la Dependencia en mayo y vino denegada en enero. La he vuelto a solicitar y me han dicho que ahora, al ser un trastorno bipolar, es más grave y deberían aprobarla pero dicen que puede tardar mucho tiempo. Yo no pido la compensación económica, sino un centro donde la cuiden y vigilen profesionales cualificados».

En estos últimos meses, Vanessa apenas ha acudido a clase. La joven solicita una ayuda que no llega. «Estoy en un sinvivir, no sé si la están diagnosticando bien y no me dan la alternativa de tratarla en un centro en el que esté vigilada, con rutinas acordes y necesarias para su enfermedad».

Tras más de tres años, Vanessa asegura no poder más: «Yo sola no puedo hacerme cargo de ella, necesita atención y supervisión. No dejo de pensar constantemente en que pueda llegar a hacerse algo, como ya ha hecho anteriormente».

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